me hablaba maravillas de un chiquillo de Camas al que había descubierto y apoderaba, y me invitó a un tentadero en la finca sevillana de Francisco Rincón Cañizares, pues tenía interés en que yo comprobara su aserto, con la intención de que dada mi amistad con el empresario de Zaragoza, D. Luís Baquedano, era su ilusión que se lo pusiera en dicha plaza en una novillada sin picadores. Tengo que confesar que nunca en mi vida profesional vi un caso igual. Y en el tentadero con utreras demostró una inteligencia más propia de un matador de toros que de un principiante que daba sus primeros pasos en el dificilísimo mundo de la tauromaquia.

Y dado que yo frecuentaba asiduamente la capital maña, por mi estrecha relación juvenil con Aniana Baquedano, a la que festejaba (frase típica de allí), hablé con D. Luís, su padre, y le dije que había visto en Sevilla a un novillero que apuntaba condiciones excepcionales y que me gustaría lo anunciara en su coso de “la misericordia”, lo que hizo de inmediato. Esa tarde se paró el reloj de la Plaza de Pignatelli ante la maestría del imberbe “Niño de Camas”.

Su éxito fue de tal calibre que actuó en las siguientes 6 novilladas que se celebraron en Zaragoza.

Su carrera desde entonces fue imparable, y la verdad es que a Vicente Vega de naturaleza sentimental y bohemia, le desbordó el volumen profesional que adquiría la ejecutoria del diestro camero, por lo que cambió de apoderado y le perdí la pista personal, hasta que en el año 1.960, sin él saberlo, y entre otras causas por la utilización unilateral de su nombre, me concedieron la plaza de Pozoblanco en muy reñida subasta, pues ante la competencia que había, se me ocurrió ofrecer un cartel “estrella”, sin haber contado con los mentores de los diestros que propuse, que eran:

               “Puerta, Camino y Mondeño y los Peralta por delante”.

Nunca pensé contratar a esos toreros, y sobre todo mucho menos a Camino, porque estaba entonces dirigido por un empresario vasco cuyo nombre no recuerdo con el que no tenía ni tuve nunca relación.

Aguardé hasta quince días antes de la feria para decirle al alcalde y abogado, D. Luís García Tirado, que habían fallado los componentes del cartel, y ante la premura del tiempo no tuvo más remedio que tragar con la programación que yo tenía preparada:

Una corrida de toros de Antonio Escudero Calvo (Albaserrada – hoy Victorino) para Cesar Girón, Victoriano de la Serna y José Martínez “Limeño” y dos novilladas con ganado mío, la primera para la rejoneadora Portuguesa Gina María y los espadas Rafael Montero “Rafaelete”, de Pozoblanco (hoy afamado industrial dulcero, creador y propietario de la firma Productos Montero), y Manuel Benítez “El Cordobés”, y la segunda con los anteriores diestros y Terremoto de Málaga, con Alvarito Domecq de Rejoneador.

Ésta, con un llenazo histórico como jamás se había conocido, con más de ocho mil personas en aforo muy inferior.

En la Feria de Maracay (Venezuela) de 1.968, coincidí con el Camero de forma circunstancial, por estar anunciado en dos corridas alternando en dicho ciclo con mis patrocinados, la rejoneadora californiana Edith Evans y los matadores de toros: el mejicano Joselito Huerta, y el local Adolfo Rojas (principal atractivo de los carteles). Era empresario un venezolano en sociedad con el apoderado de Paco y dadas mis nulas relaciones con dicho señor, en el hotel Maracay a las 11 de la mañana de cada día de corrida, cobré en metálico los 20.000 dólares de Adolfo, los 12.000 de Joselito y los 8.000 de Edith… Y en la barra del Bar del Hotel siempre estaba el fornido empresario vasco con una cara de “cabreo” que era un poema.

Por las circunstancias que comprenderéis nunca lidió Camino toros de mi ganadería, y en una comida a la que nos invitó nuestro común amigo Eliseo Moro “Giraldés” en el Gran Hotel de Salamanca durante la feria del 71, nos indicó que estaba organizando la feria de Arenas de San Pedro y que le gustaría se lidiaran toros míos y actuara Paco, y me cupo la satisfacción de que el camero, sin contar con su apoderado, diera su aquiescencia por la ilusión que manifestó de que no quería retirarse sin lidiar una corrida mía.

A primeros de Octubre y a altas horas de la madrugada, me despierto sobresaltado en mi Finca de Fuenlabrada al oír el estruendo de una guitarra y los ladridos de los perros… y de inmediato me asomo a una ventana que daba al patio grande de la parte de atrás de la casa, y el “cuadro” que veo es el siguiente:

Tres automóviles parados, un guitarrista tocando, mi gran amigo Rafael Farina cantando “Salamanca Tierra Mía” y haciendo de “palmeros” Giraldés y Paco Camino con varias personas más… Me vestí y salí enseguida y me dicen que habían ido para escoger los toros para Arenas de San Pedro. Una vez más los toros y el flamenco hermanados en esa “golfería” con clase de aquella época.

Después de descansar unas horas los inesperados visitantes, se verificó la reseña de los astados que se lidiaron el 21 de Octubre con gran éxito, alternando Camino con Julio Aparicio y José Fuentes.

Pasaron muchos años y el 8 de Noviembre de 2.002, coincidimos en Salamanca en la impresionante e increíble boda de Mari Ángeles Moro (hija de Giraldés) y mi querido Paco me vino a dar un gran abrazo que sellaba una amistad indirecta de 50 años.

               Madrid, Cáceres y Camas fundieron el arte… Pero con suerte dispar.

 

 

Higinio Luis Severino Cañizal

Abogado, Ex Empresario – Apoderado – Ganadero