Se cumple en estos días un aniversario de la discografía flamenca, la edición del LP «la leyenda del tiempo» por Camarón de la isla hace 30 años. En este disco, se utilizaban instrumentos procedentes del mundo de la música Pop, letras de Lorca y también palos flamencos «de toda la vida». Alegrías con bajo y batería. Nana Lorquiana con Sitar. Tangos de siempre.

También en estos días hemos lamentado la pérdida de Bernarda de Utrera, Flamenca por los cuatro costados. Poseedora de la capacidad de emocionar que solo algunos elegidos han tenido, de una energía que se expresa en su voz y parece surgida de algún profundo rincón del alma. Vivió en el tiempo de muchos grandes como ella.

Hoy he discutido con un neoflamencólogo que me argumentaba que Camarón había hecho algo innovador y trasgresor de la ortodoxia, fusión de músicas; mientras que cantaores como la recién fallecida representaban «El pasado». Nada que guste a algunos más que manejar la palabra trasgresión para cualquier cosa. Difícil hallar algo mas manido que la palabra en sí, convertida casi en una jaculatoria sacramental, aplicable sin más a todo el que saque los pies del tiesto. Mi tertuliano, desde luego sabía poco de Camarón y las fuentes que le hicieron brotar. Yo le invité lo mas cortésmente que pude a que escuchase los preciosos álbumes grabados con Paco de Lucía por un Camarón joven y entusiasta, ya tocado por el duende y el quejío de los flamencos, dignos de figurar entre lo mejor del flamenco grabado. Y que escuche el final de la nana de «la leyenda del tiempo»: la misma voz desgarradora con otro instrumento procedente de la que se dice patria ancestral de los gitanos, India. Usar un instrumento primigenio como ese no es en absoluto retrógrado. Si han oído música indú, sobre todo del Rajastán, sabrán que una de las raíces del flamenco está allí.

Por tanto Camarón bebe de fuentes antiguas, y también de su tiempo, demuestra en ello sabiduría. Y también por supuesto de los viejos maestros, que merecen respeto, admiración y oírlos desde luego. Entre ellos la recién fallecida Bernarda de Utrera. Pepe de la matrona, que nos habla de los tiempos míticos del flamenco, en los que el comercio a través de Sierra Morena se hacía con caballerías. En sus Serranas «con el macho»(mulo) nos hace respirar los aromas que percibió en su juventud como de un pasado inmediato para él, en el que sierra morena era una aventura, ahora un tiempo de leyenda: el tiempo de los propios orígenes nebulosos del flamenco, tiempo de nombres de resonancia mítica: Juan Breva, Silverio, El mellizo.

¿De quién son esos machos. Con campanillas?. Son de Pedro Lacambra. Van a Sevilla

Junto a éstos, una enorme nómina de artistas memorables, por encima ya de toda duda: Clanes enteros como los Habichuela, los Sordera, Los Agujetas. Personalidades como Fosforito, Chocolate, La piriñaca. Óiganlos, paladéenlos, ámenlos: aprenderán mucho. Y de paso se enterarán muchos enteradillos de lo que son unas bamberas o unos caracoles, a distinguir una alegría de un mirabrás, a revivir las peleas estilísticas entre lo escuela de Pepe

Marchena y la de Manuel Torre. A enterarse de lo variado y emocionante de los cantes del levante, los de ida y vuelta; y de que fuera del compás también hay vida.

Oigan la nana de Joselero a su nieto. Verán que emociona.

Fusionadores de estilos, que sean creíbles; hay pocos: ya que es requisito conocer bien los ingredientes que se fusionan. En su día también se editó un álbum de 3 virtuosos de la guitarra: Paco de Lucía, John McLauguin y Larry Corre! La verdad es que algo tocado por esta nómina de la excelencia no podía sonar mal, pero si alguien me dice que eso es una fusión de estilos, yo le contestaría que no era más que una adición de parrafadas inconexas casi siempre; yuxtaposición no es maridaje, estar en el mismo pupitre no es ser pareja.

Por no hablar de soulerías diversas o alguna confituras de hígado de pato, por más que estén cantadas por poseedores de una voz grande. Ambas grabaciones preconizadas como transgresoras.

Les invito sin embargo a oír algún álbum de Jerry González y «El piraña», de principios de este siglo. Verán como un depositario de la sabiduría del jazz desde Dizzy Gillespie hasta hoy, conocedor también de la fertilidad musical del Caribe, demuestra también que sabe de qué va el flamenco. Esto sí es fusión. Cumple Jerry otro requisito importante: ser un músico importante, con enorme oficio (eso, por cierto; no es pecado).

Los verdaderos innovadores en música, casi nunca se han situado debajo de ninguna bandera estilística para desfilar, y menos aún para quedar bien con los gustos del momento.

Coleman Hawkins solo iba a un estudio a hacer su trabajo cuando terminó por convertir al saxo en el instrumento que simboliza el Jazz, por encima de cualquier otro. Bach era un tipo que trabajaba para un concejo que le daba la tabarra para que disciplinase a los alumnos de la universidad de Leizpig. Además escribía en un estilo pasado de moda entonces (la polifonía). Nunca quiso transgredir nada. Era un músico ubicado en un estilo demodé, lo que seguramente le traía sin cuidado. Acabó transformando para siempre la música.

De modo que tiendo a desconfiar de los que se proclaman transgresores antes que ninguna otra cosa y no transgreden nada excepto la inteligencia del oyente, y admirar a quienes hacen cosas nuevas y buenas, o simplemente buenas; sin cortejar a la crítica. ¿Será poca cosa ser un buen flamenco?

Y no reniego de los músicos de escuela y claro está tampoco de quien se diga flamenco sin más pretensiones. En este apartado, recomiendo oír el CD de «Son de la Frontera», grabado por flamencos de Morón hace 3 o 4 años, que no dudaban en homenajear a Diego del Gastor…usando instrumentos cubanos, para a continuación proclamarse flamencos sin más, sin otras pretensiones. Y transmisores de lo que aprendieron de sus mayores. Claro que no faltó quien les lanzara encima lo de la trasgresión.

Solo desde el conocimiento profundo se puede intentar hacer aleaciones con el tesoro que nos ha sido legado. Quizá también desde la genialidad inexplicable de algunos elegidos.

Solo quienes hayan bebido de esta herencia pueden hacer leyendas del tiempo. Y hacer que el recuerdo de su tiempo se convierta en leyenda, como el tiempo de los titanes del flamenco, los viejos maestros.