Por José Luis Cuevas Flores

 vita un buen amigo mío a que escriba sobre mi historia artística y, a la vez, de la Agrupación “Los Piconeros» aquella que con tanto orgullo dirigí, en los 

Comienzo haciendo un poco de historia:

Tras el estallido de la Guerra Civil (1936), el Carnaval que venía celebrándose en España desde principios del siglo XX, queda suspendido en todo el Estado español. Finalizada la contienda, Francisco Franco (Caudillo de España), lo prohíbe de manera definitiva. Pero desgraciadamente con lo que no contó el dictador para que, de nuevo, surgiera el Carnaval fue la catástrofe ocurrida en Cádiz el año 1947. Uno de sus astilleros explosión dejando cuantiosas pérdidas humanas y económicas.

El Generalísimo, ante la magnitud de la desgracia y con el requerimiento y apoyo de las Instituciones y autoridades gaditanas, hace la “vista gorda» y cede a Cádiz la organización del Carnaval por estar situada en el rincón de Andalucía, ordenando de manera tajante, que en las demás provincias ¡ni se muevan!


La posguerra en Córdoba transcurre con esporádicas salidas de algunas máscaras -la mayoría de ellas- vecinos del barrio de San Agustín, calle Montero, San Lorenzo, San Juan de Letrán y alrededores, que al menor aviso de la presencia de alguna autoridad se recogían rápidamente en sus casas.

Así comienza la década de los años 60, y con él llega a las casas más pudientes ese fenomenal invento de la Televisión. En aquellas fechas la esposa del Caudillo Carmen Polo, tenía la costumbre por Navidad, celebrar en el majestuoso Teatro Calderón de Madrid un grandioso espectáculo, al objeto de recaudar fondos para el sostenimiento de las familias más necesitadas del país.

Como cabe suponer dicho espectáculo era televisado en directo para toda España, donde participaban todas las figuras de los escenarios españoles de aquel momento, de manera desinteresada: Estrellita Castro, Conchita Piquer, Juanita Reina, Juanito Valderrama. Varios grupos de música moderna: Los Gritos, los Bravos, Formula V, y también un jovencísimo cantante de nombre “Raphael.”

Concretamente en la programación del año 1966, se advierte que, además de los artistas más consagrados, figuraba un grupo gaditano que había triunfado en los Carnavales de su tierra con la obtención del 2° premio (el 1° fue para “Los Beduinos” del genial Paco Alba, a quién se le atribuye en Cádiz, ser el creador de la nueva modalidad de la Comparsa).

Este grupo del que hablamos, se llamaba “Los Beatles de Cádiz ” -una imitación perfecta de aquellos músicos famosos del barrio londinense de Liverpool– que por aquellos días se encontraban triunfando en una conocida sala de fiestas de Madrid.

El eco que tuvo aquella actuación con un tipo tan exacto al original, con una música pegadiza y un libreto repleto de graciosísimas letras, casi todas ellas, alusivas a todo lo que acontecía en el país, causó una gran sensación entre los partidarios de esa forma de reír cantando.

Un grupo de personas componentes del Centro Filarmónico de Córdoba, al cual yo pertenecía, había formado una comparsa para ir al año siguiente a Cádiz a participar en sus carnavales y me invitaron a ir con ellos. Era el año 1967 y el nombre artístico del grupo “Los Scocíos” que hicieron su debut en el Gran Teatro Falla, el martes 14 de mayo en función de 6,30 de la tarde, en sexto lugar de la primera parte. El grupo cantó muy bien, fuimos muy aplaudidos y hasta vitoreados.

Este grupo fue el primero en recibir el “Premio Especial Regional”. Premio que no figuraba en las bases del concurso y que, el Alcalde de Cádiz don José León de Carranza (Marqués de Villapesadilla), con motivo de nuestra visita al Ayuntamiento gaditano, ordenó (antes podía hacerlo un Alcalde), al concejal de Fiestas que instituyera en ese instante un premio: “para este grupo de valientes…

Así de sencillo resultó ganar el premio antes de comenzar el concurso. Sin competir. No había competidores llegados de la región, nada más que nosotros. En realidad es que desde ese mismo instante aquel premio parecía tener destinatario. 

Visto el éxito, al año siguiente 1968, decidimos ir de nuevo a Cádiz, pero con un tipo diferente. Nos llamamos “Rafalito y sus Apaches”. Ibamos vestidos de indios y otra vez ocurrió lo mismo. Cantamos, gustamos y nos dieron otra vez el premio sin tener con quien disputarlo.

De vuelta a Córdoba y, por razones que aquí no voy a explicar, abandono aquella Agrupación.

Hubo de pasar un tiempo para que varios de mis amigos me invitasen a volver, otra vez, al Centro Filarmónico. Ante su insistencia un día accedo a ir… y ¡sorpresa! Tenían formado un grupo y querían que me hiciera cargo de su dirección.

Recuerdo que al pronto les dije que no, que yo venía de otro grupo y que había acabado hasta la coronilla. Pero ante su insistencia les pido, al menos, que me den tiempo para pensarlo. Tras varias conversaciones y dada la amistad que me unía con algunos de los componentes de aquel grupo, doy mi conformidad con la condición, que solo sería para nuestro disfrute y el de nuestras familias, nada de profesionalizarnos.

Así fue como nació aquel grupo que se hizo muy notable en Córdoba y también en la provincia y al que pusimos el nombre artístico de “Los Piconeros».

Comenzamos los ensayos y, una vez, montados algunos temas de mi autoría, nos echamos “pa’lante”, Allá donde nos llamaban íbamos y actuabamos. Nos daba igual que fueran bodas, fiestas particulares, reuniones, festivales benéficos, todo con tal de que el público nos fuera conociendo y los pocos o muchos beneficios económicos que reportaran nuestras actuaciones, se irían guardando para gastos propios de la comparsa y para lo pactado en aquella reunión.

Pero ya se sabe lo que ocurre con la gente. La comparsa sonaba bien, había buenas voces, buenos instrumentistas, ganas de divertirse y, sobre todo, de conocer Cádiz, Así que me animan y con la calidad de aquellos hombres, me decido a ir a concursar con ellos aunque solo fuese por volver a disfrutar, una vez más, de una bonita experiencia, por eso intenté hacerlo de nuevo.

Enseguida me pongo, manos a la obra, y durante todo el año de 1969 lo dedico a preparar la comparsa, para ir bien seguros a concursar al siguiente año 1970, con nuevo repertorio, todo escrito por mí, tanto músicas como letra.

Como ya tenía cierta experiencia adquirida habíendo ido anteriormente dos años consecutivos a Cádiz, era totalmente consciente del problema con que nos íbamos a encontrar a la hora de pisar las tablas del escenario del Gran Teatro Falla. 

Sabía de los fracasos de otras agrupaciones por estar preparándose en sitios inadecuados, bien en salones, en locales vacíos, donde hay una elevada resonancia, que no es nada bueno para cantar en un teatro como el Falla de Cádiz, donde existe una acústica muy distinta a la acostumbrada, que es la que te impide poder oir al que canta a tu lado. ¿Consecuencias? Las ya sabidas, que la comparsa se desajusta, se desorienta, cunde el nerviosismo y solo te puede salvar del desastre, si llevas el repertorio bien “trillado». De lo contrario estás abocado al fracaso seguro.

Conociendo esto, como digo, busco un lugar donde pueda haber una acústica lo más parecida a la del Teatro Falla. Para intentarlo me entrevisto con Federico Algarra (hijo) director de la Cadena Ser, y me concede el honor de prepararnos en el mismo teatro de la emisora EAJ 24 Radio Córdoba.

Allí nos mantuvimos todo el año, noche tras noche, “machacando” todo el repertorio. Cuando esta mi comparsa, apareció en el centro del escenario del Gran Teatro Falla… se echó pa’lante, con las puntas de sus botines casi rozando las luces de las candilejas y rompen a cantar con este pasodoble todo el patio de butacas se puso en pie aplaudiendo: 

“A cantarte hemos venido / de mi Córdoba “la Llana» / con el corazón te pido / bella ciudad gaditana. Que me sepas perdonar / los fallos y los errores / que nosotros al cantar / digamos en nuestras canciones. Porque eres tú / bello pueblo soberano / mi amor por ti / fue siempre noble y sincero / con un abrazo de hermanos / a los gaditanos / les dan “Los Piconeros». / Siempre por ti / yo canto mi canción/ y pongo el corazón/ “sentrañitas” mías / con el cariño / y to’a mi ilusión / entono mi pregón/ reina de Andalucía. Tus encantos / se pueden igualar / con tu cielo y el mar / que nadie lo iguala / tu progreso no tiene fin / yo te quiero hasta morir / bella Tacita de Plata” Así, de esta forma hicimos la presentación cantándole al publicó gaditano todo el repertorio de coplas. Casi tocando con nuestras manos sus caritas y como no podía ser de otra manera, aquel teatro abarrotado en todas sus localidades, reventó en fortísima y atronadora ovación y dando ¡Vivas a Córdoba !

Tuvimos la suerte también, que en el tiempo de nuestra actuación, entrase al teatro para presenciar la función la Reina de las Fiestas, señorita Loli García-Agulló y Fernández Lasquetty, acompañada de su Corte de guapísimas damas, ocupando el palco del proscenio a nuestra izquierda.

¡Precioso! Espectáculo aquél, con toda la sala completamente iluminada y el público levantado de sus asientos aplaudiendo a su Reina y demás bellezas acompañantes. Aquellos proyectores o cañones de luces de colores, apuntaban a aquel palco, al igual que a nuestra comparsa.

Debo informar que en Cádiz, es norma establecida que en ese momento la agrupación que está en el escenario, interrumpa el ritmo del concurso y dedique a la Reina de las Fiestas su pasodoble (piropo).

Esperamos… y cuando ya estaba todo más calmado, nos giramos hacía ella acercándonos al palco lo más posible… y le interpretamos este lindo pasodoble haciendo juego con su indiscutible belleza:

“A ti reina y soberana / de éste grandioso lugar / con todo nuestro / respeto y cariño / este pasodoble / te vamos a dedicar. Si reina a te proclamó / este pueblo gaditano / nosotros de corazón / a tus pies nos inclinamos. Guapa eres tú // tu candor es de una rosa / no he visto yo /una cara más graciosa. Pero escucha el romancero / que te están cantando / tus “Piconeros”. Una Corona / de perlas y rubí / yo traigo para ti / de mi tierra platera / para “adorna” / la gracia juvenil / de tu cuerpo gentil / preciosas diademas. Y pa’ tus brazos / pulseras de coral / y un bonito collar / de pedrería) / que tu cuerpo lucirá / como Reina de verdad / por tu gracia y simpatía».

Recuerdo que nos pasamos del tiempo reglamentario visando temas, con todo el patio de butacas puesto en pie gritando: ¡Córdoba!… ¡Córdoba!… “esto sí que es, una Comparsa…

La emisora encargada de retransmitir para Córdoba y provincia, el certamen carnavalero, era la emisora La Voz de Andalucía, con el patrocinio de la Denominación de Origen, Montilla-Moriles. Al frente de la narración estaba el periodista y locutor del citado centro emisor: don Salvador Carrasco quien durante tres tardes-noches, con sus tres madrugadas, dio amplia información de nuestra actuación y del éxito tan rotundo de “Los Piconeros” en el prestigioso Teatro Falla de la ciudad gaditana.

Un triunfo grande que el citado Salvador Carrasco, tuvo que reconocer esa misma noche de la gran final ante los micrófonos de La Voz de Andalucia» empleando las siguientes palabras: “Señores, hay que reconocer que el pasodoble de “Los Piconeros» es, sin duda, el mejor que se está *cantando este año en el Gran Teatro Falla de Cádiz”.

La revista gaditana CÁDIZ GRÁFICO del mes de junio del 1970, publica en su segunda página con grandes caracteres tipográficos, los cinco grupos que obtuvieron el primer premio, acompañado de un comentario.

“Los Tarantos” (primer premio Comparsa Local).

“Los Cristobalitos» (primer premio Chirigota Local).

“Los Sénecas» (primer premio Comparsa Provincial).

“Los Hechiceros de la Luna» (primer premio Coros Local)

“Los Piconeros» (primer premio Comparsa Regional), y dos accésit para “Los puretas extravagantes” de Córdoba y “Los turistas del Tirol” de Huelva.

El regreso a nuestra tierra, como era de esperar, fue muy bonito por el recibimiento del que fue objeto la Comparsa. En el andén de la Estación de Córdoba, esperaban nuestras familias ansiosas por abrazarnos. Muchos amigos y simpatizantes de nuestro grupo también acudieron a recibirnos. Varios directivos del Real Centro Filarmónico se presentaron portando ramos de flores, entre los que se encontraba su vicepresidente Joaquín de Haro, quién nos dio la enhorabuena en nombre de la entidad que representaba, por el gran éxito conseguido.

La agenda de actuaciones se multiplicó y todo el mundo solicitaba nuestra presencia, incluso, para fines benéficos. Recibíamos invitaciones de todas partes. La Asociación de Amigos de Los Patios, nos hizo Socios de Honor y la Federación de Peñas, nos distinguió con el Potro de Plata.


El restaurante de las Instalaciones Deportivas “El Fontanar» dirigido por los hermanos José y Juan Antonio Polo, nos contrató para amenizar con nuestras canciones, las cenas extraordinarias que allí se daban las noches de los sábados.

Acabado el concurso de Cádiz, hubo de renovar el repertorio e incluir en él canciones nuevas que hablasen de nuestra ciudad, de sus mujeres, de sus típicos barrios y de sus hermosos e inigualables Patios.

Transcurrido unos meses de nuestra vuelta, solicitan nuestra colaboración para un acto benéfico organizado por una importante Institución cordobesa, donde actuaríamos junto a otros artistas de primer nivel: Bety Misiego, Luciana Wolf, María Escribano (Miss Madrid), Jaime Morey, Robert Chantard, El Trío Siboney, Los Gritos y otros, junto con el presentador de Televisión Española José Luís Uribarri, teniendo por escenario los maravillosos Jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos.

Como todo marchaba sobre ruedas y el grupo estaba tan agradecido del ánimo y el cariño con que era recibido en todos los lugares donde actuabamos, se pensó que al año siguiente (1971) se podría volver de nuevo a Cádiz para, con un poco de suerte, conseguir traernos para Córdoba otro primer premio.

Seis meses de continuos ensayos me llevó preparar al grupo, que partiría a Cádiz con el nombre artístico “Los Rondadores» (tipo alusivo a un trovador de antaño), pero en tiempos de ahora.

Como el año anterior, los ensayos de los dos últimos meses se hicieron en el salón del Teatro de la emisora EAJ 24 Radio Córdoba.

A Cádiz marchamos totalmente ilusionados. Llevábamos un repertorio bastante aceptable, con algunas letras importantes como era el pasodoble dedicado a la Reina de las Fiestas. Pero al llegar a la Tacita de Plata nos enteramos que habían unificado los grupos: las Comparsas Regionales y Provinciales actuarían en uno solo, y de ahí, saldrían el primero, segundo y tercer premio. Lo mismo hicieron con las Chirigotas. Nos sorprendió bastante. No nos habían comunicado nada. Pero ya no había vuelta atrás. Dijimos que había que cantar como sabíamos, echarle casta y que fuera lo que Dios quisiera. 

Y lo que Dios quiso fue, que nos dieron el tercer premio. El segundo se lo llevaron “Los Camborios» de Isla Cristina (Huelva), Un grupo con muy buenas voces, que demostraron su mayor veteranía y buen hacer en el escenario. El primero fue para los “santones» del carnaval del Puerto de Santa María “Los Hindúes”. Un grupo mucho más consolidado y más profesionalizado que el nuestro. Quién no recuerda a “Los Simios», “Raza Mora», “Los Galanes» etc. Todos primeros premios. Por nuestra parte cantamos muy “afinaito” y engarzando con suavidad las frases. Creo que ese año, llevábamos una música muy acorde con el tipo y un libreto muy digno donde, como dije antes, destacaba la letra a la Diosa del Carnaval, siendo objeto de múltiples alabanzas por parte del público. La letra es la siguiente: 

“Me encontraba cierto día / a la orilla de tu playa / cuando vi que salía / una sirena / bajo sus aguas. De su belleza y hermosura / maravillado quedé / Reina para estas Fiestas / enseguida la proclamé. ¡Gaditanos, gaditanos! Nunca vi flor más lozana / por tu Virgen del Rosario / que no os engaño / mirarle a la cara. Ojos de sultana y mora / como luceros de madrugada / si mi Julio viviera / en su museo tu te encontraras. Vente conmigo chiquilla / y que allí te vean / y te encierre en mi Mezquita / guapa mocita / junto a mi vera. Reconozco con nobleza / no hay una cara más bonita / yo me rindo a tu belleza.

Al volver de la Tacita, me veo en la necesidad de dejar el grupo por razones de trabajo con mi Empresa. ¿Consecuencias? Que el grupo cesa en sus actividades.

El tiempo pasa (1980) y mi estancia en Madrid termina por lo que a mi vuelta me incorporo de nuevo al Coro del Real Centro Filarmónico. Allí durante los ensayos del Coro, nos veíamos todos. Después nos invitábamos y hasta cantábamos nuestra coplillas, hasta que un día nos calentamos, de nuevo y decidimos que había que volver otra vez a cantar nuestras coplas al público y amigos de Córdoba.


Pero estaba claro, que sí volvíamos no sería para ir otra vez a Cádiz a concursar. Eso sería imposible. El Carnaval ya no se celebraba en el mes de

mayo. La Federación de Peñas Carnavalescas Gaditanas, había conseguido que volvieran al mes de febrero, cosa que chocaba con nuestros intereses, por aquello de los permisos y demás. Pero una cosa sí tenía yo muy clara, que al grupo había que darle un aire más flamenco.

Sin dejar de cantar los clásicos pasodobles a nuestra Córdoba, a sus mujeres y a su gente, tenía que meterme de lleno en preparar otros ritmos que también gustaban al público como: Sevillanas, Rumbitas, Colombianas, hasta Plegarias y Villancicos compuse, y también una “Misa Piconera” que gustaba muchísimo, y que fuimos a cantarla al barrio de La Viña de Cádiz, en la Iglesia de la Virgen de la Palma. Así que conseguí cambiar un poquito el estilo al grupo, haciéndole que sonara más flamenquito. Y el vestuario, lo cambie también para que estuviese más acorde con los ritmos que íbamos a interpretar en lo sucesivo. 

Aprovechamos que La Asociación de Vecinos “Guadalquivir” inauguró una nueva sede -un hermoso edificio de dos plantas-, situado frente al Estadio “San Eulogio” del Campo de la Verdad con varios y amplios salones para reuniones, y un hermosísimo salón de actos, amén de otros departamentos, para verme con su presidente Juan Montiel Salinas amigo del grupo, y éste nos ofrece uno de aquellos salones para nuestros ensayos. “Los Piconeros” aceptan el ofrecimiento y, de inmediato, lo adecuamos a nuestro estilo y gusto. Incorporamos algunos enseres, mesa grande, sillas, tresillo con sus dos butacas, colgamos cortinas y decoramos sus paredes con fotografías de nuestras propias actuaciones. Hasta un bar pusimos para dar sitio al barril de dos arrobas de vino que nos regaló el conocido y prestigioso bodeguero cordobés, Manuel García Zamora, dueño de las famosas Bodegas “El Gallo», en correspondencia, con mi persona, por haberle dedicado a sus inigualables caldos montillanos, este bonito y airoso pasodoble:

Título.- “ESE VINO«.- “Desde tiempos muy remotos / se les rinde pleitesía /a los riquísimos mostos / de nuestra bella Andalucía. Es famosa por sus caldos / y por su sabor y aroma / se destacan los de “El Gallo» / cuyos vinos extraordinarios / son de don Manuel Gracia Zamora. ¡Ese vino! / con categoría y rango / no le hará a usted ningún daño / aunque lo beba de “seguío” / pruébalo, verá no le engaño / que está que quita el “sentío”. Así es que fama y nombradía / goza don Manuel García / y no hay otro como él / porque conserva en sus bodegas / puras y viejas soleras / del mejor vino cordobés”.

Una vez que el local estuvo a nuestro gusto, decidimos inaugurarlo. Solicito permiso y le hago una visita al que por aquel tiempo era Gobernador Civil de Córdoba y provincia, el murciano don Joaquín Esteban Mompeán. Me recibe en su despacho, le invito a la inauguración y él acepta gustoso. La noche del jueves 28 de octubre de 1982, don José Luque Requerrey, párroco de la Iglesia San José y Espíritu Santo (Campo de la Verdad), le echa las bendiciones, en presencia del señor Gobernador, su distinguida esposa, el presidente de la Diputación, el delegado de Educación y Ciencias, así como otras personalidades de la sociedad cordobesa: presidente de Peñas, amigos/as y directivos de la Asociación de Vecinos “Guadalquivir”, todos acompañados de sus distinguidas esposas.


Naturalmente, hubo una copita de vino servida con largueza, por el personal del restaurante “Las Beatillas». Cerró el acto la actuación de nuestro grupo que estrenó oficialmente, esa noche, el pasodoble de mi autoría:

“PIROPO A MURCIA» : “Tiene mi España / un hermoso jardín / donde las flores / crecen por doquier / con la fragancia / a nardos y a jazmín / bien puede presumir / Murcia con su vergel. Bello paraíso / de gracia sin igual / es un emporio / de belleza y hermosura / esa es mi tierra / la huerta murciana / ramito de mejorana / regada por el Segura. Murcia / divino tesoro / tu fuiste la elegida / admirada y querida / por el Rey moro. Magnolia / maravilla del verano / tu sigues siendo la novia / del mar Mediterráneo / Murcia / por eso yo te quiero / te admiro y te venero / te lo digo de corazón / y te agradezco con to’a mi alma / que un hijo de tu entrañas / sea nuestro Gobernador.

A petición del señor Gobernador el grupo interpretó también el pasodoble que yo dediqué al desaparecido maestro: Ramón Medina Ortega.

Una noche, al término del ensayo lanzó la idea de rendir un cariñoso homenaje a nuestras esposas e hijos por soportar todo el año nuestra ausencia de manera tan abnegada y generosa. Y propongo que dicho acto sea la celebración de una Cena de Gala en homenaje todos ellos.

Puestos de acuerdo, el acto se celebra en la Asociación de los Amigos de los Patios , San Basilio 50, gentilmente cedido por su directiva. Tan emotivo acto se celebró el 13 de junio del 1981 (San Antonio).

Aquél día todos los componentes de “Los Piconeros» con sus respectivas familias, nos dimos cita en aquel maravilloso Patio, para embriagarnos de la fragancia y el delicado perfume de sus maceta, los finos olores a romero, tomillo, hierbabuena, albahaca… El azahar, los nardos y el penetrante aroma a jazmín y a dama de noche, así como otros olores que destilaban las demás flores de aquel hermoso Patio tan singular.

Espléndida cena la que nos sirvió Juan “El de las Beatillas» compuesta de asado de cordero, buen jamón, mejor queso y también su mariscada correspondiente. Todo bien “regaito» con espumosas frescas cervecitas y los exquisitos caldos de nuestra tierra.

El Memorable acto lo cerró una actuación del nuestro grupo que interpretó, para nuestras familias e invitados, lo mejor de su repertorio. A partir de es día, este evento se hizo costumbre, en años sucesivos, y duró, hasta que el grupo dejó su actividad.

A esta fiesta solían venir invitados, amigos y simpatizantes de la Agrupación, que compartían con nosotros todas las viandas y los éxitos obtenidos durante el año. En esta ocasión el invitado de honor fue, Antonio Sánchez Castro (director del Coro del Real Centro Filarmónico) y señora, que al escucharnos parte de nuestras coplas, me aconsejó que debería estudiar música, para que me sirviese, de ayuda para futuros proyectos musicales. Sin pensarmelo dos veces y con la edad de 45 años (esposa y 5 hijos a mi espaldas), al año siguiente, me matriculo en el Conservatorio Superior de Música de nuestra ciudad (curso 81/82), para comenzar mis estudios de solfeo.


Mi buen amigo y matador de toros José María Montilla era, por aquellos años, delegado en Córdoba de la SGAE y un día decido ir a visitarle a su despacho de la calle Morería para recibir información sobre la documentación necesaria para obtener el carné de socio de tan prestigiosa sociedad. Uno de los documentos que necesitaba, además de abonar la cantidad de 2.550 pesetas, era, tener alguna obra escrita y archivada en el Registro General de la Propiedad Intelectual. Con los escasos conocimientos que aún tenía compongo, no sin alguna ayudita, la partitura de voz para mi ingreso. A poco La SGAE me envió el carné de socio con el número 35.187.

El tema que registré tiene por título8*8:

“NIÑA CORDOBESA«,- Primera letra.

“Cuando llega el mes de mayo / mi Córdoba se engalana/ se llenan sus hermosos Patios / de claveles y geránios / y olor a albahaca. Con el frescor de la noche / bajo el limonero / de blanco azahar/ Patios de misterio / cuajados de flores / que en noches de amores / se oye este cantar:

ESTRIBILLO.– Niña, niña Cordobesa / cuida la belleza / de tus gitanillas. Niña, recoge tu pelo / tan caracolero / con mil florecillas. Niña, cimbra tu cintura / divina criatura / que a mí me enloqueces / te rindo admiración / ¡Ay! Córdoba de mi pasión / ¡Olé! tus Patios cordobeses”.

Segunda letra.

“Barrio de Santa Marina / San Agustín y San Lorenzo / Plaza de la Lagunilla / calle San Basilio / de mi Alcázar Viejo. Patios de hechizos morunos / perfumes de adelfas / nardos y jazmín / mujeres de ensueño / su embrujo y majeza / de inigual belleza / les quiero decir”. 

AL ESTRIBILLO Y FINAL.

Dicen que todo tiene un principio y un final. La Agrupación de “Los Piconeros” nadie duda, que tuvo una época brillante, pero también les llegó la hora de recoger velas y cobijarse cada uno en su casa. Nada es imperecedero y el fin siempre llega.

A partir de ese momento dedico mi vida exclusivamente a mi familia . Ni bares, ni peñas. Mi trabajo y mi casa. Mi mujer, mis hijos, mis nietos y mis clases en el Conservatorio.

Cantando a la señora del Gobernador de Córdoba, Joaquín Esteban Mompeán, el pasodoble que le escribió y dedicó a su marido, Antonio Rodríguez Salido. el día de la inauguración de la sede social, en la Asociación de Vecinos «Guadalquivir»

Ya tengo más tiempo para escribir y comienzo a componer temas de canción española: “Soy de Córdoba” (pasodoble), “La Loca” (Zambra) “Quién eres tú” (Ranchera), “Y Cordobesa” (pasodoble) y muchas letras de saetas,

fandangos, sevillanas etc, para que las cantasen las excelentes tonadilleras: Blanca Aguilera, Trinidad Montero, Macarena del Río, María Gracia y otras estupendas artistas.

Después de haber escrito para varios profesionales de la copla, percibo que mis conocimientos sobre la gramática de la música los tengo bien fijados y perfectamente definidos. Por lo que decido a principios del año 1991, escribir un pasodoble a un torero de mi total aprecio: Rafael Jiménez González “Chiquilín” que por aquellos años vivía en triunfo. Sus airosos compases se oyeron por vez primera el 27 de mayo del 1992 fecha de su alternativa, durante la faena de muleta al toro “Canalla” de la ganadería de Jandilla al que le cortó un apéndice auricular. Aquella tarde actuó de padrino el diestro de Camas, Curro Romero y de testigo el madrileño Julito Aparicio. 

Antonio Rodríguez Salido autor del pasodoble a Rafael Jiménez González «Chiquilín», le hizo entrega del pentagrama al propio torero, delante del monumento a «Manolete» este pasodoble es toda una pieza musical 

“CHIQUILIN». (pasodoble). Primera letra. 

“A la sombra la Mezquita / la mejor del mundo entero / en el barrio Santa Marina / a “nacío» un gran torero. Su nombre es Rafael / por valiente tiene fama / no hay ninguno como él / en “cordobita la Llana”. Estribillo.- “Rafael González “Chiquilín” / torero de postín / de mi Córdoba señera / por tu arte y tu forma de sentir / la afición a dicho sí / a tu casta torera. Rafael González “Chiquilín” / ya suena el clarín / pa’ remata la faena / dando la cara y el pecho / con la espada y por derecho / tiras al toro rodando a la arena.

Segunda letra.

“Sale el toro a la arena / tirando “cornás” y derrotes / lo recibe el torero / con tres lances de capote. Se formó la algarabía / un clamor hay en la plaza / por tu arte y torería / se oyen ¡olés! y palmas.

Al Estribillo y final.

Y para no hacer la cosa demasiado extensa, resumo solo con los títulos, de los pasodobles que, hasta ahora, he escrito además del comentado: “Finito de Córdoba “, “V Califa” (dedicado a Manuel Benítez), Manuel Díaz “El Cordobés», José Luís Moreno, Antonio “Rey Vera», Miguel Báez “Litri” (padre, en su cincuentenario de alternativa), “Al Gran “Guerrita», A los periodistas: Matías Prats Cañete, Pepe Toscano, Rafael Sánchez González y Salvador Sánchez Marruedo (Pipo II), y Francisco Molina Guerra, hijo de José Molina Abela (primer apoderado que tuvo “Manolete«, antes de Cámara), sobrino- nieto de “Lagartijo el Grande» y nieto de Rafael Guerra Bejarano “Guerrita». Al restaurador: Rafael Carrillo Maestre. A las revistas taurinas: Toreros de Córdoba y Los Sabios del Toreo. A las Peñas: Curro Romero (Écija),La Montera, Cultural Azahara, “Los Clásicos”, “Calerito”, Ganaderos: Antonio Gavira e Higinio Luís Severino Cañizal, “Ganadero de Lumbrales” (Salamanca). Este pasodoble está grabado e interpretado por el grupo femenino “Las Cané” (antiguas Papás Levante). Otro dedicado a mi nieto David Rodríguez “Saleri II”, Y el último dedicado a la Escuela Taurina Antequerana. De todos, guardo un entrañable recuerdo por el cariño que puse y el esfuerzo que realice.

Nunca esperé nada a cambio, tan solo me guió el poder contribuir con mi trabajo a la grandeza de una Fiesta a la cual amo con toda mi alma y con la que me suelo identificar siempre.

Pero de todo esto, hay algo que me dejó tremendamente satisfecho y del que me vi en parte reconocido profesionalmente y que hoy es mi deseo dar a conocer: 

Juan Serrano Pineda «Finito de Córdoba» y Antonio Rodríguez Salido. 

El día 1 de enero de 1996 (Año Nuevo). Patrocinado por la Universidad de Córdoba, se celebró en el Gran Teatro de nuestra ciudad, un magno concierto en el que con músicas de Straus, Bisett, Roig, Tchaikovsky, y Manuel de Falla, sonaron los compases toreros del pasodoble “Finito de Córdoba». El director de la Orquesta de Córdoba Leo Brouwer, había solicitado de este modesto compositor su partitura, para que su música también figurará entre las más importantes obras de ese grandioso y sensacional concierto. Tan variado programa tuvo además el atractivo del baile de Javier Latorre y Nuria Leiva, que supieron añadir con su buen hacer, aún más éxito al magno acontecimiento. 

No creo tener una ocasión más en mi vida de poder disfrutar tanto como lo hice ese memorable día. ¡Imaginar¡ Palco Central del Gran Teatro, Carmen y yo ocupando plaza en el centro del mismo. Rompe la Orquesta con el pasodoble torero “Finito de Córdoba” y, al acabar, una enorme ovación invade la sala, (iba dirigida a la Orquesta con todo el público puesto en pie). El director de cara al público, agradece aquellos aplausos que no cesan. Leo Brouwer se vuelve a coger algo de su atril, pone su brazo izquierdo en alto, y con sus dedos comienza a mover la partitura, mientras con la batuta en su mano diestra la golpea suavemente, a la vez que le hace indicaciones al público del lugar donde deben dirigir sus aplausos. De pronto un haz de luz ciega nuestros ojos. Uno de aquellos cañones que enfocaban el escenario se ha vuelto hacía los palcos localizando el lugar que nosotros ocupábamos. El público del patio de butacas se gira, levanta su mirada y, sin cesar de aplaudir, me obliga a levantarme de mi asiento para saludarles repetidas veces y para agradecerles todas aquellas muestras de cariño.! Noche mágica para mí!

Una última cosa: Jamás en mi vida he envidiado a nadie y tampoco me considero inferior ni superior a nadie. Lo que sí de verdad creo, es que soy un desconocido para la gente de nuestra Córdoba. Tengo más de 200 canciones registradas. Pero quizá me haya faltado haber sabido venderme mejor. Amigo, un fuerte abrazo.

Córdoba 18 de abril del 2020.