Cuando menos se espera dicen que salta la suerte. En este caso ha sido una suerte ver la actuación en la tercera de Otoño de Juan Mora, Curro Díaz y Morenito de Aranda frente a un encierro de la divisa de Torrealta, procedencia Marqués de Domecq, Jandilla y Torrestrella. Bien presentados acudieron a las telas toreras con pocas dificultades, o ninguna. El tercero fue devuelto al corral por flojedad manifiesta saliendo en su lugar un sobrero de Martín Lorca, de casi seis años.

 

El veterano diestro extremeño Juan Mora, hecho un torerazo y en plan de gran lidiador, hizo un derroche toreril extraordinario, adelantando la muleta y ligando los pases en redondo, unas veces rematados con el de pecho y otras con trincherazos. El portento de toreo lo remató de una estocada sin puntilla realizando la suerte como es debido y fue premiado con dos orejas. Con el cuarto volvió a dar otra lección de toreo para corregir a los pegapases y que el público se percate de lo que es torear de verdad. Tras una entera dobló el astado y fue premiado con oreja.

 

Curro Díaz, otro gran torero de los que están en la línea clásica del toreo de verdad, anduvo con capote y muleta como mandan los cánones y despachó al astado que hizo segundo de media estocada arriba. Fue fuertemente ovacionado. El quinto, con 630 kilos a los lomos terminó corto de embestida, tras una faena ligada lo despachó de un estoconazo. (Oreja).

 

Morenito de Aranda, contagiado del exceso de torería de sus compañeros, que dieron buena lección a los pegapases, no quiso ser menos y realizó un toreo con buen estilo acoplándose bien con el enemigo y ligando los pases al sobrero de Martín Lorca. Solamente tuvo el defecto de entrar a matar con el brazo suelto, aunque acertó con el acero. El sexto que fue de un caballo a otro se dejó pegar en varas y fue con buen son a la muleta. Faena torera y ligada, que tuvo el reproche de la estocada caída por entrar con el brazo suelto en vez de hacer la suerte ortodoxa. El público, entusiasmado toda la tarde y asombrado por lo presenciado, quiso premiar al burgalés pidiéndole la oreja, que en este caso la presidencia otorgó de manera compensativa.

 

La lectura de esta corrida es la exhibición de toreo auténtico y lidiador que asombró al público que pudo ver que las faenas deben de ser ligadas y tener una corta e intensa duración. Nuestra enhorabuena a los diestros y al público que salía sorprendido y satisfecho de lo acontecido.