En nuestra casa de Ejea de los Caballeros se respira el culto taurino a don “Francisco el de los toros” con el busto original de Burriel, los platos de la Cerámica de Muel y los carteles con los que se anunciaron las primeras Feria de la Oliva que organizó la Peña “Martincho” en la llamada “Plaza de Miguel Cinco Villas”.

 

En síntesis, toda una mayúscula Historia. Fue Goya el director artístico de los festejos de la Plaza Mayor de Madrid de la Coronación de Carlos IV,  en los que se lidiaron diez toros de don Francisco Bentura por parte de Pedro Romero, “Costillares” y  “Pepe-Hillo”, el principio de la corrida de toros en su actual parafernalia. ¿Pudo intervenir el de Fuendetodos en el hecho de que se llevaran a Madrid para tal acontecimiento toros de Ejea de los Caballeros? No tengo testimonios fehacientes, pero se lo agradezco a don Frasco de todo corazón y porque, además, dejó para la posteridad el rostro y las maneras de Antonio Ebassun “Martincho”, de Farasdués, a 14 quilómetros de Ejea, naturaleza que descubrí  en el registro parroquial de la capital cincovillesa en los años 50 del siglo pasado, que prediqué a lo largo de los años hasta que un sacerdote guipuzcoano (lo que le libera de toda sospecha ruralista) firmó una de las mejores biografías taurinas (Salvador Ferrer dixit) para ponerle historia a los documentos gráficos de Goya. Ser goyista no tiene ningún mérito. Pero es que, por añadidura, después de todo lo que ocurrió con los ejércitos de Napoleón, el Genio se hizo afrancesado. No sé si se percató de que mejor nos hubiera ido a todos con José Bonaparte que con Fernando VII, el deseado. Me confieso taurinamente afrancesado sin entrar en otros muchos matices de los que en el siglo pasado me hablaba mi madre, que no estaba muy versada en Historia pero era muy intuitiva. Llegué a la convicción de que los niños venían de París.

 

En estos momentos tengo un contacto casi diario con Marc Lavie, André Viard (ayer con lo de Parladé) y Marc Roumengou. En la “Semana Grande” de Lavie, con el apoyo del diccionario hispanofrancés, he encontrado un recuadro sobre Miura y Sevilla en el que apunta datos muy  curiosos: Pepe Luis Vázquez, entre 1942 y 1950, toreó en la Maestranza diecinueve toros de los de Zaheriche, Ruiz Miguel, en veinte años (1971 a 1991), veintiséis; Ricardo Torres “Bombita”, treinta y cuatro; Rafael  el Gallo, veinticuatro; J. J. Padilla lleva veinte toros y José Martínez “Limeño”, el de Sanlúcar, récord , les ha cortado once orejas a diecisiete toros miureños y ha salido a hombros por la Puerta del Príncipe tres años seguidos: 1968, 1969 y 1970. Curro Romero, por cierto, ni uno solo en Sevilla y en el resto de las plazas de toros del Mundo. Ya se conoce la respuesta del de Camas cuando Domingo Dominguín, a la sazón su apoderado, le propuso torear un encierro de don Eduardo jovencísimo, con dos plátanos, sin culata y con cara de no haber roto un plato. “De miura, ni resién nasidos” – fue su contundente respuesta.

 

Marc Roumengou me comentaba hace unos días que, repasando mi “Fiesta Española” del año 1967, se había encontrado con una entrevista que yo le hice en el avión de Sevilla a Barcelona a Josefa Camacho, la esposa de Rafael Ortega, que había resultado herido de suma gravedad en la Monumental catalana. He releído aquel trabajo mío y doy mi palabra que me he emocionado y hasta  reconciliado conmigo mismo.

 

“Pues no era yo tan malo”. Quizá el peor porque los que empezaron conmigo me superaron y yo me tuve que volver al pueblo a lamer mis heridas mercantiles. Al  menos, supervivo, que no es poco, y tengo dos nietos que “no me los merezco”. Mi esposa me dice: “Pués – esto es muy aragonés- haz por merecértelos”.

 

Y Roumengou, puntilloso, me preguntaba también por la crónica que firme desde Sevilla de una corrida en la que Manuel Benítez cortó tres orejas y “fue paseado a hombros”, sin aclarar si  abrió la Puerta del Príncipe o salió por la de cuadrillas. No lo recuerdo. Con los adelantos modernos, desde mi casa he podido examinar las páginas de ABC de entonces y, en la edición de Madrid, sólo se publica la reseña de agencia, y, en la de Sevilla, “Don Fabricio II”  asegura lo mismo: que “El Cordobés” fue paseado a hombros. Sucedió el  1 de octubre de ese año de 1967 y se lidiaron cinco toros de Benítez Cubero y uno de Torrestrella, tercero, que correspondió al de Palma del Río y al que le cortó una oreja. A Jaime Ostos le impuso la Cruz de Beneficencia Utrera Molina, entonces gobernador civil y luego ministro de Franco, Jaime García “Mondeño”, elegancia y personalidad exquisita, dio la vuelta al ruedo y “el de los pelos” le cortó las dos orejas al sexto. Tres orejas, salvoconducto suficiente para franquear la principesca cancela. Tengo mis dudas. Al aragonés Luis Mata, de novillero, en los tiempos de Paquito Casado y Pepe Luis,  tampoco le permitieron salir por la famosa puerta  en parecidas circunstancias. A su paisano Juan Ramos (Juan Lorenzo Bueno Ramos, de Cimballa, Zaragoza) le pasó lo mismo treinta y tantos años después, el 9 de mayo de 1976, en tarde en la que alternó con “Parrita” hijo y Luis Francisco Esplá. ¿Quién abre el afiligranado portón? Tengo idea de que la hipotética llave la administran los maestrantes. No es norma, es privilegio.

 

¡Qué bravura, don Nazario! Y pensé en don Nazario Carriquirri, en el de las ces mayúsculas y entrelazadas por la espalda, de origen francés, su padre fue un calderero que se estableció en Pamplona, y él, “self-made”, empresario, banquero y diputado en Cortes, se casó con Carmen Moso, pariente de los Espoz y Mina, se hizo con la ganadería de Guendolaín con orígenes en la del marqués de Santa Cara, lo retrato de Esquivel con bigote circunflejo y una mano, la derecha, en el pecho,  y se hizo famoso por sus toros y por su apellido, Carriquirri, como Mazzantini o Nicanor. En esto de los nombres ha habido muchos ganaderos que no han necesitado de sus apellidos: Atanasio, Graciliano, Arcadio, Laurentino, Salustiano, Pío, Bernardino,  Samuel, Alipio, Victorino, Isaías y Tulio o Abacuc. Pero a este Nazario ensalzado por su bravura, la de sus toros, claro está, hay que ponerle apellidos porque, en realidad, se trata de don Nazario Ibáñez, que el pasado día 1 de mayo lidió en Madrid seis novillos en sustitución de los anunciados de “Yerbabuena”, rechazados, supongo que con razón, por los veterinarios venteros. El primer novillo fue encastado; segundo y quinto, bravos y con mucha clase; tercero, manso, y cuarto y sexto, con buen fondo.

 

Mario Alcalde mató de dos “medias tendidas” (llovería y se le mojaron), Antonio Puerta, de grana y oro, no respondió a la tradición de semejante vestido, y  Rafael Cerro, pupilo del propietario de “Yerbabuena”, dio una vuelta al ruedo en el tercero y catorce descabellos en el sexto. El nuevo don Nazario, no digo joven pese a marcar su antigüedad desde el  último año del siglo XX, cuenta con ganado procedente de lo de Rincón (Núñez) vía Manolo González. También tienen “Núñez” “Alcurrucén” y “Torrestrella”. Buena señal. Luego, hay ganaderos que “hacen” su ganadería. Parece que don Nazario está en el camino.

 

Y, a la vuelta de la esquina, la Feria de San Isidro y en ella un gran acontecimiento organizado por “Escalera del Éxito”: homenaje a la memoria de don Juan Belmonte en la persona de su nieto Juan Carlos Beca Belmonte y el intercambio de presentes entre el ministro José Ignacio Wert Ortega y Salvador Sánchez- Marruedo. “El Cultural”, que preside Luis María Ansón, de la Real Academia Española, no olvidarlo, anuncia, por conducto de “Juan Palomo”, que en la zona de Las Ventas del Espíritu Santo se inaugurará el Espacio Arte y Cultura con la presencia del prestigioso Vargas Llosa, el soriano Sánchez Dragó que promete no leer su guía “Gárgoris y Habidis”, Arrabal que no irá acompañado por Diego Bardón porque este,  que en su juventud fue novillero y pánico,  se hizo anti-taurino desde que se metió en el “ataúd de terciopelo” con Raúl del Pozo, Savater, autor de “Arte, crueldad y tradición” y “El toro y el redentor” de Racionero. Añade Juan Palomo que “habrá conciertos, exposiciones, charlas entre toreros y sobre todo, fiesta”.

 

Alegría, venga alegría ¿y cómo arreglamos esto? Que el espectáculo vuelva a interesar a los contribuyentes. El peto, señores del Jurado, ese que rechazaron algunos en principio y que salvó a la FIESTA (con mayúscula) y que ahora ha difuminado lo que antes era suerte fundamental. El peto, señores ganaderos, el peto. El anatómico e invulnerable.   

 

 

 

 

Artículo de Benjamin Bentura Remacha

Periodista

Fundador de la Revista “Fiesta Española”

 

Escalera del Éxito 85