Asegurarlo parece una burrada, pero es cierto: empieza la mejor parte de la temporada grande. Bueno, si algunos de ustedes gustan de las engañifas, lo aparente y el vino rebajado con agua, este es el momento de hacer un intermedio y no vuelvan hasta el año que entra. En cambio, si son seguidores de la bravura, el arrojo y el oficio bello que surge sólo después de haber dominado al toro, gozarán de tres fines de semana disfrutando de lo más parecido al toreo verdad que se puede ver en los devaluados tiempos que corren.

El mutis de figuras en la cartelera que durante los tres últimos domingos de diciembre hace la empresa de la Plaza México, es muy favorable para los verdaderos aficionados, porque se presentarán toros con edad, ganaderías en las que la bravura no ha sido apabullada por la nobleza y los grandes ases de la torería con su marcada desvalorización se van de vacaciones. Eso es bueno ya que tiene algún tiempo que los reyes y los herederos andan por los suelos y no calientan ni la silla en que se sientan.

Las figuras, sus apoderados, la empresa y los ganaderos de la élite, que tienen secuestrada a nuestra fiesta, por tres domingos consecutivos nos dan ruedo abierto para que vengan toros con edad y poder, y toreros empeñosos que son valientes y algunos, muy buenos. Otros por su parte, acusan falta de oficio porque torean muy esporádicamente. Sin embargo, casi todos se arriman con pundonor a cuatreños de los que si no espabilan les meten una cornada que te mueres de la risa.

Los tres carteles que entusiasman son: domingo 13, toros de Villa Carmela para Fermín Rivera, Daniel Luque y Sergio Flores. Buen programa, aunque no lo oculto, habrá que sufrir el número del caballito a cargo de Rodrigo Santos. A los ocho días, 6 de la Punta 6, con su piquete de Santa Coloma, esta corrida la matarán Fabián Barba, Manuel Escribano y Víctor Mora, noten ustedes, captando la acidez, que la empresa puso a Escribano en un cartel de banderilleros. Por último, el plato fuerte, los esperadísimos encastados toros cárdenos de De Haro, que lidiarán Víctor Puerto, José Luis Angelino y Pepe López.

Será un fin de año en que veremos cómo los llamados segundones se elevan a las alturas, pero no mucho, porque si los de la segunda fila triunfan, los empresarios que manejan los “trusts”  taurinos perderían el control y eso no lo van a permitir nunca, sus intereses están por encima de los gustos y preferencias del público. Como puede verse, en el caso de las corridas del epílogo anual, el fraude continuará en otros aspectos, pero no en lo que se refiere al toro, seguramente, este saldrá con toda edad, movilidad y bravura.

Los tres domingos que siguen, lo más probable es que en los tendidos de la Plaza México se alquilen muy pocas almohadillas. Serán los cabales los que dejando atrás su cansancio y hastío de tantas tardes a cuestas, acudan ilusionados por la gracia de algo que sí parece toreo. Allí, junto a ellos, al sol tibio de finales del otoño y principios del invierno, me cuestionaré como siempre, si ha valido la pena calzarme tantos libros, conferencias y tantas tardes de toros, es decir, haberme hecho como ellos un aficionado competente y por lo tanto, dadas las circunstancias, un amargado, o hubiera sido mejor permanecer en la sana comodidad que es creerse todo el cuento y ser feliz en el simulacro de triunfalismo. Eso lo estaré zanjando hasta que la tarde explote en una arrancada de largo, vigorosa y emotiva, y un torero se desfonde pase a pase en una faena cargada de entrega y de peligro. Entonces, volviendo a la realidad, afirmaré convencido hasta la horquilla: ¡Sí, ha valido mucho la pena!.

 

 
 
José Antonio Luna Alarcón
ProfesorCultura y Arte Taurino
UPAEP
Puebla, México