Aunque geniales sus esculturas, porcelanas, pinturas, collages… me embelesó aún más si cabe, la propia Dora. Su intensa trayectoria artística, el día a día y su propia vida. Fue intensa en sus vivencias, sensible y apegada a la cultura en general,a la creación y a la pureza del arte con mayúscula, sin la más mínima contaminación. No tuvo interés crematístico alguno. Generosa y excelente persona.

La entrevisté cuando ya contaba ochenta y tres años…pero viviendo aún en los veinte y tantos, lo que se entiende por disfrutar de un espíritu juvenil…

Se sumergía en el mar del arte continuamente, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día…, es como si representara al volcán del arte, el volcán Apolo. De sus entrañas brotaban en catarata, las ideas, las formas y las expresiones. Ante todo, Dora se consideraba escultora, pero es que además me permito añadir, que además de las disciplinas artísticas anotadas, tenía una pluma muy interesante, se encontraba muy cómoda escribiendo versos, cuentos y novelas, de las que de las que dos dormían – en aquel momento – en su cajón de sastre…

Era la representación genuina del alumbramiento artístico, porque cuando el arte surge con fuerza, no entiende de limitaciones ni de ortodoxia.

Nació en Almería, cerca de la Puerta de Purchena, el cinco de Septiembre de 1921. Inició su acercamiento, al mundo del arte en general y de la escultura en particular, modelando figuras a partir de pasta de jabón. Muchos años después mantenía idéntica tarjeta de visita… Era frecuente verla navajita en mano, modelando la cara de Séneca, Manolete o una bruja… en pastillas de La Toja que tras muchos años, continuaba siendo su peculiar tarjeta … Todo un detalle con mucho arte, que regalaba a sus amigos. Curiosamente yo guardo dos, una que representa al diestro Manolete y otra, como era frecuente a una bruja…

Casi siempre – al menos cuando yo la conocí – iba acompañada por su fiel amigo Felipe, un perro que asistía tranquilo a las sesiones de arte, de su ama y compañera.

Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (1940-45). Su maestro fue el reconocido escultor: don Enrique Marín Higuero, junto al que trabajó en su taller para aprender la técnica tan depurada del maestro.

Muy pronto, – año 1950 -, recibe el primer premio de escultura, en el VI Salón de Estudios Libres, del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

En el año 1967, recala en nuestra ciudad con su marido, el que fue reconocido urólogo don Ricardo López Pardo, y desde nuestra ciudad, ordenó la vida como madre y artista durante cuarenta años.

En Córdoba, ha estado presente en varias exposiciones individuales y colectivas, tales como: Galería Studio 52 (1973); Palacio de la Merced (1977-80-82); Galería Céspedes (1992); Casa de Galicia (1993); Ayuntamiento (1988); Zoco Córdoba 1996-97).

Fuera de Córdoba, se recuerdan entre otras, a la Galería Bell-Art de Madrid (1978-79); Casa de la Cultura de Villajoyosa (1988); Exposición Nacional de Arte Contemporáneo de Valencia (1972); Exposición de Pintura y Escultura del Bimilenario de Lugo (1974); Galería Martínez-Mora de Villajoyosa (1989); Homenaje al Greco de Sitges (1996), etc..

El poeta Adriano del Valle le dedicó unos versos, que además de magníficos resultaron proféticos para la creadora:

...”Dios dijo al orbe: labora

de la noche a la mañana.

Dora ha nacido escultura

Porque a Dios le dio la gana.

Contaba con cuatro estudios, donde dar rienda suelta a su incontenible volcán de creaciones; en Aranjuez, Pozuelo de Alarcón, Villajoyosa y naturalmente en Córdoba, a la que le unió siempre, un cariño especial.

Su hija Mercedes López-Pardo Martínez (Profesora Asociada de Farmacología y Nutrición) nos comunicó a los amigos, que Dorita, la artista, la dibujante, la poeta, la autora de cuentos enternecedores, la mano sensible del arte en pastillas de jabón, la de sus encantadoras brujitas…, falleció el 25 de septiembre de 2019.

Afortunados los que la conocimos.

FRANCISCO BRAVO ANTIBÓN

JOSE LUIS CUEVAS

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254