Tres jóvenes novilleros hicieron su presentación en la tarde dominguera del bochornoso mes de julio en la Monumental de Las Ventas. El mexicano de Tlaxcata, Gerardo Rivera, Alejandro Cunqueiro, de Huelva y el colombiano Santiago Sánchez Mejía, se las vieron con novillos de la ganadería de Los Chopos, de buen juego, encastados y facilones. Los tres jóvenes, que hacían su presentación en Madrid, no aprovecharon la ocasión de triunfar, la falta de recursos toreros, dejó al aficionado decepcionado. La empresa debe meditar y cambiar de criterio en la confección de carteles. El aficionado de Madrid, aunque el exceso de calor, castigase su asistencia, se le debe de ofrecer otros carteles más atractivos y de más consideración.

El mexicano Gerardo Rivera, que dispuso del mejor lote, recibió sus dos novillos a porta gayola, detalle que se le veía decidido a todo, banderilleó sin suerte, el novillo repetía en la embestida y hubo detalles, pero sólo eso, por falta de estar puesto para más, y tras una serie de manoletinas, atacó con el estoque con decisión y estuvo desacertado con el descabello.

El cuarto fue el mejor del encierro, que brindó a El Pana, logró muletazos con buen estilo y con el estoque no tuvo acierto. Dio vuelta al ruedo entre división de opiniones.

Alejandro Cunqueiro, de familia torera, se le vio con soltura en el manejo de las telas toreras. Al noble novillo, corrido en segundo lugar, pero flojo de remos, abusó con el toreo de rodillas y acabó de pinchazo y estocada. El quinto, con poca fuerza, se quedaba corto de embestida, tras un trasteo de trámite, lo despenó de pinchazo y media perpendicular.

Santiago Sánchez Mejía, de Colombia, hijo de artistas, se ha formado en la Escuela Taurina Francesa de Nîmes. Su primer novillo, tercero de la tarde, se lo brindó al matador de toros madrileño, Carlos Escolar Frascuelo, incomprensiblemente olvidado por las empresas. Trató de componer la figura y no siempre lo consiguió. La faena resultó movida y de larga duración, escuchó un aviso antes de entrar a matar. Acabó de tres pinchazos y una estocada. Ante el sexto, la lidia no fue correcta, la faena se la brindó a María Águila de Domecq, su apoderada. No se centró con el novillo, pisando varios terrenos, y con adornos muleteriles, cerró su actuación de pinchazo y estocada.

Y nada más, tras dos horas y media de festejo, sin fiesta, eso fue todo.

 

 
José Julio García
Decano de la Crítica Taurina
Periodista – Escritor
Escalera del Éxito 103