Con una tarde de verano  y un encierro excepcional, se vivió la primera corrida de abono en la capital colombiana. Un hecho que marcó la corrida fue el saludo desde el tercio por parte del Capitán Barbero, la afición bogotana lo ovacionó fuertemente por el magnífico encierro que le ofreció a La Santamaría.

Los seis ejemplares de Santa Bárbara tenían una bella estampa, imponentes de romana, variopintos, fuertes de kilos y elegantes en su andar… como para Madrid; un buen juego también brindaron en términos generales, pelearon todos en el caballo a  excepción del primero de la tarde que si fue manso desde el primer tercio hasta el final de la lidia, el tercero de  la tarde también tuvo complicaciones pero a la vez le faltó una muleta poderosa que ahormara su embestida. Incluso hubo varios ejemplares que acudieron a la cabalgadura dos y tres veces.

El primer alternante del festejo fue el caldense Cristóbal Pardo, gran actuación tuvo en su primer ejemplar, el más complicado de la tarde; al cual le ejecutó una faena de empeño, pases que no tenía el  toro, Cristóbal logró ejecutarlos con autoridad frente a un toro que solo quería estar en la puerta de toriles. Con el cuarto de la tarde se pudo sentir más a gusto por el motor y bravura del ejemplar; toreó largo, templado y en el centro del ruedo; cortó una oreja.

Ramsés Ruíz, alegró con sus dos faenas a La Santamaría, demostró una vez más que su toreo llega con facilidad al público bogotano; sin embargo no ejecutó tandas con profundidad y con el toque clásico que lo ha caracterizado siempre… hubo motor en las tandas  que logró con sus dos astados pero faltó temple y limpieza en los pases. Mató bien y cortó un apéndice.

Vestido de azul aguamarina y oro estaba Manuel Libardo, el pechó con las experiencias más desagradables de la tarde y no precisamente por culpa de la materia prima sino porque la afición percibió la dificultad que tiene el torero para saberse ubicar y tomar decisiones de lidia en el ruedo, en el primero de su lote que tenía molestias en su embestir, Manuel se desanimó muy pronto y no hizo prácticamente el intento de someter al toro… si ese toro hubiese tenido una muleta con más poder, se habrían podido ver sus cualidades. Tres o cuatro tandas cortas y entró a matar, sufrió un golpe fuerte en la cadera sin consecuencias graves. En el sexto salió de la enfermería más recuperado con más disposición, logró hilar buenos pases; sin embargo faltó explotar más las condiciones de un imponente astado de 529 kilos.

 

Desde Colombia, Informa Carolina Baquero (Directora para América)