Seguramente este artículo levantará ampolla dentro de los mismos artífices de la fiesta, pero consideramos oportuno hacer algunas reflexiones.

En mi caso particular soy y seguiré siendo, defensor a ultranza de la fiesta de los toros en todas sus dimensiones y por ello no comulgo con algunas actitudes y posturas erróneas que se presentan sobretodo en la provincia.

Los periodistas no somos omnipotentes para estar al mismo tiempo en varios escenarios y recibimos muchas veces llamadas telefónicas o mensajes en el correo electrónico o comunicaciones de emisarios, apostillando el triunfo de éste o aquel torero…, éste o aquel rejoneador… o en su defecto de éste o aquel ganadero… por las orejas cortadas a sus ejemplares o el indulto de su magnífica res, siendo éstos, triunfos mentirosos.

Pues bien. En muchas ocasiones hemos transcrito y ponderado casi que al pie de la letra lo dicho por el interlocutor, ganándonos posteriormente el reproche de quienes sí estuvieron en el evento y testificaron que lo plasmado en el resumen o crónica, no coincide con lo observado en el albero.

En éstos tiempos donde la fiesta atraviesa dificultades y los ataques ofensivos son el pan nuestro de cada día para los anti taurinos, debemos propender por la dignidad con la que se desarrolle un espectáculo taurino en donde si en un cartel se anuncian TOROS, pues que sean TOROS los que se lidien pero no ejemplares que dejan mucho qué desear por su conformación morfológica sin reunir las características que se exigen de edad, peso y trapío reglamentarios para ser lidiados en una plaza de cierta categoría.

No le echemos más cebo al candil y reparemos en todos los errores que se vienen cometiendo en la provincia, degenerando lo que es una auténtica CORRIDA DE TOROS.

Novillos que se lidian como toros – toreros que se creen triunfadores cortando las orejas de esos ejemplares – espectáculos que se brindan al final de la tarde cuando ya va entrando la noche – subalternos que azuzan al público y lo ponen en contra de la presidencia para la concesión de trofeos – carencia de tiros de arrastre adecuados para evacuar los restos de los bovinos – bandas de músicos cuyo repertorio no pasa de dos o tres pasodobles y otros ítems más que deforman lo que en verdad el aficionado va a ver: UNA CORRIDA DE TOROS.

La invitación muy respetuosa desde luego en esta tribuna para los protagonistas del espectáculo, es la de corregir falencias, errores y situaciones anómalas que dan al traste con el normal desarrollo de la actividad taurina, desdibujándola y convirtiéndola en remedo de lo que debiese ser una labor ejercida con certificados de respeto, dignidad, autenticidad y decoro.

Imagen: José Mª Fresneda Moreno