En este año 2013 se conmemora el centenario de la retirada del toreo de Machaquito en la corrida celebrada en Madrid, el día 16 de octubre de 1913 en la que dio la alternativa al “fenómeno” que llegaba y que no era otro de Juan Belmonte García. El último toro que estoqueó fue de Bañuelos y se llamó “Lunarejo”.

Nació en Córdoba el 2 de enero de 1880. Desde muy joven trabajó en el matadero de Córdoba y esa relación con el ganado, tanto manso como bravo, le llevó a su afición por el mundo de la tauromaquia. En aquella época el aprendizaje de un aspirante a matador de toros se realizaba en las capeas que se celebraban por los pueblos y las novilladas que se daban en los mismos. Así pues, Machaquito se forjó en ese ambiente.

Su vida profesional comienza como banderillero en cuadrillas modestas a fin de ir haciéndose como torero. En 1897 su valía le permite torear en plazas de importancia.

Perteneció a la cuadrilla de Rafael Molina “Lagartijo chico”, los triunfos se sucedían y ya preparado para la alternativa, la toma en Madrid, el día 8 de septiembre de 1898 de manos, nada más ni nada menos, que de “Bombita” quien le cedió el toro “Costillares” de Veragua.

Su principal virtud era la estocada, de vital importancia en aquellos tiempos. Guillén Sotelo dice: “No hubo, desde el 16 de septiembre de 1900 al 16 de octubre de 1913, quien echara a rodar toros como el menudo cordobés, nervioso valiente, que llegó adonde llegó por su esfuerzo poderoso, grandioso, de una voluntad”.

Figuró bastante tiempo a la cabeza del escalafón junto con “Bombita” y Fuentes.

“Machaquito” y “Bombita”, llenaron una época de transición del toreo desde los tiempos de gloria de “Guerrita” hasta la aparición de Joselito y Belmonte.

Falleció en su Córdoba natal el 1 de noviembre de 1955. Está enterrado en el cementerio de la Salud de la capital cordobesa en un mausoleo de piedra granítica en el que en su frente, debajo de un gran crucifijo y de un busto en placa de bronce, figura: Rafael González “Machaquito”.

Es famosa la escultura que el gran escultor Mariano Benlliure le dedicó denominada: “La estocada de la tarde” y que inspiró al artista la lidia y muerte del toro “Barbero” de la ganadería de Miura.

En su libro “Tauromaquia cordobesa” de la editorial Everest, el recordado José Luís de Córdoba, entrevista, en 1950, a “Machaquito”:

¿Recuerda la faena?

Era un toro cárdeno, bragao, chorreao, con gran trapío y desarrollado de pitones. ¡En fin, ahí le tiene usted! –y “Machaquito” señala la escultura-. La faena fue corta. Creo que dos naturales, dos de pecho, todo con la izquierda, y el volapié. Al salir de la suerte observé que el toro llevaba en el pitón derecho un trozo de la pechera de mi camisa. Pero la res sacaba la lengua en la arcadas de la muerte… ¡yo había vengado el mal rato del miura de Bilbao!

Y, claro, a Benlliure le emocionó aquello y le inspiró para perpetuar la muerte de “Barbero”…

Pero lo que de verdad le impulsó a realizar la obra fue la carta de Don Modesto en “El Liberal”. La carta era admirable. ¡Ya ve usted, le decía, en tono humorístico, a don Mariano “ilustre alfarero”! Y luego le suplicaba que pusiese manos a la obra. Benlliure se puso a trabajar en ella y aquí la tiene usted…

 

La despedida –no anunciada- de Machaquito de los ruedos no fue lo soñado por él ni por sus partidarios. En vez de los toros de Guadalets anunciados, rechazados por los veterinarios, salieron al ruedo seis de Bañuelos. Hubo baile de corrales y en total salieron a la arena once toros. Las broncas fueron grandes y el escándalo tuvo momentos de conflicto de orden público. Toros ilidiables, cuatro de ellos fogueados. Pero pese a todo el gran Machaquito no se fue sin lograr aplausos en su labor.

A su primer toro lo mató de una gran estocada entrando derechísimo, como de costumbre, recibiendo una gran ovación.

El segundo toro fue el más manso de la corrida, lidiado entre grandes protestas del público, sin poder hacer nada, pinchándolo varias veces, y terminando con el manso de un golpe certero de descabello. Palmas. ¡Qué lejos estaba el público de que asistía a la última corrida del gran Machaco!

Rafael González, fue el padrino de alternativa del revolucionario, del innovador, del que habría de cambiar el arte de torear hasta entonces Juan Belmonte. Por eso conviene, transcurridos 100 años, recordar quien fue “Machaquito”, un gran torero, excelente matador, toreando con la técnica y arte que precedieron a Belmonte.