Abrió plaza el tlaxcalteca José Luis Angelino, con el toro de San José, de nombre «Rabín» en honor a Rafael Gómez, gran amigo del titular de esta ganadería, reseñado con el número 252 y un peso de 501kg., cárdeno oscuro entrepelado que recibió con verónicas y campanas con gusto y temple. Lo llevó hacia los picadores con chicuelinas andantes. Cubrió el tercio de banderillas y su padre, don Joaquín Angelino, salió al tercio por un oportuno quite que le hizo al verse a merced del astado. Trató de concretar por naturales sin lograrlo y por derecha no quitó la muleta de la cara del toro, que a pesar de ser descastado fue el único que tuvo trasmisión. Nunca estuvo cómodo y logró acoplarse a las embestidas que le ofrecía «Rabín». Mató de estocada desprendida para escuchar pitos.
 
Con el cuarto, de nombre «Treinta y cinco», negro zaino de la ganadería de Barralva con 480 kg. de peso, recibió de pie a porta gayola con una chicuelina, levantando los ánimos en los tendidos. Prosiguió por chicuelinas y a la salida de los picadores quitó por saltilleras y una orticina que nos hizo recordar los ayeres del toreo con el maestro jalisciense Pepe Ortiz. Puso banderillas no con el mismo lucimiento que su fecha anterior, en la que fue fuertemente ovacionado al compartir el tercio con su hermano y su padre. En su labor muleteril, trató de iniciar por vitolinas, después insistió en ligar por naturales a sabiendas que el toro no le daba juego por izquierda. No logró redondear una faena, dejo la espada en buen sitio que no tuvo efectos fulminantes teniendo que recurrir en dos ocasiones al descabello. Recibió palmas por la estocada.
 
Decidió regalar un toro, «Quitos» en honor al matador aguascalentense Roberto Fernández, segundo reserva de la ganadería de Los Ébanos originalmente reseñado como «Fastidioso» pero se pidió permiso de cambiarle el nombre, número 765 con peso de 490 kg. Fue pitado en su salida por falta de trapío, sin embargo, Angelino lo recibió de rodillas para tratar de calmar las protestas del poco público que se quedó sentado en sus localidades. Dio quites por chicuelinas y caleserinas al paliabierto. Brindó al actor Rafael Inclán, quien se encontraba en el burladero de transmisiones. Dio series con poco lucimiento por derechazos y tras cambiar el ayudado por el estoque, intentó una última tanda por naturales. Falló con el acero se fue en silencio.
 
José Mari Manzanares recibió a Maín, de la ganadería de San José con 480 kg., a la verónica. Aún cuando en su faena empezó a soplar ligeramente el viento, el alicantino corrió la mano con temple y suavidad, iniciando con tandas cortas. Una vez que logró asentarse ante un toro manso y de poco recorrido, dio series más largas teniendo mayor lucimiento por derecha. Estuvo voluntarioso, firme, un torero lleno de raza que sin lugar a dudas está marcando un estilo muy diferente al de su padre. Mató de muy buena estocada que le valió la única oreja del festejo.
 
El quinto de la tarde, de nombre «Zapatero», número 83 de Barralva con 503 kg., negro rabicano, con una seria cornamenta, pero deslucido, fue recibido por verónicas. Se le escobilló un pitón al rematar contra tablas. Manzanares arrancó su faena por naturales con la esperanza de redondear un triunfo importante en la plaza más grande del mundo. De igual manera, aunque se mostraba complicado, José Mari dio tandas por derechazos al astado. Cuando cambió de espada para la suerte suprema, se armó tremendo alboroto en el 2o. tendido de sol por una rata que robó la atención a un torero valiente que siempre estuvo por encima de las condiciones del de Barralva. Pinchó y después al querer poner nuevamente en suerte al toro, se estrelló contra el burladero y se despitorró sangrando desde la cepa. Al fallar nuevamente con el estoque, y escuchar un aviso, descabelló y fue ovacionado por la afición capitalina por la entrega mostrada.
 
José Mauricio recibió por chicuelinas a «Payo», nombre del tercero de la tarde en honor al matador de toros queretano Octavio García que es gran amigo de la familia Álvarez Bilbao, propietarios de Barralva, número 77 y un peso de 483 kilos. Con la muleta hizo un cambiado por la espalda tropezando con las patas traseras del astado. Al caer, resintió una lesión que tiene en el costado derecho, y se vio mermado de facultades. Siguió por pases de telón que le merecieron los aplausos de los aficionados. Dio series por derecha a un burel falto de clase, sin embargo, el torero pareció no entenderlo. Se fue en silencio.
 
El sexto de la tarde fue «Piquín», número 145 con 523 kg., negro enmorrillado, un toro áspero de San José al que José Mauricio quitó por delantales. En la faena, el capitalino dio bonitas series por naturales y al intentar por derechazos, el toro derrotó desarmándolo con un golpe en las costillas. José Mauricio se dolía y aún así toreó de rodillas para agradar a la concurrencia. Al lanzarse a matar el toro dio un derrote nuevamente, dejó una estocada delantera y luego de un aviso recurrió a la cruceta. Todo quedó en silencio y fue llevado a la enfermería para que lo infiltraran. 
 
Se anunció la corrida para el próximo domingo con la confirmación de alternativa del hidrocálido Mario Aguilar, una de las más grandes promesas de Tauromagia Mexicana, teniendo como padrino a Julián López «El Juli» y de testigo a Arturo Marcías «El Cejas» que habrán de estoquear un encierro de Bernaldo de Quirós. 

 

 

 

 

25120101788~12644032977500.jpg   Crónica de Paulina Romero Barrientos                                                                                                                Fotogalería Gonzalo López   25120101788~12644032977651.jpg