B/ DE CARÁCTER ECONOMICO Y ABASTECIMIENTO CIUDADANO.-

Badia para suplir la carencia total de fibras textiles y de caña de azúcar, introduce en Córdoba el cultivo de algodón y de la remolacha, aprovechando las zonas regables próximas a la ciudad.  La remolacha se usó como sustitutivo de la caña de azúcar, dando a conocer los métodos del director del laboratorio químico de Paris, Barruel, para la transformación de esta planta en azúcar.     

En los años 1810 y  1811 hubo una bajísima cosecha de cereales y el poco que se recolectó fue a parar en su gran mayoría a manos de los invasores; para superar esta crisis que trajo aparejada calamidades y desatenciones básicas se creó una Junta de Socorros Públicos presidida por Domingo Badia que no solo se limitó a controlar el precio del pan, sino que fiscalizó  la siembra de trigo y cebada, estableciendo un cupo obligatorio de siembra y controlando las cosechas. Otra medida de la Junta que vino a paliar los horrores del hambre que atenazaba a la gran mayoría de la población cordobesa fue la de implantar la obligación de sembrar un numero determinado de fanegas de tierra de patatas. Badia, como sucedáneo del trigo, recomendó el cultivo de la patata, que era prácticamente desconocido en esta zona y aunque su siembra resultaba poco atractiva para el agricultor, fue sustento providencial en aquellos tiempos de escasez y su cultivo intenso fue auspiciado por las autoridades ilustradas.

Tampoco se desentendió Badia del cuidado sanitario y alimenticio de las caballerías y la escasez paja y piensos tan necesarios para las provisiones del ejército creó un gran problema que intentaba mitigar con los escasos medios disponibles; otro gran conflicto y que resultaba un semillero constante de enfrentamientos y altercados lo constituía el constante secuestro de caballerías para llenar las cuadras del ejercito francés o para transportar las subsistencias, lo que llevó al Prefecto en el ejercicio de sus funciones a dictar una orden el 1 de junio de 1811 por la que se creaba un alistamiento de caballos, yeguas, mulos y borricos de los vecinos para proceder con conocimiento en el reparto de embargo de bestias para el transporte.

La defensa del árbol fue uno de los grandes caballos de batalla de Badia y secundando las disposiciones del invasor se ocupó de su protección, no permitiendo su tala sin el preceptivo permiso y cuando la corta resultaba inevitable para el abastecimiento, mandaba reponer todos los que se habían talado; creándose, a tal efecto, la Delegación de Montes y Plantíos encargada de hacer cumplir esta norma  y de denunciar toda corta de árboles e imponer, en su caso, la correspondiente sanción.

En esta misma línea creó los jardines de la Agricultura (los popularísimos Patos) donde plantó álamos y olmos, al igual que en los llamados Campo Madre de Dios y de la Merced, en este último para cubrir los espacios libres que dejó la plaza de toros que allí existía, cuyo derribo él mismo había decretado, como ya dije anteriormente.  

C/ DE CARÁCTER ADMINISTRATIVO.-

Domingo Badia nada más tomar posesión del cargo de Intendente de ciudad y posteriormente de la Prefectura en lo referente a la organización administrativa a nivel municipal y provincial, procede a reorganizar las plantillas de funcionarios, reduciéndolas drásticamente. Les exige a los funcionarios una plena dedicación, señalándoles  a cambio una retribución, ciertamente, importante para la época y estableciendo mecanismos de control e incompatibilidades que les obligan a rígidos horarios y rendimientos para no perder las asignaciones.

Las presiones fiscales impuestas por los invasores, ciertamente importantes y gravosas en exceso para un sector amplio de la población  supo atemperarlas al momento y a las circunstancias y aunque la voracidad fiscal e impositiva implicó fuertes exacciones a los vecinos de Córdoba, procuró siempre suavizar el draconianismo de sus superiores, procurando exonerar de los tributos a la sufrida clase media y a las rentas más bajas.

Entre las disposiciones administrativas dictadas por Badia encontramos un decreto, en el que adelantándose en un siglo al Reglamento de Clases Pasivas, manda a la municipalidad  que conceda pensiones a las viudas de los funcionarios fallecidos.  

Incluimos dentro de su actividad administrativa el levantamiento del primer plano de la ciudad y su proyecto avanzado de catastro parcelario de la campiña de Córdoba que concibió no solo a efectos tributarios, sino también de planificación agrícola.

Por ultimo, referir el acuerdo de 11 de marzo de 1811en el que el Prefecto reglamenta el ceremonial capitular y establece, como distintivo de los munícipes una faja de tafetán blanco a la cintura con el escudo de Córdoba, lazo y colgante.

D/ DE CARÁCTER CIENTIFICO Y CULTURAL.-

Hombre lleno de cultura, aunque autodidacta, Domingo Badia no podía dejar a un lado en su quehacer público la atención a actividades científicas, artísticas y culturales.  

Recién llegado a Córdoba ya dio muestras de su talante abierto y progresista, dictando un Decreto por el que se ordenaba se abriera el Teatro Cómico, que había sido cerrado varios años antes por los ultras del momento, que lo consideraban altamente peligroso para la moral pública.

El Real Colegio de la Asunción que fundara el venerable Juan de Ávila y en el que solo se profesaban humanidades, fue abierto por orden de Badia a las enseñanzas de aritmética, álgebra y geometría, lo que se llevó a cabo el 28 de mayo de 1811 en un solemnísimo acto inaugural presidido por el propio Prefecto, alma de la reforma.

Pero con toda seguridad y aquí pongo un especial énfasis la realización cultural más perdurable del Prefecto Badia durante su mandato en Córdoba fue la ayuda y colaboración  que prestó al penitenciario don Manuel María de Arjona y Cubas para la fundación de Real Academia que dos siglos después de su creación pervive con poderosa vitalidad.

El germen de nuestra Academia se encuentra en la Sociedad Patriótica Cordobesa –una ramificación de las Sociedades Económicas de Amigos del País- que proyectó la creación de una Academia de Bellas Letras en reunión de 11 de noviembre de 1810 en la que don Manuel María de Arjona, tras la lectura de un breve discurso, en claro signo de su erudición clásica, presentó a los asistentes la divisa académica, “Renascentur quae jam cecidere”, tomado del Arte Poética de Horacio, con lo que se hacía alusión a que los estudios humanísticos que estaban muertos en Córdoba, renacieran. A continuación,  daría cuenta de los estatutos de la nueva Academia ya aprobados por el Prefecto Badia quien, además, integraría junto a él  la primera nomina de académicos. Meses después los estatutos sufrirían su primera modificación, auspiciada, entre otros por Badia, gran amante de la aritmética y la física; dicha modificación la aprobaría él mismo como Prefecto; extendiendo desde ese momento la Academia su acción a todas las ramas del saber humano y cambiando su nombre por el actual de Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes.

Los invasores a los que la Sociedad Patriótica Cordobesa no les era especialmente simpática, se mostraron, desde el principio, suspicaces con la Academia, pretendiendo a toda costa su cierre, especialmente el general Godinot a quien Badia mantuvo a raya durante algún tiempo. Sería con motivo de la celebración de la onomástica de José Bonaparte en una visita de este a Córdoba, cuando Badia ofició a la Academia para que celebrase una sesión solemne en obsequio del monarca y encomendó precisamente al penitenciario como director el discurso de elogio al rey con el que debía de terminar el acto.

Ramírez de las Casas Deza, admirador y defensor del penitenciario Arjona, refiere como Godinot, asistente a la sesión académica, desarmado con este obsequio tributado al  rey francés, desitio del intento de cerrar la sociedad, como  tenía proyectado. Una vez más la habilidad de Badia había salvado la situación.

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El Diario de Córdoba de 11 de agosto de 1927, recoge un acuerdo de la Comisión Permanente del Ayuntamiento, en base al informe detenido, amplio y muy estudiado emitido por el cronista de la ciudad don José Rey Díaz.

El acuerdo dice así:

“El barrio de la Golondrina conserva su nombre. La calle que en el plano corresponde al perfil numero 4 recibe el nombre de Domingo Badia, el viajero de existencia novelesca que pobló de árboles las rondas de Córdoba”.

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La calle Domingo Badia en Córdoba es una travesía de reducida longitud  aunque de anchura aceptable. No es una arteria convencional, tiene un cierto desnivel.  Aparece partida en su centro por una especie de barandilla o balaustrada, uno de sus laterales  en rampa ligeramente ascendente y descendente bordea una serie de viviendas de cierta antigüedad la otra da, en su mayor parte, a una plaza amplia, ajardinada y equipada con mobiliario para el ocio infantil, se llama plaza de Francisco Moreno Anguita, en recuerdo del ebanista y artista de la madera. La calle Domingo Badia tiene su entrada por Ronda de la Manca y finaliza en la calle del Cerro.