Rafael Vega de los Reyes «Gitanillo de Triana». Hermano menor de Curro Puya.

Hermano menor del famoso y malogrado “Curro Puya», fue uno de los mejores toreros artistas que ha dado Sevilla, nacido el 21 de mayo de 1915, en la popular calle Rodrigo de Triana. Torero inspirado. Cuando le soplaba las musas de la creación o entraba en estado de suprema sensibilidad, asombraba por su clasicismo, majestuosidad y gracia cañí. Fue también un importante torero que toreaba primorosamente a la verónica aunque sin alcanzar las altas cotas impuestas por su hermano Curro, insuperable e insuperado.

 

Rafael Vega de los Reyes «Gitanillo de Triana».

Se sabe que no existe quien pueda con un gitano inspirado, le echa arte a algo y no acaba. Ver torear a un gitano vale lo que pida. Es verdad que Rafael tardeaba en hacer sus faenas completas y que siempre dio muestras de andar muy justito de valor, además del acento negativo del fallo a espadas. Pero cuando cuajaba una faena completa no se parecía a nada, ni a nadie. Su gitanería torera extraída de lo más hondo de su sensibilidad era el sueño, del que habló el poeta y allá se nos queda para siempre. Nada la destruye y menos que nada el tiempo. El tiempo le da solera, la purifica, la va ennobleciendo, hasta convertirla en el más sabroso néctar de los recuerdos.

 

El pase de pecho de «Gitanillo de Triana».

 

A Rafael Vega de los Reyes, le fueron fáciles sus comienzos, en el planeta taurino, gracias a su nombre familiar. Rompe a torear en el año 1930, dos años más tarde participa en novilladas picadas en Zaragoza, Oviedo, Málaga, Cádiz, Valladolid, por donde va adquiriendo oficio y jalonando triunfos que le llevan, tres años después, a darse a conocer en Madrid el 22 de junio de 1933, alternando con Florentino Ballesteros y Jaime Pericás, con novillos del hierro de Villamarta. Lo repiten el 28 siguiente y deja ver la versatilidad y el carisma de su exquisito toreo, el que le viene de raza y linaje de artistas. Ésta es la razón que le abre de par en par las puertas de la alternativa, que toma el 19 de agosto de ese mismo año, en la ciudad de la Costa del Sol (Málaga), el dia 19 de agosto con toros del marqués de Villamarta siendo padrino de la ceremonia, el diestro borojeño Domingo Ortega, y de segundo espada del cartel el matador sepulvedano Victoriano de La Serna.

Ya es matador de toros y exhibe un excelente nivel de toreo por las distintas plaza donde actúa. Allí donde los resultados no son óptimos, se le abre un compás de espera. Su forma artística en los lances de capa, espatarrado, embarcando al burel y cargando la suerte en la salida, asimismo los muletazos con igual trazado, hacen exclamar a sus hermanos de raza: ¡Como templa el primo! Luego, a veces, se descompone y huye, rehuye y el regustillo se esfuma.

 

«Gitanillo de Triana», lanceando a la verónica.

 

Son los ramalazos del arte y también los ramalazos de la desconfianza típicamente gitanos. El arte, se integra y se destruye apenas brota de la fuente del sentido. Sobre la arena del ruedo cuando se reúnen, arte, toreo y gitanería, mana, fluye, la embriagadora y mítica faena que nos permite ser dichosos. Puede que para tanta felicidad haya que contar con el llamado toro de carril, todo ha de ser un cúmulo de coincidencias.

A todo esto, Madrid y su gente taurina espera a Rafael Vega de los Reyes, con la expectación y admiración con que se va a ver a un torero gitano, confirmar su alternativa. Se la refrenda el diestro de Rivas-Vaciamadrid, Marcial Lalanda, el 24 de mayo de 1934, ante Luís Gómez “El Estudiante», al cederle el toro Mayoral negro de pelaje, de la divisa de don Juan Terrones, corrida que hubo de ser remendada con toros de Concha y Sierra y de don Celso Cruz del Castillo, (corrían tiempos de enfrentamientos ganaderos y en ocasiones había que recurrir a esta fórmula para completar las corridas).

 

«Gitanillo de Triana» en una tienta con Héctor Álvarez.

 

Tras el paréntesis de la Guerra Civil (1936-1939), se acentúa la desigualdad de sus actuaciones, pues si bien es cierto que sus éxitos son imborrables, los pródiga cada vez menos y el público se siente defraudado. Como se sabe, esta clase de toreros no suelen caracterizarse por la regularidad de sus actuaciones, Pero dejó para el recuerdo faenas brillantísimas, como las de Barcelona y Madrid.

Después de la Guerra Civil española, Rafael Vega de los Reyes torea mucho a la vera de Manuel Rodríguez “Manolete”, que solía llevarlo por delante en la mayoría de las corridas que torea el diestro cordobés. Con la entrada en los carteles de “Manolete», en el 1944 vuelve a Barcelona y Madrid para repetir éxitos. Le llaman de América y marcha a torear. Estamos en el año 1946, y el 31 de marzo, toreando en la plaza de Acho (Lima) resulta cogido. Regresa a España a recuperarse y donde le espera una nueva temporada ideal para él.

Triunfa plenamente en Madrid el 10 de octubre de ese mismo año al realizar una completa y bellísima faena a un toro de Joaquín Buendía de nombre Barbas Agrías. ¡Qué verónicas¡ ¡Qué lances! ¡Qué naturales! Y qué muletazos de “Gitanillo de Triana», aquella tarde en la Monumental madrileña. En esa corrida, le confirma la alternativa al torero porteño Raúl Ochoa Rovira, con Agustín Parra “Parrita» de testigo. En 1947 acude a torear a México y a su regreso ha de cumplir con el compromiso del día 21 de abril en Sevilla, tarde en la que el segundo toro de su lote le hiere de gravedad. En agosto, el día de San Agustín, llega la tragedia de Linares, cuando el toro Islero de Miura, cambiado del lote de “Gitanillo», hiere de muerte al diestro cordobés Manuel Rodríguez “Manolete». Después del sangriento drama, vuelve a sonar los clarines en las plazas de toros. La Fiesta continúa, y “Gitanillo de Triana», por sus compromisos contraídos en su etapa manoletista, cumple un buen número de contratos en la temporada siguiente (1948). Luego baja, y en el año 1951 torea solo dos tardes y otras tantas en el 1952. La última de estas, es la postrera en que se viste de torero. Se celebró el 24 de agosto en la plaza madrileña de Vista Alegre. Le acompañaban el madrileño Pepe Dominguín y el mexicano Humberto Moro, en la lidia de cinco toros de don Pablo Romero y uno de Bernaldo Quirós.

 

«Gitanillo de Triana», debajo de la cabeza del toro de su alternativa.

 

Aunque corto de recursos, le bastó para ser figura del toreo, torear a la verónica con estética suprema sin olvidar los muletazos clasicistas de hondo sentimiento, aunque su punto más débil fuera la espada, pero cuando se decidía, ejecutaba la suerte a la perfección.

Apartado de la vida activa y del estrés que genera la profesión de torero, inaugura el Colmado “La Pañoleta», en la madrileña calle Jardines. Casado con Rosario Rojas Monje, hija de Pastora Imperio, decide regentar, a medias con su suegra, el tablao que abre en la calle Señores de Luzón de Madrid, con el nombre de “El Duende» para más tarde cambiarlo por el de “Gitanillos».

El 24 de mayo de 1969, Rafael Vega de los Reyes y su yerno, el también torero venezolano Héctor Álvarez, regresaban de una fiesta campera, en la finca de diestro madrileño Luís Miguel Dominguín, en el pueblo conquense de Saelices. En la carretera entre Cuenca y Madrid, en Belinchón, el vehículo donde viajaban chocó frontalmente contra un camión, falleciendo ambos en el acto. En su domicilio de la calle O ‘Donnell fue el velatorio y hasta allí acudieron numerosos amigos, artistas y toreros.

 

«Gitanillo de Triana», en un tercio de varas.

 

Rafael era una persona encantadora amable y rico en amigos. Todos los que le trataron alguna vez guardan especial recuerdo de su caballerosidad y simpatía.

Por último, decir que en ésta familia ha habido más toreros como un José Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana II”, que no pasó de novillero, que tenía grandes condiciones, aunque el valor le abandonara en más de una ocasión. También, hubo otros miembros de la familia que se probaron, casos de: Antonio de los Reyes Vargas, pariente de los anteriores, que tomó la decisión, después de algunas temporadas de novillero, pasarse a banderillero, enrolado en la cuadrilla de su primo Rafael Vega de los Reyes. El mismo camino tomó Francisco Moreno Vega, sobrino del célebre “Curro Puya”, que a lago de su carrera logró importantes triunfos, incluso en Sevilla y Madrid, donde sufrió una cornada en septiembre de 1959. Fue tan grave esta cogida que ya se vio en la imposibilidad de continuar con sus aspiraciones de tomar la alternativa y hacer carrera como matador de toros. Debido a esta cogida acabó de banderillero convirtiéndose en figura entre los años 1961 y 1988. Y un tal Vicente Vega “Gitanillo de Triana», que aunque llegara a matador de toros, su carrera resultó breve y de poco relieve. Lo que sí habría que señalar es el hecho desafortunado de Vicente Vega con un final gemelo al que tuvo Rafael Vega de los Reyes y su hijo político Héctor Álvarez. Ambos sucesos consecuencias de sendos accidente de carretera. El hecho ocurrió cuando Vicente Vega “Gitanillo de Triana», regresaba una tarde de domingo de un festival celebrado en Alosno (Huelva), en un vehículo que conducía su hijo Felipe y en el que también viajaba el novillero Antonio Montesinos. El coche entró en colisión con otro coche, dando varias vueltas de campana. Los tres ocupantes resultaron heridos de gravedad siendo atendidos, en primera cura, en la Ciudad Sanitaria de Huelva. Posteriormente

fueron trasladados a la de “Virgen del Rocío», de Sevilla, donde Vicente Vega, falleció a poco de ingresar. Su hijo presentaba heridas de pronostico grave y lesiones menos graves el novillero Antonio Montesinos.

Continuará…

 

Antonio Rodríguez Salido

Compositor y letrista

Escalera del Éxito 176

José Luis Cuevas 

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254