Lagartijo, autor: Antonio Bujalance.

Para realizar la cerca de la finca de Rabanales, que resultaba de la agrupación de varias hazas, propiedad de Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”, el 18 de febrero de 1887, se convino ante notario lo siguiente:

…”D. Manuel Casana y Luque, vende las piedras de las canteras

situadas en el pago de Mirabuenos y llamado del Brillante, para cercar el cortijo propiedad de Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”, llamado Campiñuela Nueva, cerca del arroyo de Rabanales. Precio de la piedra, que de ambas canteras, necesitará el Rafael Molina para cercar el referido cortijo, sería el de 22.500 reales vellón. La cerca tendrá espesor de medio metro, de altura dos, y una tercia de piedra formará el cimiento. La mencionada cerca, comprenderá todo el terreno del referido cortijo, exceptuando el Arroyo de Rabanales hasta el puente del ferrocarril, excluyendo también una haza de tierra calma, propiedad de don Joaquín Chaparro, si no la adquiere el Molina, durante la construcción de la misma cerca”… 

 

Panorámica desde la cerca.

Después se matizan los puntos límites, y se compromete el señor Casana, en virtud de tal documento, a disponer diariamente de ocho carretadas de piedra.

Así pues, la dehesa se encontraría cercada concienzudamente, dando trabajo a una cantidad importante de cordobeses en paro. No hay que olvidar que dos años atrás -1885 -, Córdoba sufrió el azote de una epidemia de cólera, circunstancia que sumó más problemas a las carencias y pobreza ya existente.

El cercado definitivo, agrupaba a las siguientes parcelas:”Huerta Nueva de Santa Ana”, haza de las “Alberguillas”, pago de “Los Ciegos”, “Cruz de Hierro, y “Moyano” o “Campiñuela Baja”. Las tres primeras, figuraban en la herencia de Rafael Romero Renedo –esposa de “Lagartijo”-, que testó el 31 de mayo de 1882, y fallece el 12 del siguiente mes.

El 9 de diciembre de diciembre de 1892, la propiedad del cortijo de Rabanales, pasó a manos de un amigo del primer califa, llamado Ramón García García, mediante documento notarial que rubricó el señor García del Castillo. El compromiso se había gestado previamente de forma verbal, entre los interesados, tomando un sencillo café en los bajos del histórico Hotel Suizo de las Tendillas.

 

Puerta de entrada

Dentro de la dehesa se encontraba una casa de campo, que inicialmente fue de una planta, como se puede comprobar en un dibujo, que de la misma, apareció en la revista Blanco y Negro. En 1920 se reformó, añadiéndole otra planta y actualizando la fachada. Esta presentación se ha mantenido, hasta que hace unas fechas hemos conocido que se ha derrumbado. ¡Una pena!, con el sabor que su presencia y visión desde el entorno, ha dejado entre los cordobeses. La parte de atrás, es decir su placita de tientas, al menos hasta 1995, se encontraba intacta. Fue un gozo, cuando haciendo un reportaje, pude tocar las mismas barandas que sirvieron de asidero para “Lagartijo”, “Guerrita”, “Torerito”, etc.

Lamentablemente, esta construcción, tan entrañable y popular, ha dejado de serlo, en un corto periodo de tiempo, destruido en lo que a la arquitectura se refiere, y muy dañado en cuanto a lo sentimental. De lo que fue su casa campestre y de la contigua plaza de tientas, sólo quedan vestigios.

 

 Publicación del reportaje en el Diario Córdoba

 

 Fachada del cortijo

 

 Dibujo de la fachada primitiva con una planta y la placita de tientas.

 

 Parcial de la plaza de tientas.

 

 Escalera de acceso al palco de la plaza.

 

Planta a mano de la distribución de la placita de tientas