Informa desde México. José Antonio Luna Alarcón. Profesor Cultura y Arte Taurino. UPAEP

Por si alguien no lo sabe, bombo es el recipiente de alambre de metal que contiene canicas pintadas con números, letras o nombres y que se utiliza para realizar sorteos con toda limpieza y –por lo menos en teoría- en la selección de dichas canicas sólo interviene el azar. En otros casos, son esferas que en su interior contienen un papel con la información que se juega.

El bombo de San Isidro ha servido a la empresa Plaza 1 para sortear las ganaderías entre los toreros que se apuntaron para participar, abriendo un abanico de posibilidades que no se había visto. Cada vez que una pelotita cayó en la canastilla de salida se asoció a una vacada con un torero que ya es cabeza para conformar el cartel.

Los resultados fueron:

Jandilla, Vega Hermosa – Sebastián Castella, nada, cartel interesante.

Puerto de San Lorenzo, La Ventana del Puerto – Antonio Ferrera. A este diestro, como decimos en México, le hizo justicia la Revolución.

Adolfo Martín – Roca Rey. Plato fuerte, por primera vez vamos a ver a este torero con una ganadería de las que ponen a prueba técnica, sapiencia y el valor, características que sabemos, las tiene.

Garcigrande, Domingo Hernández – Álvaro Lorenzo. Afortunado el muchacho.

Juan Pedro Domecq – Enrique Ponce. En esta combinación se puede aplicar lo que ha dicho Simón Casas: “¡La suerte es inteligente y hace guiñada de ojo!”. Pero este guiño inquieta y tan buena suerte hace nacer la sospecha. Sin dejar de pensar en Joan Manuel Serrat y Noa, afirmo que es caprichoso el azar.

Alcurrucén – Paco Ureña. Era justo y necesario.

Alcurrucén  – Diego Urdiales. La tarde valdrá mucho la pena.

Montalvo – Ginés Marín. Sin comentarios.

Fuente Ymbro – Miguel Ángel Perera. No ilusiona, tiempo al tiempo.

Parladé – López Simón. Le cayeron los bravos del marqués.

La idea del bombo es muy buena y ha roto con lo establecido, pero falta afinarla. Son demasiados de dulce y muy pocos de chile. Para que la cosa se pusiera al rojo vivo con  los participantes jugándose la feria a cara o cruz, hace falta ponerle sabor al caldo y lo picante está, por nombrar algunas, en Miura, Victorino, José Escolar, Dolores Aguirre y los adolfos. Cinco y cinco, y entonces sí, los toreros que se apuntasen se ganarían el reconocimiento de los escépticos. Simón Casas ha asegurado que quiere romper con lo predecible, pero… es que la mayoría de las combinaciones del bombo, son más que predecibles.

Con un sorteo equilibrado en la parte de las casas ganaderas, se verían actuaciones muy interesantes, aunque siempre habrá pretextos como lo del contraestilo y lo de la garantía de calidad que afirman los apoderados, deben ofrecer sus poderdantes. Sin embargo, para llamar maestro a alguien, el aludido debe ser capaz de lidiar con solvencia y arte lo que salga del toril, sin importar el encaste.

Si los carteles van a ser redondeados por la empresa, habrá lugar para lo de siempre. No obstante, creo que lo más valioso no es lo que pasó en la lotería, sino asuntos como por ejemplo, el gesto de Emilio de Justo que va tres tardes: la de los victorinos, otra con la de Baltazar Ibán y, además, una del bombo, que no sé por qué me late, no será la de los juanpedros y sí la de don Adolfo, pero esta es una suposición del malpensado escritor que firma este artículo. También, quedan los gestos de los toreros de entrega que le van a salir a las duras y que además, lo harán con la dignidad de un general espartano.

Al final, me quedo con la declaración de Adolfo Martín publicada en el diario digital El Mundo y que hizo en la entrega del premio Paquiro. Al cuestionamiento de que si Roca Rey le había preguntado por la corrida, contestó: “Sinceramente, no hablamos mucho. Pero le digo una cosa: prefería que me hubiera tocado Urdiales o Ferrera. La presión y la responsabilidad es menor a pesar de la que siempre hay en Madrid. Ya llevo en esto toda la vida y me conozco a los clásicos cuando mis toros salten al ruedo: que si no eran esos, que eran otros. En fin, que esto es muy difícil.”. Sí, de verdad, muy sincero y además, valiente. ¡La declaración es enorme!.