Los buenos aficionados no perciben
A Romero con fortuna
le regalan el bolsillo,
a “Costillares” con versos
tan solo el oído.
Aquel saca más de Creso
que este de Homero y Virgilio,
a quien protegen poetas
nunca puede morir rico.
El siguiente fue Francisco Montes “Paquiro”, que añadió a su buena presencia física una gran personalidad en el vestir. Dicen que hasta inventó la montera que se colocaba sobre su profusa mata de pelo recogida por un moño descomunal, bien liado en su capote sobre el hombro izquierdo y con un caliqueño entre los dedos de la mano de ese lado, vivaz estampa que hemos conocido en estos tiempos gracias al valenciano Antonio Cavanna y la litografia de Laujol de París. Vestido de tela negra bordada en plata, camisa de chorreras, pañoleta de amplio nudo, faja del mismo color, pañuelo que asoma del bolsillo de la chaquetilla, boca apretada, nariz recta y ojos inquisidores. La montera sin machos, casi rectangular, que parece nacer a modo de boina y que recoge todo el pelo del de Chiclana, enmarcado su rostro entre las largas patillas. Una estampa sublime copiada casi línea por línea en la persona de un torero de esta época, Morante de la Puebla, al que algunos le critican la abundancia de su cabellera. En otros tiempos se hablaba de los tufos de “Frascuelo” frente al pelo ralo de “Lagartijo”, dos hombres guapos pero muy distintos. Antes es necesario citar a Cayetano Sanz, retratado en litografía por Urrabieta y al óleo por Madrazo y Perea, pero sin sus características patillas de hacha tal como aparece en las fotos posteriores y al que admiraban señoras de alto copete. Le llamaban el “Petronio de la Arganzuela”, barrio de Madrid donde nació. Se le tiene como el primer diestro capitalino que compitió con los toreros andaluces. Con él aparece el término de elegancia.
Tuvo el honor de conceder la alternativa a Rafael Molina “Lagartijo”, primer Califa del toreo, nombrado por la máxima autoridad del Califato que no era cordobés, que era de Zaragoza, don Mariano de Cavia, “Sobaquillo” para estos menesteres.
El traje de luces se mantenía sin demasiadas variaciones de la mano de Fermín, Nati y Justo Algaba, aunque el torero y pintor Jhon Fulton dibujara especiales grecas y otras expansiones clásicas para los trajes de Curro Romero con falsas solapas. A Curro había gente que le iba a ver hacer el paseíllo y otros que le motejaban de saco de patatas antes que a Paco Ojeda. Fue Luis Miguel, en su reaparición de 1971, cuando, con la disculpa de aliviar el peso del vestido, le quitó adornos y bordados y le hizo exclamar a su amigo don Marcelino, pequeño de estatura, proporciones armónicas, funcionario de Hacienda, fumador de puros habanos más grandes que los de Churchill y juguete en brazos de Dominguín en las tientas privadas: “Pareces
Recordar a Manolo Martín Vázquez, el hermano de Pepín, un figurín en traje de calle, y a José Morales, el hijo de “Ostioncito”, calva tostada al sol, repeinado y perfectamente “maqueao”, apoderado de Dámaso Gómez, en feo, pero menos que “Manili” o Pedrín Benjumea, a los que uniríamos en estos días al imprevisible Talavante. Sensu contrario, José Fuentes y su sastre Alamín que le daba lustre a su buena estampa.
Para mí, el ideal humano para el arte del toreo es Paco Camino, ni alto ni bajo ni gordo ni flaco, en su punto. Bien vestido en el ruedo y en
Tengo que aclarar que Pepe Dominguín era más proporcionado que Luis Miguel y mejor banderillero y Domingo, el hermano mayor, el mejor con
El que ha revolucionado el vestuario de los caballeros toreros españoles, cosa que ya inició tímidamente Alvarito Domecq, ha sido Pablo Hermoso de Mendoza, para competir en vistosidad y elegancia con los portugueses. Desterrado el campero andaluz, ahora viste con bota alta, pantalones ceñidos y chaquetillas bordadas. Se toca con el catite o el calañés. Todavía recuerdo aquel día del año 1961 en el que la duquesa de Alba abrió plaza a caballo en las Ventas, montada a la amazona y tocada con un catite. El catite es un sombrero de copa cónica y ala vuelta que en ocasiones se coloca sobre un pañuelo anudado en la nuca del jinete. Su nombre viene de un panecillo salpicado de azúcar muy refinado y que tiene la misma forma.
Parecido al calañés, de Calaña, Huelva, de terciopelo. Ambos tocados le sorprendieron al sombrero de la calle de Las Sierpes de Sevilla, don Juan Miura Rodríguez, ganadero de fama universal e imperecedera que hasta le ha dado el apellido a un japonés artista que ha puesto una instalación, a la que algunos llaman escultura, en el Palacio de Cristal del Retiro madrileño. Elegante es el sombrero ancho sea cordobés, jerezano o sevillano según la altura de su copa, pero también lo son el catite y el calañés pese a ser el tocado de los mozos de Las Cuevas de Luis Candelas. También todo lo que digo depende de quién se lo ponga, vestido o tocado. La mayoría de las mujeres que se visten de toreros tienen un problema, el trasero. Es que, aunque se empeñen las feministas, gracias a Dios los hombres y las mujeres somos distintos. Solo recuerdo un torero culibajillo: el colombiano Miguel Cárdenas, el que puso sitio a la plaza de toros de Barcelona hasta que don Pedro Balañá accedió a darle
En este mundo nuestro, el hábito hace al monje y lo retrata, incluso en el caso de Dámaso González y J.J. Padilla hasta que se puso el parche de pirata.
Artículo de Benjamin Bentura Remacha
Periodista
Fundador de la Revista “Fiesta Española”
Escalera del Éxito 85