Su primero ha sido un toro bien hecho, castaño de pinta, y que procedió de la ganadería de Guanamé, al que inteligentemente le fue recogiendo su embestida para después recortar con una soberbia verónica, que de inmediato impactó en los tendidos. Impactó porque el público comprendió que era necesario centrar al toro en el capote, y luego que lo consiguió el matador Martínez, regaló para el exigente paladar, una media de luminosa estética.

Tras comparecer en el caballo, regaló un quite por caleserinas que ha resultado el respetuoso y emotivo homenaje a su creador, el inolvidable maestro Calesero. Con la muleta se fueron sucediendo los trazos largos y templados, dando paso, no sólo a lo apolíneo, que da la estética a través de la belleza en las formas; sino a lo dionisiaco, que sustentó esa belleza con el implacable argumento de la solidez de su arte.

Lástima grande que el toro fue recortando la embestida y acabó aplomándose, de esta forma, Guillermo ya no pudo recrear más su inspiración. Tras un espadazo entero el cónclave exigió las orejas, que el juez decidió no otorgar. Se entiende que los reglamentos indican que la primera oreja la concede el respetable, pero… cosas veredes.

Lo fundamental ha sido que el propio público acabó obligando al joven artista de Jalisco, a dar la vuelta triunfal.

 

Con su segundo, un toro cárdeno oscuro, al que había que poderle, y eso ocurrió. Guillermo lo recibió con una larga de hinojos, para incorporado regalar cadenciosas verónicas, aderezadas con la media. En la faena de muleta, al inicio, como sólido planteamiento pasaron lista los pases domeñadores, y una vez que el toro se percató que sólo mandaba en el redondel, Guillermo, se sucedieron pases con ambas manos, haciendo gala de su aguante, poder y torerismo, consiguiendo así estructurar otra importante faena. Rubricó de tras cuartos de espada en buen sitio. Nuevamente hubo petición que el juez no atendió, pero el gran público de Pachuca exigió al torero de Jalisco, dar otra vuelta triunfal ante el pleno reconocimiento.

De esta forma, el pasado fin de semana, Guillermo Martínez, volvió a dar rienda suelta a la inspiración, sumando de esta forma dos faenas de gran armonía, por el poder del sentimiento, y el poder que emana del valor natural, que impactaron en el espíritu de los diletantes taurinos.

 

 

 

 

 

 

 

Informa Jackeline Medina