No quiero comenzar esta crónica sin recordar que este cartel se concibió con Julio Aparicio como director de lidia, quien hubiera dado un toque especial al festejo. Es de justicia haberlo echado de menos y desear que pronto regrese a este coso, donde tanto se le quiere y admira.

La tarde comenzó muy animada por el ascenso del Hércules que regresa a la Primera División, por lo que la corrida se atrasó una hora.

El primero de la tarde –Resguardado, de 513 kilos- fue un toro boyante al que El Juli toreó bien con el capote y lucido en el quite. Lo llevó muy largo con la derecha y apenas pudo intentarlo al natural –que fue la tónica de la tarde para ambos matadores-, adornándose en los momentos clave dado su gran dominio de la franela. Lo mató de una estocada en la cruz –ya verán ustedes como es la estocada de la feria- y el toro cayó patas arriba a los cuatro segundos. Inició la faena a su segundo con unos buenos estatuarios en los medios y allí continuó el toreo en redondo. Como por la izquierda este toro tampoco iba, el madrileño volvió a caldear el cotarro con su buen toreo de recursos y -como es más listo que el hambre- finalizó la faena. Mató en la suerte natural –así fue en los seis- de una estocada trasera y caída que degolló al animal. El público enfervorizado pidió la segunda oreja que el Usía hizo muy bien en no conceder. El Juli estuvo muy bien toda la tarde con el capote y a su tercero lo quitó por tafalleras rematando con una media imponente. Con la muleta este fue el toro menos claro pues se quedaba a mitad de la suerte, lo que no impidió que Julián le hiciera una aseada faena y tras la estocada cortase una oreja.

Comenzó muy frío Manzanares, su primero se dio una voltereta y se quedó muy parado. Empezó la faena toreando con la derecha muy templado detrás de la segunda raya, pero el toro fue acusando la querencia a chiqueros y a Manzanares sólo pudo animar su embestida con unos molinetes. Lo mató de una estocada y cortó una oreja. Al salir su segundo volvió a preocuparnos la actitud del alicantino pues estaba como desangelado, capoteando sin claridad y dando siempre pasos atrás. Ni siquiera brindó el toro –que era bueno, a mi juicio- y se limitó a dar unos retazos de su poderosa muleta. Otra estocada, descabello y ovación. Por suerte, en último lugar salió de los chiqueros Incrédulo –nº 166, de 550 kilos-, aunque no se lució con el capote y tampoco lo brindó, cuajó con él la faena más importante de la tarde, iniciándola con tres series de toreo en redondo en los medios. Con hondura, con la mano muy baja, sometiendo al animal y pasándoselo por la barriga con una verdad que caló en los tendidos. Tras comprobar que con la izquierda no había manera, continuó con otras tres series mejores que las del inicio rematando así una faena de gran calado. Volvió a cobrar una buena estocada y el premio fueron dos orejas.