Desde luego, la función será incruenta. Ya se sabe que mis primos toleran toda clase de violencia urbana, bombardeos a urbes milenarias, niños despellejados con productos químicos, programas televisivos atiborrados de crímenes, y más, pero no soportan observar nada que atente contra la integridad de un animal. Por ello, Don Bull Productions -me cago con los nombres creados en los tiempos de la globalización- avisa en la propaganda electrónica que en sus festejos no se permitirá que los animales sean lastimados. Para no petardearla, flamencos participan que han cambiado los arpones de banderillas y rejones por cinta adhesiva velcro.

En rueda de prensa dieron a conocer los detalles de la temporada en la ciudad del naipe y la ruleta. Un proyecto ambicioso según lo han dicho. La primera tarde de feria, Zotoluco, Alejando Amaya y Julio Benítez Cordobés hijo, bajo la muy castiza aseveración de que hay gente pa’ todo, intentarán arrebatar adeptos al Circo du Solei, a las tetas al aire de las bailarinas de El Tropicana, y al paño verde de las mesas del Bellagio, para meterlos al tendido.

Según las fotografías de su página electrónica, la puesta en escena será muy profesional. Las condiciones de la South Point Arena son de primera. Por decir algo, cómodas butacas de terciopelo rojo, estadio techado, restaurantes y decoración ostentosa. En su publicidad comentan que el asunto va muy en serio y anuncian para el futuro próximo a las grandes figuras españolas. Suspicacias y prejuicios nos previenen llevándonos a imaginar unas vacaciones “pagaas” muy en el tipo de las que se receta El Juli cuando hace la América. Pero puede que no. Sería absurdo negar que los cara pálidas son muy formales a la hora de organizar sus eventos y como las cosas están en decadente galope aquí en el traspatio, es muy probable que en unos años sean opción interesante las corridas de Las Vegas, en vez de la polvorienta feria caballo en Texcoco, o la temporada grande del toro chico en la Plaza México. De ser así, junto a talladores, turistas, maricones, apostadores, putas de lujo, mafiosos, coristas y demás componentes del catálogo, estarán los aficionados chipén. Y como lo del toro envenena sin remedio, entonces, se escribirán otras versiones del sueño americano. Por ejemplo, la del chico humilde que le diga no al high school, o a los talleres gigantescos de las líneas de ensamble de las fábricas automotrices de Detroit, y una noche a la hora de la cena se plante ante la mesa familiar y con un par, les atragante el roast beef a sus perplejos padres, cuando muy serio les participe que ha decidido meterse a “torrerou”.

 

 

 

 

 

 

 

Desde Puebla (México), José Antonio Luna