Semblanza ¡Pepe Luis! ¡Olé!

He aquí otro torero que jamás usó apodo, como Antonio Reverte, como Juan Belmonte. Ha aportado a la historia un nombre torerísimo, desde que apareció en los ruedos allá por 1939 ya fue el suyo, diciendo simplemente Pepe Luis, no ha habido español, ni menos española que pueda dudar que se nombraba a un artista que mas ha encarnado de esos tiempos de la década de 1940 el concepto jacarandoso y optimista: gracia, alegría, plástica belleza, ritmo y línea, arte florido y pintorero, riesgo esquivado con ardid picaresco y saleroso. Ese fue, en verdad, el toreo, Pepe Luis Vázquez fue el toreo mismo. Pero su nombre tan torero volvía a resultar un poco incomprensivo, una micita serio, así como a los buenos «cantaores» al nombre de Pepe Luis se le jaleó. Y le jalearon siempre diciendo «Pepe Luis Vázquez ¡olé!»

El tres de enero de 1922, vino al mundo en el sevillano y torero barrio de San Bernardo.  Banderillero a salto de cuadrillas, su padre y aspirante a matador, el chiquillo sintió desde pequeño la atracción del vestido de luces y no pensaba más que en torear, el padre desde el principio trató de arrancarle la inclinación por el toreo, primero con consejos luego con reprimendas y castigos. Él tenía la dura experiencia del torero modesto cargado de familia. Pepe Luis había sido en el colegio un muchacho estudioso, aprovechado y formal. Luego entró por empeños muy jovencito en las oficinas del matadero sevillano. Allí estaba su porvenir, y parecía mentira que un hijo tan bueno y obediente siempre, se volviera ahora indisciplinado por el apasionante son de la torería. A la oficina y a callar… Pero no pudo ser, la afición, la vocación lo arrastraba todo: escapatorias a los cerrados y a las capeillas y lances clandestinos en los corrales del Matadero. No pudo ser y el padre por fin lo ve  ante un novillo y tiene que convencerse. Pepe Luis es torero y ¡olé! Hay que ayudarle a subir la cuesta, que seguiría a ofender a la providencia no ir allanándole el camino que ella le había marcado. Pruebas en encierros: nocturna en Sevilla: novilladitas por toda Andalucía. Torero, torero, sorpresa y admiración, jubilosas en los públicos. ¡Qué chiquillo! Tan menudo, tan seriecito, tan niño ¡qué gracia le echa al toreo y que sabiduría y que emoción! ¿ Había resucitado Joselito? Pero los muertos no resucitan, nacen toreros nuevos y entre ellos como elegido ha nacido este Pepe Luis… De nombre ya revuelo alrededor de un renombre y ya salvar  la Guerra Civil española. Ya pudo reconvertir todo toreando y triunfando. El 18 de junio de 1939 debuta en Madrid, con novillos de Domingo Ortega y como compañeros Félix Almagro y Mariano García. Aquella tarde halló la muerte a Félix Almagro. Alternativa en Sevilla: 15 de agosto de 1940, toro «Salidón» de La Chica. Padrino Pepe Bienvenida y testigo Gitanillo de Triana. Confirmación en Madrid 20 de octubre de 1940,  toro «Carmeneño» de Escudero Calvo, padrino Marcial Lalanda y testigo Rafael Ortega «Gallito». En seguida en la cumbre, Pepe Luis ante Manolete y por encima de Manolete con un partidismo que ya fue legión. Una cornada en la cara en la plaza de Santander le afectó en un ojo el 25 de julio de 1943. Le quitó rastros pero volvió a recuperarse. Torero que no pudo ser más que torero, gran torero Pepe Luis Vázquez y ¡olé! ¡Toreo! Descanse en paz.

 

 

José Julio García
Decano de la Crítica Taurina
Periodista – Escritor
Escalera del Éxito 103