El toreo está vilipendiado. No hace falta ser un profesional del toro para darse cuenta de eso. Así enciendas la televisión para ver una serie de esas que hacen las cadenas españolas y a las que llaman ‘de producción propia’, verás que al personaje hijoputa le gustan los toros. El taurino es siempre un facha, un machista, un explotador. Las peores cosas que se pueden ser en esta sociedad. Una mofa constante cae sobre los aficionados, se nos ridiculiza hoy sí y mañana también. Lo hacen en plan gracioso, en ese plan de quien te dice: joe, no te pongas así que sólo es una broma. Pero a costa de la broma se la pasan metiéndote el dedo en el ojo.

Por otro lado, está lo que se denominan los ataques al toreo. Estos suceden además de lo ya explicado, y tienen que ver con las prohibiciones, desaires y  ninguneos. En las puertas de las plazas unos tíos te llaman ‘asesino’; aquí se prohíbe la tauromaquia; allá no se saca a concurso una plaza de titularidad pública; más lejos se le quitan al toreo las subvenciones. Que conste que esta última ofensa no molesta a quien esto escribe. Nada como ir por el mundo sin deberle nada a nadie. Y en este caso no me sirve que me digan que si a tal o a cual actividad sí se las dan. Peor para ellos si tienen que ir pidiendo propina para poder existir.

A raíz de todo esto que hemos resumido ha surgido, por fin, una protesta desde los profesionales. Protesta que, según entiendo, empieza en estas fiestas de San Fermín en la plaza de Pamplona. No están dispuestos a seguir aguantando este trato vejatorio. Por eso, este año, los toreros (todos los toreros, ya sean matadores, ya sean subalternos), hacen el paseíllo desmonterados. Es una acción de esas que quitan el hipo. Dudo que cuando terminen su protesta haya alguien que se siga atreviendo a vilipendiar el toreo ¡El paseíllo desmonterados! ¡Aunque no sean nuevos en esa plaza! Lo que de verdad preocupa de esta acción es que las consecuencias no vayan a mayores, ya saben revueltas sociales, discursos de políticos en el congreso, los medios mediando para instaurar el orden. Vamos, que se avecina una gorda.

Fuera ironías. Cada vez que uno escucha esta sarta de idioteces se hace más devoto de dos ideas fundamentales para comprender la España de hoy. Una, la de que una ardilla podría cruzar el país entero, de norte a sur, saltando de gilipollas en gilipollas. Otra, que hay más imbéciles que ventanas. A estas habría que añadir una más: que con esta gente de medidas tan efectivas, el toreo se va a ir a tomar por saco en menos que canta la gallina un torito de los que ellos matan. Bueno, no es del todo cierto. Quedará un espectáculo de los que antes sólo se vendían a los turistas japoneses en la Monumental de Barcelona. Y aun así, los que insultan, les seguirán llamando ‘asesinos’ en las puertas de las plazas y el entramado político seguirá siendo igual de bajuno para con ellos.

Vamos a ver ¿De verdad creen que alguien se va a enterar siquiera de que han hecho el paseíllo desmonterados? Vamos un poco más lejos ¿De verdad creen que la gente de a pie sabe cómo se debe llevar la montera en el paseíllo? Seguimos en el egocentrismo más profundo, seguimos escudándonos en la palabrería del orgullo sin fundamento.

Hay una asociación de empresarios taurinos, una asociación de ganaderos de toros de lidia, una asociación de toreros y otra de banderilleros y mozos de espadas. Hay un defensor del pueblo y un defensor del espectador, hay unos tribunales donde se pueden denunciar las faltas de respeto, la privación de libertades y el impedimento a expresar las culturas propias. Hay programas de televisión de emisión semanal, y semanarios especializados y colaboración entre medios. Mil formas de actuar mucho más contundentes que quitarse la montera, a la que mucha gente llama el gorro del torero.

Para solucionar este tema, que nos coacciona día sí y día también, habría que crear una asociación para la defensa de la fiesta: enviar una comisión popular a reunirse con los partidos políticos; denunciar a una cadena  de televisión cada vez que el personaje hijoputa de una serie tenga algo que ver con los toros; ponerse en huelga de hambre; atarse con una cadena a la bola de los leones del congreso. Yo qué sé, algo serio y sonoro. Pasear desmonterados… Por Dios. Así nos va.