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Ante el toro que abrió plaza, un jabonero manejable y de bella lámina, el rejoneador nacional Wilson Valladares, estuvo despabilado, e hizo evidenciar las buenas dotes toreras de sus cabalgaduras. Tras un inicio dubitativo con los rejones de castigo, colocó banderillas con aseo y corrección, pero una lesión en los cuartos traseros del astado le privó de colofonar su labor con algún trofeo.  

En tanto que a su segundo, que fue un obsequio de la empresa, y que a la postre resultó el octavo de la tarde, Valladares lo recibió a portagayola con la garrocha, a la usanza campera española. Tras templarlo a la grupa, colocó banderillas largas de frente y haciendo la batida. Luego de una banderilla al violín, una corta y una rosa, colocó también el rejón de muerte con mucha efectividad, saldando Wilson su actuación con una oreja de ley.

 

 

2142009573522~1240346157734.jpgEl coleta local, Mariano Cruz Ordóñez, lució con el capote al quitar por navarras al primero de su lote, aunque ya con la flámula, la faena no tomó vuelo, y se hizo algo anodina.

Con su segundo, Cruz Ordóñez volvió a brillar con el percal, sobre todo en los quites por chicuelinas, y ya con la muleta, Mariano rubricó una actuación de gran empaque y mano baja. Por el pitón derecho, el riobambeño dibujó muletazos de mucha expresividad estética, ligados en tandas de cinco y seis pases. Reafirmándose en su concepto, el compatriota quebró la cintura y pulseó la embestida con las zapatillas clavadas al piso, mientras el cornúpeta rompía a embestir y repetía una y otra vez. Mató con un metisaca y cortó una oreja con fuerte petición de la segunda.

 

                

 

2142009573522~1240346157796.jpg Juan Pablo Díaz, torero también de Riobamba, se entregó sin concesiones durante la lidia de su primer oponente, insistiendo una y otra vez ante un toro que careció de fijeza. Sin embargo, muy voluntarioso, Juan Pablo consiguió robarle algunos muletazos,  solventando con gran dignidad la papeleta. Recurrió entonces Díaz al toreo accesorio, con un desplante escalofriante, y culminó el trasteo con ayudados por alto, cortando al final una oreja tras la estocada.

 

Con su segundo, Juan Pablo, quitó por navarras con garbo y lucimiento, y haciendo correcto uso de las distancias, trazó varios pases de buena factura, presentando siempre la muleta planchada y por delante, tirando de la embestida. El toro empezó a devolverse por abajo, obligando a Díaz a enmendar con prisa su posición. Tras un par de desplantes de gran conexión con el tendido, falló con la tizona y debió escuchar un aviso.

 

 

2142009573522~1240346157843.jpg                Emilio Chamón Ortega, se dejó ver como un torero de buenas ejecutorias, aunque quizás algo eléctrico. Con su primero, toro que tomaba con prontitud los engaños, Ortega se supo adaptar de entrada, e instrumentó derechazos con temple y ligazón. Reforzó el trasteo con pases naturales de buen dibujo, y tras adornarse por manoletinas, dejó una estocada entera y cortó una oreja.

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A su segundo, toro que tuvo un punto de genio y violencia, que tumbó al picador y que apretó a los banderilleros, Emilio le plantó cara dejándole siempre la muleta puesta para evitar que se vaya de la suerte. Al astado, que tuvo muchos pies, el madrileño lo atacó siempre ratificando sus buenas maneras, pero al final lo pinchó en exceso.

Cabe añadir que el subalterno nacional Milton Calahorrano saludó montera en mano tras colocar un par de palitroques con mucha exposición y verdad.

 

 

 

                

    Desde Ríobamba (Ecuador), Crónica de Fabricio Guerra

Fotos: Niko