Según las noticias que tenemos, al parecer, La Corte Constitucional de Colombia ha fallado la decisión a favor de la reanudación de las corridas de toros en Bogotá y, de ser totalmente cierta la noticia, como así presagiamos, la dicha no puede ser mayor, para los aficionados colombianos y, por añadidura, a los de todo el mundo, porque La Santa María de Bogotá, que así se llama a la plaza de toros es un poco patrimonio del mundo, si de toros hablamos.

Casi treinta días, un grupo de héroes anónimos, con su actitud por su huelga de hambre, incluso con la boca cosida para que no quedara la menor duda, han logrado un éxito de clamor al conseguir que, las máximas autoridades del país lograran persuadir al indio que rige como primer mandatario a Bogotá, de su nefasta decisión. Junto a los novilleros, es de celebrar que el primer colombiano que logró el estrellato en todo el mundo en calidad de torero, César Rincón, se personara en el lugar de los hechos para solidarizarse con dichos novilleros.

Desdichadamente, los dictadores, el tal Petro, como el presidente de Ecuador, con sus acciones, son capaces de destruir todo lo que a su paso encuentren. El referido Petro, hasta desmanteló el bellísimo museo taurino que albergaba dicha plaza bogotana. Eso, en mi pueblo, se llama hacer daño por el placer de la maldad. ¿Le votaron los colombianos a dicho personaje? Vaya error el que cometieron porque el personaje se las trae; o quizás les engañó a todos que es lo más probable. Un indio en rebeldía puede hacer todo el daño del mundo, ahí está Venezuela para demostrárnoslo.

Hemos seguido muy de cerca los avatares de los novilleros colombianos en estos días, toda la movilización que estos chicos han logrado, la solidaridad que han tenido desde España, desde el mundo entero y, para todos ellos, nuestra ovación más grande. La proeza que han tenido no podía haber sido mayor; en realidad, si esa fuerza hubiese venido por parte de las figuras del toreo, la presión hubiera sido mayor; pero que tan bello logro lo hayan conseguido unos humildes torerillos, la dicha es infinita.

Los aficionados del mundo nos sentimos dichosos al saber que la emblemática plaza de toros de Bogotá, por fin, tras tres años cerrada, abrirá de nuevo sus puertas para la celebración de festejos taurinos y, ante todo, para que la fiesta taurina no se pierda jamás en la bella ciudad andina.

Como hemos podido ver, ante las decisiones dictatoriales, siempre tiene que haber una oposición y, en esta ocasión, los opositores no han sido otros que, los novilleros colombianos, jugándose la vida fuera del ruedo, con su huelga de hambre han conseguido lo que todos creíamos que era imposible, que se reabra La Santa María de Bogotá.

Eso sí, dicha plaza, su afición, la torería del mundo, les debe a esos chicos una oportunidad en la plaza que han salvado para el mundo. Confiemos que, el que sea el nuevo arrendatario de dicho inmueble, en sus primeros festejos, como un acto de justicia, se acuerde de los novilleros que, gracias a su generosidad y al desprecio de su propia vida, fueron capaces de salvar la plaza más bella de Colombia.