Importante inicio tuvo la feria del Sol, con mérito grande de los novilleros, cuadrillas, ganaderos, empresa y público, que echaron para adelante un festejo marcado por la fuerte lluvia y el frio, que no impidió  que los aficionados asistieran a  una novillada en la que los ganaderos donaron los novillos y las entradas eran gratuitas, en un detalle digno de elogio para todos los integrantes del festejo. De no ser por las adversas condiciones climatológicas seguramente la entrada hubiese sido mucho mejor.

 

El novillo que abrió plaza, de la Cruz de Hierro destacó por su recorrido, bravura y clase, pues tomó los engaños con prontitud, descolgando y con recorrido. Jonathan Guillén, que lo lanceó con oficio a la verónica, le toreó con temple, gusto y buenas maneras. Destacó en varias tandas de muletazos con la mano derecha. Tras pinchazo y estocada, Guillén paseó una oreja y tan notable novillo fue arrastrado sin su merecido premio.

 

Grata impresión dejó el valenciano Manolo Muñoz, que toreó muy bien con el capote y banderilleó con merito y gallardía, destacando un emocionante par de cortas al quiebro por dentro. El astado de Santa Fe, encastado y con recorrido, no fue fácil. Muñoz lo entendió en una faena meritoria, con excelentes muletazos, aunque tras una fuerte voltereta, el trasteo vino a menos. No obstante, Muñoz no volvió la cara y de no fallar con los aceros pudo cortar una oreja. Saludó desde el tercio una merecida ovación.

 

Debutó sin suerte el ecuatoriano José Alfredo Cobos ante un novillo de La Consolación que no se lo puso fácil. Destacó Cobos en alguna buena verónica, pero con la muleta no se centró, a pesar de empezar bien por bajo. Cumplió con dignidad el torero aunque sin brillo.

 

Tomás Martínez demostró poco oficio, lo cual le puso en apuros a lo largo de toda su actuación, con un utrero de San José de Bolívar, serio, bajo y bien hecho. Voluntarioso pero sin sitio, Martínez lo intentó con sinceridad pero sus realizaciones no pasaron de proyectos de pases sueltos.

 

Grata impresión causó Miguel Suárez, que ligó dos buenas tandas de muletazos con la mano derecha, dejando el engaño en la cara, tocando con sutileza y llevando largo y por abajo al novillo de Rancho Grande, con el que demostró buen corte. No pudo mantener el mismo nivel inicial de su trasteo, pero demostró que con más oficio hay torero.

 

Cerró de manera vibrante Jesús Enrique Colombo, que saludó con dos largas cambiadas al novillo de El Prado al que hizo una faena variada, larga, animosa y con muy buenos momentos. Buenos de verdad varios muletazos del joven novillero, que demostró que tiene tablas y valor, conectando de inmediato con el público. El astado, bravo, noble y flojo permitió a Colombo desplegar su mejor versión. Se dejó llevar por las voces de personas que llenan el callejón y  que confunden a los toreros, pidiendo un indulto a todas luces improcedente. Tras andar dando vueltas entre entrar a matar o no, acertó con el acero y cortó dos orejas. Es un proyecto de torero con muy buenas maneras pero debe centrarse en el toreo serio y dejar de lado ciertos efectismos. Salió a hombros en medio de la pertinaz lluvia que fue la compañera constante de esta fría tarde.

 

FICHA DE LA NOVILLADA

 

Plaza de toros de Mérida.

Jueves 3 de marzo. Novillada de feria, con entrada gratuita.  Un cuarto de entrada. Llovió durante todo el festejo.

Novillos por este orden de: La Cruz de Hierro, Santa Fe, La Consolación, San José de Bolívar, Rancho Grande y El Prado, desiguales de presentación y juego. Bravo y encastado el primero, noble el segundo, bravo y noble el sexto. El resto, cumplió.

Pesos: 360, 325, 325, 335, 300 y 280 kilos.

 

Jonathan Guillén, de turquesa y oro: (Oreja)

Manolo Muñoz, de blanco y azabache: (Saludos)

José Alfredo Cobos, de caña y oro: (Silencio)

Tomás Martínez, de azul pavo y oro: (Silencio)

Miguel Suárez, de verde botella y oro: (Saludos tras aviso)

Jesús Enrique Colombo, de blanco y oro: (Dos orejas tras aviso). Salió a hombros.

 

José Alfredo Cobos debutó en Venezuela con el novillo “Quiteño”, número 116 de La Consolación. El rejoneador Willy Agostini no pudo actuar por el pésimo estado del ruedo.