Conocí a César Palacios una tarde de San Isidro. Acodado en una de las ventanas del inmenso santuario taurino pintaba un toro negro. Por la expresión del animal y, quizá por lo genuino del atrezo que formaban la gorra y patillas del artista, me detuve junto a él. En aquél momento, con gran ignorancia y mucha juventud, no reconocí a uno de los grandes pintores de nuestra contemporánea historia taurómaca.

César Palacios, amén de gran artista, es gran señor. Sus inigualables patillas, la inseparable gorra ( que figura en la foto del reportaje) y su saber estar, hacen de este genial pintor, estampa novelada de la sierra bandolera, una figura del mundo de la tauromaquia y un ser humano fiel a sus principios y valores. Los de otros tiempos. Aquellos, en dónde la palabra amigo tenía un nombre: Antonio Chenel “Antoñete”.
Este es el personaje. Esta la entrevista.
a por ustedes.

Pilar Guardiola Flores

 

P.- Cuénteme sobre sus comienzos en el mundo de la pintura en general y la taurina en particular.

C.- Siempre me ha gustado el dibujo, desde los tiempos del colegio. Entonces nos enseñaban a escribir y a dibujar. Mi pasión era el dibujo.
La relación con la pintura taurina, me viene de la comunión que he tenido con la plaza de toros toda mi vida. De niño, cuando salía del colegio, me iba a jugar al fútbol a las explanadas de Las Ventas. En la época estival, como vivía cerca, iba con la familia a tomar el fresco a los aledaños de la plaza.
En el año 1962, mi padre que tenía mucha amistad con Paco Parejo, mayoral de la plaza de Las Ventas, le pidió un trabajo para mí y Paco, me puso de acomodador. Aquí comenzó mi afición por los toros. Mis primeros dibujos, nacen en los corrales, en los apartados…de la plaza de Las Ventas.

P.- ¿ Qué vivencias le han dado las plaza de toros?.

C.- Muchas. Una plaza de toros es una paleta de colores. Para mí, Las Ventas, ha sido la gran escuela de dibujo, aunque pasé por la escuela de San Fernando y el Círculo de Bellas Artes, mi gran paleta e inspiración ha sido la plaza de toros.

P.- Después de acomodador, desarrolla un sinfín de trabajos dentro de la plaza, entre ellos el de ventanero. ¿ En qué consistía el trabajo de ventanero?.

C.- Los chavales, en las corridas y novilladas se colaban por las ventanas de autoridades. En una ocasión uno de los chicos que escalaban lo pilló la guardia civil y se puso tan nervioso que se cayó y se mató. A partir de ahí, la plaza puso empleados en las ventanas, cuyo cometido era vigilar a los chavales, dejarlos que subieran y posteriormente echarles fuera de la plaza.

P.- Si aquello era afición: ¿ Qué cambios observa en el aficionado actual?

C.- Es completamente distinta. Entonces existía una gran afición. La educación era diferente y había mucho ingenio. Te voy a contar una anécdota. En la época del Cordobés, estando de portero, llega un hombre con un niño y me dice: “Mire, tengo un problema. Vengo del colegio con el niño y me he dejado las llaves y las tiene mi mujer que está dentro de la plaza, en el tendido del ocho. Entro, las recojo y me llevo al niño. Le contesto.- Bueno pase. Pasa el primer toro, el segundo y ya le pregunto al niño.- ¿Oye niño, tu padre cuando sale? Y me contesta.- No, si no es mi padre. Este señor me ha dado diez duros y me ha dicho, tú, mientras no te pregunten, no hables. Eso tiene mucho arte.

P.- ¿ No cree que la prohibición que se impuso para que los niños no asistieran a las corridas, ha perjudicado la afición por los toros?.

C.- Indudablemente. Personalmente, con trece años ya veía los apartados con mi padre.

P.- ¿ Qué sensación tiene cuando aparece el toro por primera vez en su vida?.

C.- Me pasó como con el mar. Experimenté una sensación de respeto y belleza increíbles. Fue un impacto tremendo. A partir de ahí, la fijación. Estaría horas y horas contemplando un toro en el campo.
El toro en el campo, tiene una gran majestad.

P.- ¿ Qué argumento esgrimiría en defensa de la fiesta?. ¿ Por qué el toro tiene que morir?

C.- He visto muchos toros morir en el matadero. No tiene nada que ver la muerte en el matadero. El toro tiene que morir dando suelta a su bravura, en una plaza de toros. Creo que hay que enseñar a la gente porqué nace y muere el toro bravo . Hay que verlo en el campo.

P.- ¿ Cuál es su primera pintura?

C.- Que recuerde, un óleo que pinté en una caja de puros.

P.- Hábleme de Antoñete .

C.- Le admiraba. Recuerdo que jugaba muy bien al futbol y al frontón. Cuando lo veía, para mí era muy especial. Hablaba muy poco. No puedo olvidar a aquel toro blanco de Osborne que toreó en las Ventas. Por cierto, que hoy, ese toro no hubiera pasado. Hoy quieren toros grandes.

P.- ¿ Qué piensa de la fiesta?

C.- Lo que pienso: “ Para mí, la fiesta es lo verdadero. Aquí, se muere de verdad.Es el momento en que un hombre tiene que resolver su vida en un cuarto de hora”.

P.- ¿ Qué opina del público de las Ventas?.¿Considera que ha cambiado?

C.- Claro que ha cambiado. Hoy el “olé” se ha cambiado por el “bien”, me comprendes, y no tienen nada que ver. Una cosa es la afición y otra la feria. Hoy la gente viene a la feria. En verano, no hay nadie en las corridas. Entonces:¿ Dónde está la afición?.
En la plaza hay un sonido siempre. Ahora, el sonido es diferente.

P.- ¿Qué sentimiento le provoca la fiesta a la hora de pintar?
C.- Aunque he pintado temas diferentes, la gente me ha encuadrado en el toro. No obstante, necesito el mundo del toro para pintar. Lo siento dentro. Es muy difícil ser “pintor de toros” porque lo tienes que sentir, emocionarte con ello. Para mí es una necesidad. Fíjate que en mi etapa de arenero, pisando el ruedo, me he sentido torero. Es lo más grande que te puede pasar. Te contaré como anécdota, que cuando me casé, elegí un día de diario para no faltar a los toros, y bauticé a mi hija entre semana por la misma razón. Creo que eso es pasión por este mundo.
Por el contrario, como para mí las vivencias son en la plaza, no concibo que con estos artilugios de hoy día, un señor se esté jugando la femoral y esté un tío hablando por un teléfono móvil. Esto me provoca indignación.

P.- ¿Cómo ha influido la plasticidad de la fiesta en su pintura?

C.- Me han inspirado mucho los matadores, de antes y de ahora, pero respetando a todos, te diré que he sido un pintor “del pellizco y del quejío”. El pellizcar, para que me comprendas es el sentimiento, el arte. Luego está el dominar a un toro y pegarle muletazos cada uno en su estilo. Para mí, la inspiración está en el pellizco.

P.- ¿Me habla de Curro?

C.- Curro, Paula, Antoñete, Morante….insisto, respetando a todos. Fíjate, Dámaso González que le contaban hasta los muletazos, le dije un día lo del pellizco, se rió.

P.- ¿Qué opinión le merecen las escuelas taurinas?

C.- Creo que son importantes, luego, cuando sales de la escuela, el que lleva algo dentro lo expresa. Antes iban al campo los chavales, ahora van a las escuelas y si tienen algo de “pellizco”, tarde o temprano, lo sacan.

P.- Creo que ha pintado una tauromaquia para un mexicano.

C.- Sí, pero no tengo fotos.

P.- ¿El cuadro más importante para el pintor?.

C.- Uno que hice a Antoñete en el patio de cuadrillas.

P.- ¿El mejor premio?

C.- Haber estado en la plaza de toros tantos años.