Es fácil para algunos en el mundo de la Fiesta Brava dar a entender que tienen admiración y afición por todo lo toro, «que se queman las manos y las pestañas» por su impulso y en honor a la verdad, solo viven de su apariencia, son esclavos de los dictámenes de su propia mentira que hace pareja con su imagen e identidad más falsa que aquel que se dice católico y ni siquiera sabe hacerse, la señal de la Cruz.

Son los esnobistas que deambulan en lo del toro, «malas hierbas» de potrero, esos que aparentan lo que no son, se las dan de redentores víctimas «cuando les ponen el dedo en la llaga» y en realidad, las víctimas son los que caen bajo sus redes, barata labia con la que engañan a cualquiera, apoyados por la pesetería que por años invade a la Tauromaquia. 

Esnobistas tiene nuestra Fiesta Brava en cualquier parte del mundo pero en Venezuela, estos personajes de poca monta, andan por ahí  dándoselas de mártires, aparentando lo que no saben aparentar, esgrimiendo la máscara mártir redentora, reflejo de una personalidad que no los representa, la de un «vivir para parecer» cuando lo menos que saben es «vivir para ser».

No canso en decirlo y escribirlo, que la Fiesta Brava en Venezuela tiene más enemigos adentro que fuera de ella, impregnada de peseteros y esnobistas que le hacen más daño que los propios antitaurinos.

Personajes que aparentan lo que no son, mártires redentores donde no lo son, esnobistas que solo les interesa el instante, la figuración en lo del toro, se ufanan de darle impulso a lo taurino, pero «no dan una puntada sin dedal» y como reza el dicho «el que mucho aspavienta de cuidado es».

En la Venezuela Taurina de ayer y hoy, hay quienes dan todo por el todo por proyectarla, enaltecerla, fortalecerla, impulsarla, difundirla, lo hacen sin darse coba ni figurón pero lamentablemente, en sus oscuros recovecos, deambulan los esnobistas taurinos que caerán por su propio peso, como caen los cocos, ah y por aquello de las dudas «al que le caiga el guante que se lo plante».