He llegado a una edad en la que uno tiene la necesidad de contar a los demás sus recuerdos…

Recuerdos muy gratos por mi juventud y deseos de aprender allá por los años cincuenta…Aquel bar Playa tomando café en espera de abrir las puertas del Coso de Los Tejares…Savarín, Benítez, el Toledo…Hotel Regina y aquella pareja de jóvenes toreros… Antoñito Rúa y Pedrín Castro, Alfonso Gómez Ramíro, torero de emoción y calidad, Antonio Ángel Jiménez, triunfante en todas sus actuaciones, Alfonso González “Chiquilín”, el que más lejos llegó de todos ellos. Luego “El Monaguillo”, el madrileño Pepe Ávila, el catalán Joselito Clavel, Joselito Huertas o “El León de Tetela”, el portugués José Julio herido gravemente el día de su presentación aquí en Córdoba. Rafael Ortega, Joaquín Bernadó, el mejor torero catalán de la historia, Antonio Ordóñez, Aparicio, Ostos, Curro Romero. Las alternativas de Martorell, “Parrita hijo”, Calerito, Montilla, el Benítez, Facundo Rojas, “Chiquilín”… Y la calidad de “El Pireo”, que duró poco y se retiró rico. Y tantos y tantos otros, hasta llegar a estar viendo toros más de 70 años.

Ahora mis recuerdos me animan a escribir sobre los más grandes subalternos de la historia de la tauromaquia que, por calidad y oficio, serán siempre recordados por la gran mayoría de aficionados a la fiesta brava.

De siempre la Comunidad Valenciana, se ha mostrado muy fértil en la producción de brillantes hombres de plata. Muchos han sido los subalternos que han hecho que se tenga a Valencia como una gran potencia en la materia: Desde los tiempos de Mariano Canet “Llusio”, caído en la plaza de la Fuente del Berro (Madrid), ante un toro de Miura, hasta el llorado Manolo Montolíu, muerto en la Feria de Abril de Sevilla, cientos han sido los subalternos valencianos que han destacado en diferentes cuadrillas.

Según los datos que manejamos, desde aquel ya lejano Felipe Aragó “Minuto”, que actuase a las órdenes del diestro valenciano Joaquín Sanz “Puntaret”, y que falleciera a consecuencias de las heridas que le produjo un toro al realizar un quite al rejoneador portugués Casimiro d’Almeida, hasta nuestros días, habría que recordar a Luís Jordán; “El Valenciano”; “Pajalarga”; “Salaíto”; “Pastoret”; “Blaye”; “Cerrajillas de Valencia” y otros.

Más modernos y por tanto más conocidos son: Enrique Berenguer “Blanquet”; Aurelio Puchol “Morenito de Valencia”; el gran Alfredo David, (que estuvo activo más de 50 años y alternando con figuras que fueron desde Manuel Granero, pasando por “Manolete” hasta Diego Puerta); Enrique Salinero “Alpargarerito”; “Pepín de Valencia”; Germán Munera “Sastre”; José Ferrer (tantos años con Ordóñez); Pablo Celis; “Graneret”; “Niño Mateo”; Paco Honrubia, (que creó un estilo de banderillero); Eliseo Capilla y sus hijos, Joaquín Piquer, “Moncada”; “Manolillo de Valencia” etc.

Córdoba fue también muy fructífera con grandes toreros de “plata pura”, de extraordinarias condiciones y amplios conocimientos del oficio a carta cabal. Desde el insuperable rehiletero Francisco González “Patatero”, tío de “Guerrita” y de Rafael Bejarano “Pataterito Chico”; Juan Molina; Rafael Martínez “Cerrajillas; Manuel Martínez “Manene”; Francisco Molina “El Frasqui”; Diego Hornero “Chatín”; Francisco López “Parejito”; Fermín Muñoz “Corchaíto”; Francisco Rodríguez “Caniqui”; Rafael Saco “El Pelu”; Antonio Yáñez “El Gallo”, sobrino de Manuel Saco “Cantimplas”… siendo el más famoso de todos, el conocido “Pepe Olla”. Sin que por ello olvidemos a la pléyade de buenos subalternos, que llegaron después como: José Saco “Niño de Dios”; su hermano “Fernandi”; Francisco “Columpio”, (pintor industrial en los ratos libres), Cristóbal Molina “Minuto”; Juan Bellido “Chocolate”; “Manolo “Zurito” (y su hermano Antonio), Pepín Fernández; y su hermano El Coli, los hermanos “Tejero” (Antonio y José María), Enrique Reyes “Niño de las Monjas”, su hijo, Oscar Reyes; Francico Algaba, Jose Muñoz, Luis Rodriguez, Cristóbal Sánchez “Niño del Brillante”; Paco Sánchez Fuentes; Francisco “Palomeque”; Pepín Garrido, Pepe Agüero; Rafael Rosa; José Muñoz; Juanma Arjona, Rafael Gago, Fernando Tellez y Rafael Figuerola, el último en irse del toro.

Seguro estoy que se quedan en el tintero un buen montón de profesionales más que deberían figurar en este listado de urgencia y a los que pido disculpas. Pero lo más importante es que todos brillaron como extraordinarios capoteros y grandes rehileteros. ¡Qué tiempos! ¿verdad? ¡Qué recuerdos en Los Tejares!

Tampoco podríamos dejar en olvido a ciertos subalternos de muchísima categoría, que tarde tras tarde, han brillado por sí mismos haciendo del segundo tercio, una obra de orfeberia como fue “Curro Molina; y en la actualidad Luís Blázquez; Fernando Sánchez, Curro

Javier, “El Lili”, “El Algabeño”, José Antonio Carretero, Antonio Chacón, Antonio Punta, Juan José Trujillo, Iván García y un largo etc.

Anterior a estos, hubo otros toreros de plata que también dejaron un legado de torería y de buen hacer y que fueron grandes conocedores de la lidia, de las suertes y de los terrenos del toro en la plaza. Ahí es nada: “Tito de San Bernardo”; Chaves Flores; Luís González; Julio Pérez “El Vito”; Luque Gago; Alfonso Ordóñez; Manolo Montolíu; Soto Vargas… y arroz aparte, para los matadores-banderilleros: Fernando Tortosa, Francisco Rivera “Paquirri”; David Fandila “El Fandi”; José Pedro Prados Martín “El Fundi”; Luís Francisco Esplá y Vicente Ruiz “El Soro”; inventor de nuevas formas de reunión complicadas y vistosas como: el molinillo, la moviola o el violín.

Pero no seré yo, el que caiga en la exageración admirativa sobre quien o quienes han sido o son los mejores en esa especialidad de clavar los palos, sería complicado y difícil analizarlo, porque antes nos tendríamos que poner de acuerdo sobre lo que es la suerte de banderillear: es sosiego, templanza, armonía, poder, precisión y elegancia o cuarteo, velocidad, agilidad, y acrobacia…

Vicente Zabala Portolés, periodista y escritor taurino, escribió en su enciclopedia “Grandes Maestros del Toreo”, que el diestro Pepe “Bienvenida”, fue el mejor banderillero de la historia.

El hijo del célebre Papa Negro, hizo una carrera profesional admirable. Gran conocedor de los secretos del toreo, con una excelente trayectoria en lo que se refiere a la colocación en la plaza, sentido de la lidia y, por encima de todo un excepcional banderillero, al que nadie consiguió ganar la pelea en tan difícil tercio.

Como tampoco se discutirá la calidad de dos excelentes intérpretes del segundo tercio como fueron los matadores: José González Lucas o Pepe “Dominguín”, y Miguel Mateo Salcedo, “Miguelín”. (Al primero le leí, al segundo le vi).

JOSÉ GONZÁLEZ “DOMINGUÍN”, comenzó a torear a los 14 años con picadores, y con 22, tomó la alternativa en Las Ventas de Madrid, el 15 de mayo del 1944, Antonio “Bienvenida”, le cedió la muerte del toro Berreón de la ganadería de D. Joaquín Buendía, en presencia de Emiliano de la Casa, “Morenito de Talavera”.

Pepe fue un torero bullidor, conocedor de las suertes y con indudable personalidad, pero muy lejano del garbo y las maneras de los toreros de su tiempo, sobre todo andaluces. Pero sí las tuvo y bien definidas en la suerte de banderillas que siempre se prodigaba y con mucha fortuna. Fue un extraordinario banderillero seguro y brillante. Notabilísimos eran sus pares de poder a poder, por sus portentosas facultades físicas que ponían a contribución todas las posibilidades de ganarles la cara a los toros de manera desahogada para adornarse después a la salida de los pares, e incluso de aquellos más comprometidos o ajustados. Matador de toros de fino corte, de estilo fácil y oficio bien aprendido, brilló sin desmerecer a la vera de los grandes toreros de su época.

MIGUEL MATEO, “MIGUELÍN” en los carteles, fue lo mismo que su padre “Chicuelito de Málaga” un excelente banderillero dentro de un completo lidiador. Nacido en Abarán (Murcia) en el año 1939, pronto marchó con sus progenitores a Málaga, de donde nuevamente se trasladaría al Campo de Gibraltar (Algeciras). Fue en la ciudad gaditana en cuya vieja plaza de toros, “La Perseverancia” debutó con picadores el 10 de abril de 1955. Tenía 16 años. Un año después, el 1 de abril, se presenta en la plaza de Vistalegre de Madrid, y en marzo del mismo año debuta en Las Ventas madrileña. A partir de ahí, da comienzo para él una etapa grande de éxitos como novillero, que le llevaría a una triunfal alternativa en Murcia el 9 de septiembre de 1959, apadrinado por Luís Miguel “Dominguín” que le cedió el toro Plateresco de Galache actuando de testigo el caraqueño César Girón. Confirmó en Madrid el 24 de abril de 1960 de la mano de diestro toledano Gregorio Sánchez, y en presencia del camero Antonio Cobos. El toro se llamaba Tajadoso.

“Miguelín” pudo ser un torero importantísimo, pero una lesión en el talón de Aquiles interrumpió su carrera en su mejor momento. No obstante fue un privilegiado desde la cuna, aumentado su poderío con una preparación física adecuada, pero su carácter reservado y taciturno, le jugó algunas malas pasadas como el día que sin encomendarse a Dios ni al diablo se fue a Las Ventas del Espíritu Santo en donde actuaba Manuel Benítez “El Cordobés”, y se lanzó al ruedo cuando el de Palma del Río se disponía a ir al estribo a cambiar de espada. Se acercó al toro, le pegó unos cuantos recortes, se agarró a los cuartos traseros y le dijo que no a toda la plaza, con el dedo índice levantado, indicando que aquello era una farsa. Se armó la mundial en la plaza, con opiniones diversas, según las preferencias de cada aficionado. Hubo hasta gente que mostró su satisfacción el ver tirada por el suelo la estatua del “dictador” Manuel Benítez “El Cordobés”.

Era el año 1968 cuando “Miguelín”, hizo el paseíllo en Zaragoza con los toros de Lisardo Sánchez, en compañía de Antonio Ordoñez y “El Niño Sabio de Camas” y, como “amor con amor se paga”, un recortador de Tudela de nombre: Carmelo Galindo “El Calero” se tiró al ruedo en uno de sus toros. Se dijo que fue para reparar la afrenta cordobesista. La opinión en general hablaba que había habido una recompensa por parte de los administradores de Manuel Benítez.

Lo cierto es que (“El Cordobés” afirmó que lo de Madrid fue un accidente y se desquitó en la Corrida de Beneficencia madrileña con el corte de tres orejas a los toros del Marqués de Domecq que junto a Antonio Chenel “Antoñete” y Agapito García ”Serranito”, lidió el día 6 de junio.

El caso fue que se animó el cotarro taurino y, años después, Manolo y Miguel hasta torearon varias corridas juntos cara a cara, para mostrar cada uno sus virtudes.

Dedicado a aquellos que se juegan la vida

con dos banderillas por defensa.

SIGUE JUGANDO, BANDERILLERO.-

¡No engañes al toro banderillero! Háblale y dile

Cuando lo citas que el vino

siempre de lejos de tus rehiletes,

con dos banderas más quebranto

entre los dedos. será como un brindis

¿No sabes que en las guerras de vino añejo,

banderillero, que busca su casta,

con banderas se pide su empuje y celo,

el alto el fuego? y la bravura

¡No engañes al toro banderillero! que hay en su pecho…

Y, cuando el toro

viene a tu encuentro Dile que tus banderas

tu corres, lo esquivas, llamas de fuego,

le haces el quiebro espuela y vendas

y, en su lomo, suenan de finos lienzos,

dos golpes secos… voluntad de colores

Hasta tres veces le engañas, y alas al viento…

banderillero,

con tus banderas Son sólo aplausos

y tu alto el fuego… son sólo un reto,

¡No engañes al toro banderillero! flor y divisa

Y no le digas, con tintes bellos…

porque no es cierto,

que tus banderas, Rojos de sangre

son dos plumas de terciopelo. rojos de fuego

Dile que son arpones como claveles

de duró acero y como besos.

que entre colores llevan, Con esos claveles

la muerte adentro… con esos besos

¡No, no engañes al toro banderillero! ¡Sigue jugando banderillero!

La Suerte de Banderillas.

Razones:

La suerte de banderillas

que algunos llaman rehiletes

y otros le dicen garapullos

y algunos irreverentes

olvidando sus colores

los nombran palitroques

es la suerte de la lidia

donde el toro se estimula

y olvidando reverencias

y caricias de capotes

rompe moldes su nobleza

se sublima su fiereza

y aparece su bravura.

Forma:

Han de quedar bien clavadas

y aireando sus colores

donde el morrillo se eleva…

Muy juntos los dos arpones

arponcillos o azagayas…

Ni cerca de la cabeza,

ni más atrás de la cruz.

Y, para esto, el maestro

tiene que juntar las manos,

evitar la línea recta,

no alargar nunca los brazos

y alzar los codos sin miedo

al realizar la faena…

en eso está la virtud.

Estilos:

Hay quien lo hace “a la media vuelta”.

Otros “al cuarteo”

“cambiando los terrenos”…

Estos clavan “al recorte”,

“toro corrido o relance”…

Aquellos lo hacen “al sesgo”

y alguno “al volapié”…

Unos van “a pie firme”,

que dicen a “topa carnero”

y muchos lo llaman “de pecho”.

Otros se atreven “de frente”

o de “poder a poder»…

Y hasta los hay, que andando,

cogen sus “banderitas”

y se las clavan “galleando”

como lo hiciera el Gran “Guerrita”.

Don Galo Sastre Martínez

Abogado

Antonio Rodríguez Salido

Compositor y letrista

Escalera del Éxito 176

Jose Luis Cuevas

Montaje Editor y Fotografias

Escalera del Éxito 254