Me van a permitir que les dé mi sencilla opinión, sobre el torero más destacado de la pasada campaña. La cosa esta difícil, puesto que la temporada tiene brillos que deslumbran por su propia luminosidad. Manzanares está arrebatador, Talavante desborda las improvisaciones inesperadas, Morante hechiza el ambiente, el Juli rebosa poderío y superación ante las adversidades y José Tomas compite a niveles magistrales consigo mismo. Como comprenderán es una tarea difícil enfrascarse en elecciones con un panorama de tanta nota. Cualquier diestro de los nombrados, podría perfectamente salir victorioso en la elección, pero mi mirada se ha declinado por un torero, que excede los límites de la pasión por la tauromaquia. Sus profusas ansias por lucir alamares, le han hecho superar los escollos funestos que puede tener la responsabilidad de vestirse de seda y oro. Es para mi entender, propietario nobiliario de un ilustre título taurómaco, marcado por las cornadas y percances, que plantean las ganaderías duras, y a la vez, también es propietario de una singular personalidad humana, que le hace superar con un carisma de extraña naturalidad, las fatalidades más aciagas. El nombre de este fenomenal espada, incansable lidiador de toros bravos, es don Juan José Padilla, para mí, la máxima figura de una temporada en la que ocurrieron cosas muy importantes.