La escultura Cantaor nos muestra a un joven torero, vestido de corto, tocando las palmas mientras canta, sentado en la clásica silla de enea colocada al revés, para apoyarse en su respaldo. Caída a sus pies aparece de nuevo una botella de vino vacía. El novel escultor consigue plasmar en el barro con toda fidelidad gestual ese momento del dialogo entre el cante del artista y un auditorio invisible.

De la misma etapa que la anterior es la expresiva figurita de barro Gitana con sombrero que recoge el instante en que la artista  saluda al público tras su actuación. Con el peinado típico de las mujeres gitanas de entonces, moño bajo, peineta, patillas rizadas, va tocada con un sombrero popular y con manteleta floreada sobre los hombros. Huyendo de todo estatismo, la recrea inclinada ligeramente hacia delante y, al mismo tiempo que se levanta el sombrero con la mano izquierda se recoge hacia atrás, con la derecha, su vistosa falda llena de plegados, frunces y adornos que el joven y autodidacta Benlliure ya reproduce de manera excelente en el barro. Este material, por su ductilidad y características, nos permite observar in situ la técnica de modelado del escultor.

Dentro de esta primera serie de personajes que recrean ese ambiente festivo popular tan afín a las ferias taurinas, modeló otras estatuillas como Gitana con guitarra brindando, Gitano brindando o Gitana bailando, esta última perteneciente actualmente al Museo Mariano Benlliure de Crevillente (Nº Inv. E-158).