Con el alma en un hilo, los pelos de punta y la emoción a flor de piel, nos mantuvo a lo largo de
Créanmelo, no hay crónica, información de los portales taurinos, ni noticias de la prensa, que logre transmitir de forma categórica y estremecedora, la manera tan desparpajada con que Alejandro Talavante se jugó
Pero no. No fue así. Barriendo los lomos, desengañado al toro de Barralva, enredándose en pases inmensos, nos contó la verdad de un mundo de proezas ya olvidadas, de gente que siempre supo imponerse a su miedo, de trascendencias contenidas en el juego inútil del toreo. Así, bravamente fiel a su profesión y a su tauromaquia, como si sus riñones y su vientre rozados por los filos de la muerte fueran un borrador, limpió las mentiras que tantas tardes empolvaron la emoción hasta hacerla desaparecer. Borró el entramado de las complicidades, el fraude anunciado corrida a corrida, la trampa artera, las infamias enhiladas, la incompetencia de los que quieren ser pero no pueden, el cinismo de los que pueden y no quieren, y luego, descarados, salen en la tele dando más explicaciones que una hija soltera embarazada.
Al espada extremeño nunca le tembló el pulso, ni siquiera cuando el toro tuvo tan cerca la mano que sostenía el estoque y que olisqueó acercándose paso a paso, para que en el último segundo, el derrote fuera desviado por la franela en un cambiado por la espalda que nos hizo ahogar un grito de espanto. Háganse a la idea lo que eso significa ante un toro con cuajo y con más ganas de levantar al torero que de perseguir el trapo.
Luminoso en su vestido de purísima y oro, plantado en la inmensa soledad de los medios con su muleta bien cuadrada desgranando pase a pase la verdad pura a naturales, derechazos, trincherillas, pases cambiados y una arrucina perdida entre los manojos de muletazos, nos regaló su ofrenda para que los hastiados, los desencantados y los escépticos, renováramos nuestros votos de fidelidad al toreo. El día de Todos los Santos, salimos de la plaza de Tlaxcala seguros de que nuestro mundo es otra cosa, es nuestro y lleno de trascendencia porque va la vida encausada por
Profesor Cultura y Arte Taurino
UPAEP
Puebla, México