A propósito de la Semana Santa, la Semana Mayor, cuando rememoramos la pasión y muerte del Redentor del mundo, viene a pelo, el recordar cuando el Prefecto de la Provincia Romana de Judea, Poncio Pilato, a la hora de decidir la suerte de Jesús de Nazaret, que poco le importó, se lavó las manos y el resto de la historia, ya la saben todos.

En la Fiesta Brava Venezolana, sucede algo parecido.

A los taurinos, pareciera poco les importa su suerte, en la actual coyuntura socio, económica, política que se vive en el país. Se lavan las manos como Poncio Pilato, porque a la fecha, aún no han resollado ni pestañeado para nada, en su defensa y permanencia y a las pruebas vuelvo a remitirme.

¿Qué han dicho o hecho, ante las reiterativas amenazas de acabar con la Fiesta Brava en Venezuela y con lo más reciente, lo de la prohibición de las corridas de toros en San Felipe, Estado Yaracuy?. Pues nada, nada de nada, están sumergidos en un verdadero silencio de ultratumba, apenas unos cuántos se han manifestado al respecto y mientras, los enemigos ganan solapadamente terreno, que se les ha dejado prácticamente libre, una verdad, una realidad, tan palpable como que el sol sale todos los días.

Salvo poquísimas excepciones, sin que me quede nada por dentro, los profesionales del toro y aficionados taurinos, son los propios Poncio Pilato dentro de la Fiesta Brava en Venezuela. Se lavan las manos, como si nada fuese con ellos y como diría mi difunta progenitora, madre desgracia de pueblo y acoplándolo a lo que nos toca, madre desgracia de aficionados taurinos venezolanos, están como sí nada estuviese pasando en el mundo taurino venezolano.

Los Poncio Pilato taurinos abundan por doquier en este país, no obstante, así seamos pocos, hay quienes seguiremos dando guerra sin cuartel, lucharemos, daremos el todo por el todo, en defensa y permanencia de nuestra Brava Brava y olé.