Como conocen bien los aficionados a la fiesta de los toros, el veterinario cordobés José Luis Prieto Garrido, asesor de Los Califas, ha publicado una serie de libros sobre el toro de lidia que han alcanzado varias ediciones. Sus conocimientos sobre este bello animal, unido a su amena pluma, han dado como resultado unas obras didácticas muy bien acogidas por los lectores.

 

Su inquietud por mostrar la vida del toro bravo le tiene inmerso en un nuevo proyecto dedicado a las ganaderías  históricas, las acertadamente llamadas de leyenda y míticas.

 

Como yo también admiro al toro bravo, le suelo acompañar cuando le citan los ganaderos para las secciones fotográficas y las entrevistas correspondientes, y así aprovecho y fotografío animales de todos los encastes y pelos, enriqueciendo mi propio archivo personal.

 

Este fin de semana hemos visitado las casas ganaderas de Torrestrella y  Doblas Alcalá, ésta última con dos encastes completamente distintos, del Conde de la Corte (Casta Vistahermosa) y Casta Vazqueña (Línea Veragua ).

 

Y precisamente, en esta ganadería bicentenaria cordobesa de Doblas Alcalá,  hay un eral, para utrero, del encaste Conde de la Corte, criado con biberón, que  desde hace pocas semanas comparte dehesa con otros toros. El animal sigue siendo muy noble y acude presto a la llamada de José el mayoral, el hombre que le rescató de una muerte segura cuando su madre le abandono al nacer.

 

Cuando nos acercamos a la cerca donde pasta, enseguida se nos acercó y aceptó de buen grado, las caricias de su criador. Nosotros nos manteníamos al lado y no le perturbaba lo más mínimo nuestra presencia. Mientras tanto, los demás toros, a los que previamente José había echado su rico pienso, comían y veían la escena a pocos metros, sin apenas mostrar interés por los intrusos en su hábitat.

 

El caso es que José Luis, que se desvive por este animal, no pudo evitar la tentación de acariciar al novillo. Y como experto que es en estos animales, supo rápidamente que tratándolo con cariño y mimo el animal se entregaría. Y así fue.

 

Yo capté la imagen y la muestro como símbolo de nobleza por parte del eral y de cariño por parte de este gran escritor y veterinario.

 

Una imagen que, sin duda, ilustrará su libro para demostrar que el toro bravo, aun dentro de su fiereza mil veces demostrada, es agradecido a quien le trata bien. Un ejemplo más de la grandeza de esta raza.