La impresión que se recibe a primera vista de don José Sánchez del Campo es de un acaudalado labriego andaluz. Cuenta 70 años pero se conserva sano, fuerte y hasta se diría que ágil. En el hall del hotel de Tolox le encuentro dando bocanadas a un puro que lo envolvía en blanca neblina de humo, como si quisiera pasar desapercibido a la vista de los asiduos del balneario. “Cara–Ancha”, cuenta esta historia según la recuerda:

– ¿Dónde nació usted?.

– En Algeciras, provincia de Cádiz. Mi padre era militar y deseaba que siguiera esa carrera. Yo pasaba mucho tiempo con una tía, hermana de mi madre, muy católica que quería que fuese cura.

– … Y usted, ¿qué prefería?.

– Militar, pero de aquellos de sable largo. Las tropas que iban a la guerra de África embarcaban en Algeciras. A mí me gustaba ver a los “sordaos”. Un día decidí alistarme y marché a “Zeviya” “pa” “puntarme” a eso del ejército.

– ¿Lo hizo?.

– No señor. Me dio “canguelo” eso de la guerra…. Entré a trabajar en un taller de dorador. Conmigo “currelaban” varios aficionados a los toros. Siempre la misma cantinela hasta que consiguieron meterme la fiebre en la cabeza. Previo pago de unas “propinillas” los vaqueros de Tablada me dejaban torear algún buey. Al poco estaba “liao” por capeas. Tenía mucha ilusión, no por ganar dinero, prefería los aplausos y el reconocimiento de mis amigos que me seguían “pa” verme torear. El asunto “mabía calao”. Un día decidí ir a “Zeviya” “pa” ver una corrida de toros. Vi al “Tato” por primera vez. El traje entre claro y ceniza, camisa “encarná”, sombrero ancho, sus “sapatos” … blancos inmaculados, ¡todo un tipazo!. Me quedé con la boca abierta y me dije “pa” mí; ¡Madre mía de mi “arma”!, ¡”zi me viera así yo …!. Porque “er Tato” ha sido el hombre que “mejó” ha vestido en España “er” traje flamenco. Después muchas capeas y “novillás” hasta entrar en la cuadrilla del “Gordo”. No ganaba “ná” pero “toa” mi ilusión era aprender, “¿oyeusté?”. Luego, cuando ya sabía lo mío, me empezaron a dar veinte o veinticinco duros por actuación. Entré a trabajar con “Bocanegra”, que me daba 30 duros. Conocía al “ganao” bravo. Nunca entraba con “manzos”, entendía que aquella profesión era feroz en donde solo triunfaban los hombre machos. En mi tiempo un toro tomaba quince, veinte o más varas, mataba veinte caballos y se quedaba tan fresco con la cara alta. Se toreaban toros de cuarenta arrobas en canal (460 Kilogramos). Yo los mataba por arriba, recibiendo, los pies “clavaos”, esperando la embestida, “¿oyeusté?”. No había ni orejas ni rabos ni vuelta al ruedo, no se paraba el sol por una “güena” faena. De Mazzantini recuerdo que era una “güena” persona, (“sin despresio pa naide”). Cada “estocá” que recetaba hacía rodar a los toros “jechos” una pelota. Don Luis fue un matador excelentísimo, ¡Allí había valor por arrobas!.

– ¿Y el Guerra?.

– Era otra “coza”. Torero de escuela. Poseía un dominio absoluto, sobre todos los toros mucho más que cualquier otro. En cambio con la “espá” es otro asunto. En tocando esta suerte no podía con Mazzantini y principió a no querer torear con él. El Guerra mandaba y le dejaban escoger los toros que quería de ciertas ganaderías; más pequeños, que se dejaran tocar los pitones y con tanto capotazo y tanta gente que le rodeaba se quedaba “atolondrao”. De cualquier forma, el Guerra merece todos mis respetos. Pero con él comienza la decadencia del toreo. Esto lo saben “tos” los “afisionaos”, unos callan y otros lo decimos en público. No lo digo para criticar, es que quiero que la fiesta “vuerba” a “se” como antes. Todos los toreros hemos tenido lo nuestro, pero el que más “ma” “gustao” ha “sio”, “Manué” Dominguez. ¡Había que ver al señor “Manué” abrirse de capa y lancear al toro!. Un “afisionao” lo vio torear y dijo “mu” fuerte.- “¡Anda, que no tiés” “esperdicio”!. Toda la plaza lo escuchó y aplaudió a rabiar. El número uno con la “espá” fue, sin duda, Antonio Sánchez, no ha existido otro mejor, ni antes ni después, no se podía comparar con ninguno. De aquí la sentencia.- “¡Anda y que lo mate “El Tato”, con lo que se da a entender que de sus manos no escapaba ningún toro que lo pudiera contar. “El Tato” fue el primero, el primerísimo, como él no “la” “habío” ni la habrá, “¿oyetú?”.

Don José Sánchez del Campo, “Carancha”, era nacido en Algeciras, el día 8 de Mayo de 1.848, el mismo año que inaugura la plaza de toros de Santa María la Real de Nieva Curro “Cúchares” de único espada. Toma la alternativa en Sevilla el día 24 de Septiembre de 1.874 de manos de, Manuel Domínguez “Desperdicios”, con toros de Adalid. Confirma en Madrid el 25 de Mayo de 1.875, Rafael Molina, ”Lagartijo”, le cede la muerte del toro “Apreturas”, del Duque de Veragua, con Salvador Sánchez “Frascuelo de testigo. Años después Antonio Machado le dedica un poema en su libro “Campos de Castilla”, que se publica en 1.913 con el título, “Hombres de España”. “Carancha”, como así lo llamaba don Antonio, se empeñó en perfeccionar la suerte de recibir como única arma para destacar ante los monstruos de su época, “Lagartijo” y “Frascuelo”. El primero no la practicaba, hacía el volapie. El segundo, alguna vez se tiraba a matar al recibo, pero, la mayoría de las veces, sus estocadas resultaban imperfectas. Se retira el 11 de Noviembre de 1.894 en Sevilla, toros de Joaquín Murube.

Falleció en Aznalcázar, Sevilla, el día 31 de Mayo de 1.925.