En Bogotá, Colombia, el Alcalde antitaurino, funcionario público que menosprecia y no tiene respeto alguno por las leyes de su país e imagino que tampoco respetará a su propio entorno, ha cometido indigna actitud contra la Fiesta Brava al autorizar instalar una pista de patinaje en la arena taurina de La Santamaría pero, como diría mi difunta madre «los pelos y dientes habrán de caérsele, los gusanos comerse su cuerpo, ni el alma le quedará de recuerdo».

 

Indigna actitud de irrespeto que no debe quedar impune, así lo percibo, siento y condeno, en cualquier escenario mundial donde se lesione miserablemente nuestra Fiesta Brava.

 

Los taurinos bogotanos requieren, se merecen, la solidaridad y el apoyo universal de los amantes de la Fiesta de Los Toros, deben luchar a toda costa, con todas sus fuerzas de aficionados, recuperar una de las Plazas de Toros emblemáticas de América del Sur.

 

Taurinos, la guerra es guerra, la pelea es peleándola, sin cuartel, ya basta de tanta pasividad, hay que fajarse como los buenos, con todas nuestras fuerzas porque quienes nos adversan, están ahí a la vuelta de la esquina, dentro de nuestra propia Fiesta Brava, es un flagelo que está latente en Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, México, España, Portugal, Francia, en fin en todo el mundo taurino, que debemos atacar con dureza, firmeza, sin contemplaciones, porque «hacer como hacen no es pecado».