En la madrugada del día 31 ha fallecido en nuestra ciudad Francisco Sánchez Fuentes, uno de los subalternos más completos que ha dado esta tierra. Nacido en el barrio de los olivos, pudo presumir de haber toreado a las órdenes de todos los matadores de toros cordobeses de los años 50-60 y 70. Un palmarés que pocos  pueden lucir.

Paco Sánchez Fuentes, como se anunciaba en los carteles, nació para torero. Desde primera hora tuvo claro que su meta era ser subalterno. Y así empezó. Con quince años debutó en Lucena junto a Facundo Rojas, Manolo Sevilla y “Joselete”.

 

En su familia, de siempre, se había respirado ambiente taurino. Su padre quiso ser torero y su tío, Rafael Sánchez (el progenitor de la saga de  los Sánchez Saco, Escalera del Éxito 180) fue un destacado novillero. Además, entrenaba junto a su hermano Antonio, que alcanzó el doctorado.

 

Desde el primer momento se mentalizó concienzudamente para esta arriesgada profesión. Su preparación consistía fundamentalmente en recorrerse diariamente unos veinte kilómetros, ya que mantenía la tesis de que el estar fuerte es un aditivo al valor. Sentirse con fuerzas, decía,  da muchos ánimos en los momentos difíciles.

 

Comenzó a torear con quince años y se retiró con cincuenta y cinco. Fueron cuarenta años apasionantes en los que toreó en todas las plazas de toros, destacando las veinte veces que lo hizo en Las Ventas de Madrid a las órdenes de diferentes toreros.

 

Paco Sánchez Fuentes andaba con mucho poderío ante los toros, siendo eficacísimo con el capote y los palos, por eso solo sufrió un percance en tan dilatada carrera. Fue en la plaza de Tudela donde un toro de Sánchez Arjona le dio un puntazo.

 

Admiró a grandes banderilleros de su época, a los que tenía como referente; “El Andaluz”, Chaves Flores, Armensilla, y sobre todo a Michelín”.

 

En cuanto a matadores sintió predilección por dos toreros,  Antonio Ordoñez, por su arte y poderío y  Manuel Benítez “El Cordobés” por su toreo revolucionario y como timón de la Fiesta en un momento en que ésta carecía de un torero que aglutinara a las masas. Y de los toreros de hoy era Enrique Ponce el que le transmitía mas emociones toreando.

 

Desde que se retiró siguió viviendo la Fiesta apasionadamente, ahora desde el tendido.

 

Este hombre se ha cuidado siempre. Pese a haber sobrepasado el umbral de los ochenta años, mantenía el garbo y el porte de cuando cruzaba el albero.

 

Ironías del destino en los próximos días iba a ser objeto de un homenaje como reconocimiento a toda su exitosa trayectoria taurina, organizado por un grupo de aficionados.