De la Fuente advirtió siempre  que sus trabajos eran  un producto de la experiencia, cada cosa que él había aprendido y vivido es el resultado de un largo compromiso consigo mismo, lo cual él había  asumido desde que era un estudiante en la Escuela de Artes, donde eventualmente  descubrió que ser un escultor era la meta de su vida. Su carrera es bien conocida, por esto, cualquier presentación podría ser innecesaria.

Casado con María de los Ángeles Rodríguez, nos dice como Picasso “Yo no creo en inspiraciones momentáneas, lo más importante en el arte es trabajar cada día con esfuerzo, nosotros los escultores somos los proletarios del arte, nuestro diálogo con la materia nos hace pensar y reflexionar sobre la grandeza de la creación, dando vida a lo inerte, sintiendo que el silencio de lo material nos enriquece, dando oportunidad para la inconformidad para la constante revisión de conductas”.

Para mí –decía- el arte es uno solo. Una escultura en las calles es el arte más sociable. Mi fortuna reside en haber hecho en mi vida, todo lo que se hace. Ninguna influencia familiar me puso en este camino. Yo lo he trabajado sólo desde los 7 años. Yo tuve tiempos muy fuertes, tuve que dejar mis seres queridos para buscar otros horizontes que pudieran ofrecerme una mejor oportunidad. Venezuela era mi destino y aquí estoy.

El desnudo femenino ha sido para mí una constante, desde mis años en la academia hasta ahora, yo lo siento y continúo sintiéndolo como una expresión de volumen, El espacio y la forma vienen juntos como una fundamental realidad entre el insinuante abrazo y la infinita y ondulante superficie. Y los toros Mi pasión.

Mérida le dice adiós al maestro, cuya obra siempre estará entre nosotros y además sus buenos conocimientos taurinos y de artista. Paz a sus restos.