Diego Ventura merecía más en Zaragoza. Por la entrega derrochada, por hacer las cosas muy bien, pero sobre todo por haber dado una lidia magistral a los dos toros que le han correspondido, uno de ellos el más difícil con diferencia de la corrida de Los Espartales, con el que dio una lección magistral acerca de cómo superar los problemas de un manso que embestía a arreones. A ese toro le cortó una oreja con mucha fuerza, uno de esos trofeos con peso específico que marcan la diferencia.
 
 También su primer toro -segundo de la tarde porque Diego dio la alternativa al portugués Francisco Palha- tuvo problemas que nos trascendieron al tendido por la excelente lidia que le dio Ventura. Lo paró con Maletilla, doblándose muy bien con el toro. Ya al clavar el primer rejón, el de Los Espartales le avisó con un fuerte arreón y comenzando a ponerse por delante. Clavó un segundo rejón de castigo y se adornó con hasta tres piruetas en la cara del toro.

 Revuelo fue un portento de facultades y temple. Con él, Ventura toreó muy bien de costado dejando llegar los pitones del toro a milímetros de la cabalgadura y calentando mucho al público. Colocó dos palos muy buenos y a continuación sacó a Wellington con el que quebró de forma espectacular, haciendo rugir a la plaza. Daba gusto ver a Ventura tan suelto y capaz con un toro nada fácil al que supo dar la lidia más adecuada en todo momento. Cerró la faena con Califa colocando tres cortas muy ligadas y cuando todo apuntaba a dos orejas, el rejoneador de La Puebla pinchó dos veces, dejó un rejonazo y hasta tuvo que descabellar, quedándose sin premio.

 El segundo de su lote lo brindó al diestro Juan José Padilla, convaleciente de la gravísima cornada que sufrió en esta misma plaza. El de Los Espartales salió parado, sin celo, manseando, pero Ventura supo encelarlo muy bien con Chocolate, dejándole bien claro quien mandaba allí y que su obligación era perseguir a las cabalgaduras. Le colocó un solo rejón de castigo y sacó a Nazarí. Este caballo y su jinete se tuvieron que emplear a fondo para templar los ásperos arreones del toro y su peligrosa forma de ponerse por delante.

 El toro era un auténtico regalo que puso a prueba el valor de Diego Ventura y del caballo Nazarí. Ambos respondieron como un gran equipo, templando las asperezas del toro y sorteando sus malas intenciones y sus oleadas con gran oficio. Colocó tres buenas banderillas, tapando todos los defectos -que eran muchos- del toro. Para concluir su actuación Ventura sacó primero a Remate que lució su vistoso piafe y su balanceo como preparación a una buena banderilla y un gran par a dos manos. Finalmente montó a Califa, con el que colocó una rosa y se adornó con el sombrero. Esta vez el rejón entró por completo y hubo concesión de oreja, corto premio porque el público reclamaba las dos para tan importante faena.

 FICHA DE LA CORRIDA:

 Plaza de toros de Zaragoza. Última de la feria de El Pilar. Casi lleno.

 Se lidiaron toros de Los Espartales, desiguales.

 Diego Ventura, ovación y oreja.


 Leonardo Hernández, ovación y oreja.


Francisco Palha, que tomaba la alternativa, ovación y ovación tras aviso.
 

 FOTOS: CARLOS NÚÑEZ