César Vanegas lidió con oficio y seriedad al primer toro, de La Cruz de Hierro, ejemplar deslucido y complicado, con el que demostró sapiencia lidiadora el torero tachirense. Cuando saltó el quinto, se desató una verdadera tormenta que dejó el ruedo convertido en peligroso lodazal. Vanegas no se arredró y le echó al asunto ganas, valor, entrega y buen toreo. Poderoso se dobló en el inicio del trasteo para a continuación desgranar buenas series de muletazos por ambos pitones, a pesar de que el toro se rajó y aconchó en tablas. Cobró Vanegas una estocada y fue premiado con las dos orejas.

Eduardo Valenzuela saludó con voluntariosas verónicas al segundo, al que clavó dos buenos pares de banderillas. El toro acudía pronto a los cites, tuvo movilidad y trasmisión pero salía del embroque de los muletazos con la cara alta. Valenzuela lo toreó bien, en pases largos y hondos, algunos tropezados por la condición del toro, pero todos emotivos. Tras pinchazo y estocada baja fulminante, el público solicitó un trofeo no concedido. Lo grande de Valenzuela llegó con el bravo sexto, “Bombón”, serio, bien puesto y con una gran embestida, noble, con clase y recorrido. Sin definirse en los primeros tercios, el toro rompió a embestir de forma clamorosa en la muleta de Valenzuela que lo toreó muy bien, en una larga y emotiva faena, con soberbios muletazos por ambos pitones. Toro y torero en medio del barro y la lluvia se fundieron en emotivo trasteo, en el que es importante destacar la largura del toreo del valenciano, que se adornó toreramente con pases del desprecio excelentes. Bien colocado, tocando en el momento justo, dando el tiempo preciso para dejar meter al toro la cara en la muleta, el diestro sacó todo el partido posible a tan buen astado. El público solicitó el indulto que fue concedido, con toda justicia, así como las dos orejas simbólicas para el matador.

La mala fortuna con la espada dejó a Alexander Guillén sin trofeos, en una tarde en la que el merideño ha estado solvente, entregado y haciendo las cosas con torería y buenas maneras. Tras lancear voluntarioso a la verónica a su primero, Guillén se centró en una labor larga, mandona y templada, en la que demostró que tiene clase y que con más oportunidades puede funcionar. Inteligente y resolutivo, logró series de buenos muletazos, llevando largo y por abajo al buen toro, ganándole siempre la acción pues acertó a adelantar un paso entre pase y pase para obtener la ligazón pues el toro tendía a quedarse fuera de las suertes, quedándose sin una merecida oreja por pinchar. Saludó desde el tercio una merecida ovación. Ante el séptimo un toro con recorrido pero al que había que esperar mucho, Guillén volvió a destacar en una buena faena, en la que destacaron varias series de muletazos largos, con temple, con la clase que atesora el merideño. Bajo la incesante lluvia, se fajó como los buenos Guillén que entendió bien al noble toro, al que mató muy mal. Ahí se dejó un seguro triunfo.

El español Iker Cobo ha dejado grata impresión en su presentación en esta plaza, al mostrarse como un torero enterado y que hace bien las cosas. Con su primero, al que saludó con una larga cambiada de rodillas, lo entendió bien en una faena técnica y sobria, sin gran lucimiento por las dificultades del toro, que sobre todo por el pitón derecho apretaba y se colaba. Cobo, firme siempre, le toreó con temple y limpieza, sufriendo una voltereta sin consecuencias. Ante el octavo, bajo una fuerte lluvia, Cobo destacó en una corta pero sobria faena, en la que destacaron sus buenas maneras, oficio y temple, para torear con emotividad por ambas manos. Varios de  los muletazos de Cobo tuvieron temple y la virtud de aprovechar la noble embestida de “Tequila”. Tras una estocada, paseó una merecida oreja. Al final de la corrida César Vanegas, Eduardo Valenzuela, el empresario José Luis Rodríguez y los ganaderos Gabriel Manfredi  y José Luis Rodríguez hijo salieron a hombros en un brillante colofón de feria. 

 

FICHA DE LA CORRIDA

 

Plaza de toros de Mérida. Martes 8 de marzo.

Sexta y última corrida de feria. Un cuarto de entrada, en tarde fría y con fuerte lluvia a partir del quinto toro.

Un toro de La Cruz de Hierro (primero), complicado y deslucido. Siete de Campo Pequeño, bien presentados y de buen juego en líneas generales. Sobresalió el sexto, “Bombón”, número 166, negro mulato que fue indultado. Noble aunque con la cara alta el primero, bravo y áspero el segundo, complicado el tercero, rajado y mansurrón el cuarto, nobles y con clase sexto y séptimo.

Pesos: 450, 432, 430, 454, 427, 460, 435 y 428 kilos.

 

César Vanegas, de burdeos y azabache (Palmas y dos orejas)

Eduardo Valenzuela, de azul marino y oro (Vuelta tras petición y dos orejas simbólicas)

Alexander Guillén, de caña y oro (Saludos y palmas tras aviso)

Iker Cobo, de azul marino y oro (Silencio y oreja)

 

Incidencias: Destacaron en la brega y banderillas Fabián Ramírez, Gerson Guerrero y Mauro David Pereira. Mérito grande de banderilleros y picadores en situación climatológica tan adversa.