El cantante mexicano Juan Gabriel siempre solía afirmar que el pueblo siempre tiene la razón y, sinceramente, no se puede decir una verdad mayor, máxime cuando el pueblo se manifiesta en libertad y sin coacciones.

Y este ha sido el caso de Villena, el municipio alicantino que, una vez más, se ha pronunciado al respecto de la fiesta de los toros. Villena, su plaza, que había sido secuestrada por un dictador de nueva ola, de esos que llegan a los ayuntamientos al amparo de la unión de varias agrupaciones políticas, el interfecto aludido, había clausurado la plaza villenense por sus cojones.

Pero, ay amigo que el pasado domingo, en Villena, habló el pueblo y le destrozó los esquemas al dictador.

Por cierto, convengamos que un dictador no es otro que el que hace lo que le da a gana sin escuchar a nadie, y así se encontraba la plaza de toros de Villena, frente a un dictador que salió de las urnas. ¿De qué urnas? Dicen por Villena.

Es conveniente, muy saludable, que hable el pueblo, pero que lo haga de la forma que el pasado domingo se pronunciaron los aficionados de Villena que, como pudimos ver, la plaza se abarrotó por completo. Casi cinco mil personas. ¡Qué gusto y qué placer ver una plaza de toros con el cartel de no hay billetes colgado en la puerta! Y eso pasó en dicha ciudad, la envidia de cientos de plazas de toros de España que, sin apenas nadie en los graderíos, van viendo como la fiesta muere lentamente; que si tiene que morir, morirá, que nadie lo dude; pero lo que no podemos permitir es que nadie la mate por su cuenta y riesgo.

Confieso que, aquel ambiente, hacía años que no lo veía; bueno, miento, lo vi el pasado mes de julio en Ceret; pero en España, que se cuelgue el cartel de no hay localidades, eso suena a milagro y eso es lo que sucedió en Villena; pero voy más lejos. ¿Cuánta gente se quedó en la calle sin poder entrar? Miles de personas había por los aledaños que la plaza que, finalizado el festejo, aquella marabunta humana nos produjo un gozo sin límites.

Señor alcalde, ganó el pueblo, sus gentes, sus honrados aficionados a los que usted les arrancó sus ilusiones cuando cerró la plaza. ¿Acaso es usted el propietario de la misma? Si no recuerdo mal, la plaza es patrimonio del pueblo villenense.

Tome nota de lo que ha pasado en su pueblo. Le aseguro que yo, de ocupar su cargo, ahora estaría muy pensativo. Recuerde que la fiesta de los toros viene de las raíces del pueblo, de sus ancestros más nobles. Siendo así, ¿quién es usted para cerrar la plaza? Si acaso un Gustavo Petro más, es decir, un dictador que no se ha enterado todavía que en España vivimos en libertad, respetándonos unos a otros, viviendo en concordia y en paz, por ende, escuchando al pueblo. A lo expuesto, le llamamos democracia. ¿O acaso ésta no llegó todavía a Villena?

Felicítese usted mismo, señor alcalde. Ha enmendado usted su propio error, por ello, como le digo, puede darse besos frente al espejo a sí mismo. Se lo comunico porque de haber mantenido cerrada la plaza del pueblo de VILLENA, sus aficionados, que son miles, mañana, cuando usted no sea alcalde, que no lo será, le escupirían por la calle. ¿No será mejor que deje usted como amigos a los aficionados a los toros? Si rectificar es de sabios, usted, pese a ser político, lo es. Enhorabuena.