El prestigioso escritor taurino J. Sánchez de Neira, en su obra titulada El Toreo, publicada en 1879, decía que sin el poderoso auxilio que los hombres eminentes de artes, letras y armas, han prestado a la tauromaquia en diferentes épocas y de diversos modos, el toreo no habría llegado a los grados de perfección en el que lo hemos conocido, ni el espectáculo habría tomado el incremento que ha llegado a tener, interesando a todas las clases de la sociedad española y universal.

Parafraseando lo antedicho, hoy, si no fuera por el poderoso auxilio que las administraciones públicas, hermandades, asociaciones y otros colectivos, prestan a la tauromaquia, los espectáculos taurinos no tendrían el relieve que tienen. La Fiesta de Toros desde tiempos ha, interesa a los espectadores y aficionados de toda clase y condición de la sociedad española y universal y cada día interesa más, por lo que se dan más festejos, lo que demuestra que la Fiesta está en alza. Aunque se rompió la tendencia en años pasados, ahora cada temporada supera la cifra del año anterior, porque la afición aumenta.  Esto origina, que muchos de los pueblos y ciudades que no disponen de recintos adecuados para la celebración de festejos, taurinos y no taurinos, estén tomando interés por edificar nuevas plazas o por reconstruir las antiguas, en dónde las hay. Lo único que disminuye es la atención que algunos medios de comunicación prestan a la Fiesta.

Las plazas de toros, también llamadas cosos o palenques, son edificios a los que, excepciones aparte, solo se les ha venido dando un uso taurino. Hecho que nos parece un craso error, porque se deberían utilizar para dar todo tipo de espectáculos, dado que son edificios que presentan un gran potencial para el desarrollo económico y social de los pueblos y ciudades que las albergan. Siempre hemos sido contrarios a esta tendencia  exclusiva, defendida y mantenida por la gente del toro más tradicional, porque consideramos que es infrautilizar un medio basándose en una filosofía caduca. Hoy, las plazas de moderna construcción, las llamadas multiusos, se proyectan y utilizan para todo tipo de espectáculos. Se las dota de cubierta fija o móvil, para resguardar al público y a los actuantes de las inclemencias del tiempo y de asientos confortables y buena climatización, lo que permite todo tipo de celebraciones en cualquier época del año. Vivo ejemplo lo tenemos en el Palacio de Vistalegre de Madrid, edificio construido con estos nuevos criterios, en el que se dan espectáculos taurinos y se celebran eventos de todo tipo.

A las plazas antiguas, a las llamadas históricas, a las que presentan un diseño más tradicional, las administraciones propietarias tendrían que acondicionarlas para una variedad de uso que ahora no tienen. Somos conscientes de que muchos de estos edificios presentan serias dificultades para ello, pero hoy hay soluciones para todo.

Una plaza operativa y adaptable a cualquier evento, conlleva una serie de beneficios que redundan en importantes aportaciones a las arcas de los municipios y al erario público. La plaza es el escenario de La Fiesta y esta, es una de las empresas más importantes de nuestro País en generación de tributos, amén de ser el movimiento cultural que más eventos y publicaciones ofrece a la sociedad, lo que conlleva unas expectativas de negocio y crea tal número de puestos de trabajo, que ya lo quisieran nuestros gobernantes para otros espectáculos, por cierto, algunos tan protegidos cómo deficitarios. La numerosa concurrencia de forasteros, que los días de festejo se adentran en un pueblo o ciudad, atraídos por un buen cartel de toros, o por cualquier otro evento, es evidente que reporta bienes económicos y mejora la relación entre las gentes. Amén de que la explotación de las plazas, alivia la pesada carga presupuestaria que para muchos Ayuntamientos pequeños, suponen los gastos de mantenimiento y conservación de estos edificios.

Desde el punto de vista arquitectónico, las hay de dos tipos, las antiguas o históricas y las modernas o multiusos. Las antiguas, suelen ser edificios monumentales, con distintos estilos; son un variado muestrario patrimonial con gran componente histórico. Las modernas, las multiusos, suelen tener menor atractivo arquitectónico, pero son mas funcionales.  De las históricas, algunas se están adaptando para el multiuso, sin que se vean alteradas ni su estética ni su arquitectura. Es el caso de la Plaza de Toros de Zaragoza, edificio al que hace algunos años se le dotó, con el beneplácito de unos y la oposición de otros, de cubierta textil practicable y de asientos confortables sin que se menoscabara su extraordinaria belleza arquitectónica. Porque la arquitectura hoy, dispone de los conceptos y medios necesarios para ofrecer magníficas soluciones, técnicas y estéticas, a cualquier plaza, en aras a modernizarlas y poder atender las exigencias del público de hoy, muy distinto al de ayer. Ya no vale aquella celebre y desacertada frase que pronunció un torero famoso de los toros con sol y moscas. Ahora queremos sombra y whisky. Y además, a las empresas organizadoras de eventos, públicas y privadas, las Plazas de Toros les ofrecen un aforo del que no disponen en otros recintos mas convencionales, de celebración de espectáculos no taurinos, lo que les permite practicar la economía de escala, o dicho de otro modo, repartir el costo de organización del espectáculo entre un mayor número de localidades es bajar el precio de las entradas.

Las Plazas de Toros, históricas y modernas, tienen otra vertiente que no debemos obviar. Me refiero a la cultural-turística, con componente mitad ocio y mitad negocio. La instalación en dependencias de la Plaza, de Salas de Exposiciones, Aulas Culturales, Museos, y si es posible, y en muchos casos lo es, de bares, restaurantes y hospederías, ofrece posibilidades. En el interior de la Plaza de Toros de Almadén, se ha dispuesto una lujosa hospedería, con el atractivo añadido de que desde las habitaciones se ve el coso; la Plaza Vieja de Tarazona está dotada de viviendas, aunque esto sea de diseño original; la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid alberga en sus espacios bajos, un museo taurino, tres aulas culturales y últimamente un restaurante. Si nos parásemos a pensar o hiciéramos un concurso de ideas sobre las mejoras ocupacionales y de uso, que se podrían introducir en estos edificios, seguro, seguro, que quedaríamos sorprendidos por las propuestas que se nos ocurrirían. ¿Por qué no lo hacemos?.

Mi llamada de atención a los departamentos de cultura y turismo de las administraciones, para que incluyan en los periplos turísticos que organizan, la visita a estas Plazas, hecho que lamentablemente ocurre en muy pocas ciudades. Tomemos el ejemplo de  Sevilla, Ronda, El Puerto de Santa María, Las Ventas de Madrid, en donde sí se hace y en donde el éxito sociocultural e incluso económico, que proporciona esta iniciativa, está demostrado. En las ciudades pequeñas parece que hay más dificultades para hacer visitas guiadas a estos recintos, porque tal vez tengamos demasiado arraigada la inercia de no abrir. En Béjar, que tiene la Plaza de Toros más antigua del mundo (año de 1.711),  desde que su propietario, el Ayuntamiento de la Ciudad, tomó la decisión de abrirla a las visitas, es el monumento más visitado por propios y foráneos.

En definitiva, las Plazas de Toros admiten todo lo que queramos que admitan: cultura, historia, arte, ocio, negocio… Si no están más utilizadas, mas enfocadas a la generación de riqueza de todo tipo, es porque no hemos reparado en ello o porque no hemos tenido necesidad de dar a estos edificios otras utilidades. Los aficionados taurinos, que somos los culpables de la infrautilización que han tenido y tienen las Plazas, por nuestro conservadurismo inconsciente, estamos obligados a sumarnos al desarrollo de nuevas ideas, a la innovación, porque esto es abrir el futuro. Mejorar continuadamente nuestros bienes, es impedir que el paso del tiempo los destruya, es mantener vivas nuestras fuentes de riqueza, es velar por un futuro mejor para nuestros descendientes. Porque… ¿Cuántas Plazas han desaparecido por el abandono y el egoísmo de las hordas mercantilistas?. ¿Cuántas han muerto por inanición, sumidas en la más absoluta dejadez?

Don Miguel de Unamuno, gran aficionado a nuestra Fiesta, decía que: La intrahistoria de los toros, presente está entre nosotros y ha estado siempre y sería ceguera ignorarla. Yo acepto cómo español, la responsabilidad que a mi país le cabe en el sostenimiento y lustre de esta fiesta, y a mí y a tantos cómo acudimos a los toros, la de mantenerla y gozarla.

José Alvarez-Monteserin

De la Asociación de Amigos de la Plaza de Toros de Béjar

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