Para escuchar y deleitarse con los toreros compases del pasodoble que escribiera y dedicara a Curro Romero (Escalera del Éxito 101), el músico Juan J. Puntas, bueno será agilizar la imaginación, y sólo así, podrá descubrirse cuanta belleza y torería encierran, y cuanta similitud y semejanza portan con la profundidad y parsimonia del toreo del camero. Es pasodoble de sentimiento, como el que transmite Curro cuando torea.
Pero antes de imaginar la grandeza de su toreo, comencemos por imaginar el sanctosatorum taurino donde el "Faraón de Camas" ha realizado sus mejores y más jaleadas faenas ante la admiración, el delirio y el aplauso de sus admiradores sevillanos. Hemos, pues, de imaginar a la Maestranza sevillana en tarde abrileña de toros, cosa nada fácil para alguien, como yo, nacido lejos de Sevilla. Haré un esfuerzo y me ayudaré con esta rima del mejicano Ramón Cué que tantas y tantas veces he leído:
Para octava maravilla
solo le falta en Sevilla
un detalle a la Maestranza:
el palco real con silla
bajo palio y con mantilla
en donde esté La Esperanza…..
Ante esos ojos morenos
con oriente verde y oro,
nunca puede haber mal toro
¡y siempre toreros buenos!
Y bueno, en grado superlativo, y muy querido en tan bella plaza es Curro Romero. ¡Cuánta historia del toreo encierra esa siempre blanca y bien encalada plaza de
Cuna y cima del toreo,
torerísima y ex cátedra
por mantilla el puro cielo
y por espejo la Giralda,
y en su cortejo este manto
de colores de Triana.
En la historia de la fiesta,
la más bien pagada alhaja.
Y escuchando el torero pasodoble del maestro Juan J. Puntas, imagino e idealizo al mítico Curro Romero presto a hacer el paseíllo; ese paseíllo que tantas veces ha hecho cruzando con prestancia y elegancia sin igual, el dorado albero de su querida Maestranza, bella y blanca como pocas. Y echa a andar con aires toreros cuando su Maestranza desprende olor a jazmines, nardos, clavellinas, miralindos y no me olvides, y su reloj señala la taurina hora de las cinco de la tarde; cuando luces y sombras se funden en un estrecho abrazo con el olor de los miedos; cuando el refulgente sol de la tarde abrileña sevillana se adueña del inmaculado cielo sevillano, dividiendo por igual al ruedo maestrante; partiendo en dos el amarillo albero.
Y al imaginar a Curro Romero de esta guisa, uno no puede por menos que imaginar y recordara su Alteza Real Doña María de las Mercedes sentada en el palco regio con su sempiterna sonrisa y su ramito de romero porque torea su torero. Torea su Curro. Y su Alteza disfruta con sólo vede hacer el paseíllo a los compases de su pasodoble, interpretado con muy buen aire torero por la Banda de Música del Maestro Tejera, titular de
Y en mi onírica fantasía, imagino las primeras verónicas del "Faraón de Camas ", plenas de hondura y gracia torera que me traen a la memoria otros versos, esta vez de Gerardo Diego:
La verónica cruje.
Suenan caireles.
Que nadie la dibuje.
Fuera pinceles ……
Todo eso, querido lector, he fantaseado e imaginado mientras escuchaba el precioso pasodoble de Juan J. Puntas dedicado a mi torero, porque yo, querido lector, también he disfrutado Con el toreo de Curro Romero.