No hay que olvidar que la Monumental de Madrid es una Plaza de Temporada y hay que cuidar los carteles de toros y toreros, en razón de la importancia del coso, Primera Plaza del Mundo, por su afición, y por el bien de la Fiesta de los toros. La feria de San Isidro y los otros seriales anexionados en cuya programación hubo luces y sombras, pero el auge de los abonos, con feriantes y coleccionistas de acontecimientos, al parecer se cumplieron objetivos, aunque se podría cuestionar varios conceptos. Lo del resto de la temporada es otra cuestión., hay que pensar en las prioridades de la afición madrileña y considerarlas.

            El domingo 22 de junio de corrieron toros de la ganadería de Hros. de Atanasio Fernández Iglesias, de encaste Atanasio. Sustituidos dos en el reconocimiento, en cuarto y quinto lugar se lidiaron otros tantos de la divisa de José Luis Vasconcellos, con el mismo encaste que los anteriores. En general, un encierro manso, carente de raza y escaso de fuerzas. El sexto fue el mejor para la muleta.

            Francisco Javier Corpas, de la localidad sevillana de Castilblanco de los Arroyos, confirmó la alternativa, con antigüedad de mayo de 1997. La faena al primero no tuvo relieve, fue de larga duración y acabó tras un pinchazo, un aviso, dos pinchazos, una estocada ladeada, siempre entrando con el brazo suelto, segundo aviso y dos descabellos. Pitos al toro en el arrastre. El cuarto se caía y quedó en media arrancada con su mansedumbre a cuestas, pases fuera de cacho sin redondear algo y atacando con el brazo suelto dejó una estocada. Sorprendentemente hubo petición de oreja por unos despistados y aprovechó la ocasión para saludar y dar la vuelta al ruedo por su cuenta, con algunas muestras de desagrado en los tendidos.

            El vallisoletano Leandro Marcos con el segundo manso del festejo que embestía sin humillar, con la cara a media altura, los muletazos que logró fueron fuera de cacho y mató entrando con el brazo suelto para dejar una estocada perpendicular. El quinto sin raza y sin fuerza poco podía ofrecer. El diestro puso voluntad y porfió pisando el terreno con ganas de hacer. Después de unos pases adocenados que cerró con manoletinas el toro se cayó. Escuchó un aviso antes de entrar a matar, cobró tres pinchazos, se acostó el toro por propia voluntad, otra vez en pie, otro pinchazo, segundo aviso, se vuelve a echar el toro y aprovecha el puntillero para rematarlo.

            Gabriel Picazo, de San Sebastián de los Reyes, con el tercero, un buey que se salió suelto en varas, faena despegada, fuera de cacho, que es la moda, enganchones en varios muletazos y estocada ladeada. Con el sexto, que derribó en varas pese a su mansedumbre, iba bien a la muleta se vieron varios muletazos destacados y atacando con el brazo suelto dejó una estocada que fue definitiva.

 

En resumen, una corrida dentro de la temporada para olvidar.