En este artículo voy a hacer una excepción que rompe un poco con mi habitual norma de tener siempre claramente planeadas o preparadas las partes de las que constan mis artículos. Porque si bien os comenté en la primera parte que en la segunda, es decir, esta, quedaría solventado el misterio, no va a ser así.

Y no va a serlo ya que ha caído en mis manos una extraordinaria crónica de un inmenso crítico taurino de la época, el archifamoso “Clarinero” y con vuestro permiso y espero que aquiescencia, me voy a permitir incluirla en este artículo, por lo que el misterio se desvelará en el próximo número de nuestra revista.

Algunos podréis pensar que para qué incluir una crónica antigua. Os lo explicaré, aunque creo que cuando la leáis lo tendréis claro. Magnífica, bien escrita, con fondo, poder y despidiendo sabiduría taurina por los cuatro costados. Así era El Clarinero, y creo justo señalar que produce sana envidia comprobar la talla (profesionalmente hablando) de un crítico que está muy por encima de la mayoría de los actuales.

Acabé el anterior artículo explicado que el segundo cartel que se publicó en los programas estaba compuesto por novillos de Higinio Luis Severino Cañizal para los matadores Luís Alfonso Garcés, Martín Sánchez “Pinto” y Alfonso Ordóñez.

En última instancia el cartel definitivo no dio tiempo a imprimirse, así que paso a transcribir esa gran crónica del El Clarinero, tal y como decía antes:

 IMPRESIONES DE LA NOVILLADA DE PEÑARANDA DE BRACAMONTE – Por Clarinero-

SÍNTESIS: Novillos de Higinio Luis Severino de Fuenlabrada (Salamanca). Bien presentados, nobles y bravos en general. Al cuarto se le dio la vuelta al ruedo.

ESPADAS: Luis Alfonso Garcés (dos orejas y dos orejas y rabo con varias vueltas al ruedo y salida final a hombros en unión del ganadero); Martín Sánchez “Pinto” (vuelta al ruedo y palmas) y Miguel Flores (vuelta al ruedo y palmas)

Si siempre resulta interesante para el aficionado salmantino la corti de feria peñarandita, porque viene a ser el prólogo de la de Salamanca, en esta ocasión nos impelían al excursionismo diversos motivos, enlazados en el cartel con toda la fuerza que da la amalgama de excelentes factores, empezando por el elemento TORO que siempre es lo esencial, continuando por la reprisse del “PINTO” (que el año pasado cuajó una gran tarde), siguiendo por la presentación de Luís Alfonso Garcés, en la vanguardia de la novillería) y terminando por la inquietante y atrayente de Miguel Flores (sustituto de Alfonso Ordóñez, quien a su vez sustituyó a El Viti), reapareciendo en fiesta de tanto fuste después de dos percances graves, sin respiro para coger de nuevo ese “sitio” necesario para nadar por el ruedo sin agobios.

¿Qué ocurrió en Peñaranda de Bracamonte…? Mismos novillos, misma fecha y tres carteles diferentes…

Y empezando por el elemento TORO que es el esencial, digamos que el joven ganadero de Vitigudino, D. HIGINIO LUIS SEVERINO, cumplidor estrictamente escrupuloso en cuanto a la presentación de sus novillos (algunos de los cuales hubieran pasado sin protesta, por poder y cuajo, cualquier corrida de toros) logró un éxito sin reservas de ningún género.

La novillada en su conjunto fue de extraordinaria nobleza y brillándole a los cornúpetas la casta dulce de los antiguos “villares” con su temple y comodidad características. Resumiendo, un éxito ganadero de Higinio Luis Severino.

Luis alfonso Garcés triunfó en toda línea y se descubrió como un torero de excepción. Martín Sánchez “Pinto” demostró ser un gran muletero, pero el fallo a espadas le impidió el triunfo.

Y henos aquí ahora, enfrentados con lo que hemos llamado “novedad inquietante y atrayente de Miguel Flores”. Quien, como este malagueño-salmantino, tiene ya en su carne los costurones de dos cornadas que le truncaron la marcha de triunfos que inició y continuó e la plaza carabanchelera, bien merece que en esta tarde de su reaparición, después de cuatro meses de inactividad profesional, tratemos de buscar, las causas de que la tarde no haya añadido ninguna gloria a su nombre.

Cuando cogido (por segunda vez),  conmocionado y maltrecho pudo retirarse a la enfermería y no lo hizo, demostró Miguel Flores un excepcional sentido de la responsabilidad, del deber y del compañerismo. Muy digno de tenerse en cuenta. Minutos antes, Miguel Flores se había enfrentado con el suscribiente para brindar: “Le hago a usted depositario de mi brindis a Salamanca, a la que debo lo poquito que soy” Fue un gesto simpático que es justo señalar, no por la inmerecida representación que me confirió sino por lo que tenia de espíritu caballeroso y agradecido.

En realidad su labor no debe ser objeto de una disección taurina por las circunstancias en que hizo el paseíllo, pero su buena voluntad, pundonor y vergüenza torera son dignas de todo encomio, siendo despedido con aplausos. Mientras por la puerta grande del coso de La Florida salían en volandas un gran novillero madrileño y un joven ganadero charro.

Fin de la crónica de Clarinero.

Como decía antes, una estupenda crónica, de una prosa limpia, agradable y clara, con fuerza y ese toque sentimental que imprime cuando habla de Miguel Flores, que demuestran por qué fue uno de los más grandes críticos que ha dado la historia del toro, al memos para mí.

Espero desde el cielo me perdone la licencia de incluir su crónica en mi humilde artículo.

Y espero también, queridos lectores, que esperéis con paciencia al próximo número de la revista, donde esta vez sí, prometido, os desvelaré el misterio de Peñaranda, muy curioso y sobre todo una buena muestra de la picaresca taurina de la época, aderezada con ingredientes típicos de telenovela como son la envidia y la venganza.