Origen del apodo «Zurito»: Como ya dije al hablar de Manuel de la Haba Bejarano, su hijo José inició a su vástago en una profesión «útil, más segura y menos arriesgada» que los toros: Herrero.

El trabajo con el fuego «más seguro» que los cuernos, dejó en el joven unos círculos blanquecinos en torno a los ojos, defendidos por las gafas de forja, lo que le daba un (lejano) aspecto a los de los palomos zuritos. En una de las corridas de sus inicios, cuando ya se había granjeado una cierta fama entre la afición, y visto que su compañero de terna no se las entendía con el bicho que le había tocado en suerte, se oyó desde el graderío una voz estentórea que gritaba: ¡Eso es mucho bicho «pa» ti; que lo acabe el «zurito»! Y con ese apodo quedó el chaval que lo dejó a sus descendientes como es habitual en Andalucía, quienes como toreros, peones y varilargueros, le han dado lustre y sabor de buen hacer frente a los toros.

Me vienen a la memoria aquellos versos de Gerardo Diego Hay que nacer. Dos solos naipes juego, prez cordobesa y ángel sevillano, y lo demás no pasa de manchego. para explicar lo que han sido y tenido, aunque sea a vuelapluma, los toreros de la saga cordobesa de los Zurito. Saga larga, profunda y enraizada, aunque sus raíces hayan ido creciendo desde tiempos más bien recientes si la comparamos a otras dinastías de reconocida raigambre y oficio.

Esta dinastía tiene sus orígenes a mediados del siglo XIX y llega a su culminación (y si Dios no lo remedia mucho me temo que a su final, pues aunque sus descendientes últimos tengan relación con el toro, van por otros derroteros)

Tres generaciones, ocho ternos (de oro y plata) bien plantados y un apodo que sobrepasa con creces la centuria de su existencia, y que permanecerá en la Historia de la Tauromaquia cordobesa y universal escrita con letras de sangre y gloria.

Como en tantos casos, el origen de la «afición» taurina de los primeros De la Haba fue casi accidental. El primer miembro vinculado al mundo taurino, el Sr. José de la Haba, era el «conocedor» de la ganadería de Juan José Barbero. Con ese trabajo de campo comienza y termina su relación con los astados, pues incluso su afición (en los ruedos, desde luego) no iba más allá de su competencia de experto. Pero sin duda alguna, el ambiente que su descendencia respiró en una finca de bravos, donde encontró personal, afición y comentarios afines que despertaron el gusanillo de toros y caballos, regó el brote originario de lo que sería una planta vigorosa y frondosa. No obstante, el hijo del «conocedor» se encontró en principio con la oposición de los padres, que se empeñaron en iniciar al vástago en una profesión útil y, según pensaban, menos arriesgada y mucho más segura en el tiempo: la fragua. Y fue precisamente esta imposición paterna la que dio origen al apodo «Zurito», como veremos más adelante.

Pero poco pudieron las imposiciones del padre ni las lágrimas de la madre para apagar la afición que, como un río caudaloso, arrolló todo freno que se puso en su carrera. Manuel de la Haba Bejarano «Zurito». Hijo de José de la Haba y Manuela Bejarano, nació el 6 de octubre de 1868. El criarse en la finca en donde su padre trabajaba de «conocedor», le llevó a aficionarse muy pronto a los caballos y tomar confianza con las reses bravas. Atlético y valiente, se inició muy joven en novilladas, aunque no despuntó en el manejo de los trastos de torear, y tuvo el acierto de dejarlos para, aprovechando su buena condición de jinete, dedicarse de lleno al oficio de varilarguero, en julio de 1884. Va de fijo en las cuadrillas de «Bebe Chico» (1892), Antonio Fuentes (1893) y «Guerrita» (1894) hasta la retirada de éste (el 5 de octubre de 1899). Le siguen después las cuadrillas de «Algabeño», «Conejito», «Machaquito», Manolete (padre), Curro Posada y Rafael Gómez «El Gallo» entre otros. Se retira en 1926, y fallece en Córdoba el 16 de julio de 1936.

Completo jinete y picador sin par, fue de éxito en éxito toda su etapa de varilarguero, hasta el punto de ser codiciado por matadores y aprobado hasta la exaltación por los públicos. Casó con Antonia Torreras Molina, quien le dio nueve hijos.

José de la Haba Torreras «Zurito».

Hijo de Manuel, nació el 10 de abril de 1898 entre capotes de brega y ambiente torero. Con 16 años se inició en serio con la puya en la plaza de Osuna (Sevilla) y a renglón seguido acompaña a su hermano Antonio en la cuadrilla. El prestigio que le seguía a cada actuación, le hizo ser reclamado por Belmonte (1926), «Chicuelo» (1928), «Cagancho» (1930), «El Gallo» (1934) y Venturita (1935). Tras el paréntesis de la Guerra Civil, le reclaman «Bienvenida», Curro Caro, Jaime Noaín, Vicente Barrera, Eduardo Liceaga, Rafael Soria «Lagartijo», Calerito, Alfonso «Chiquilín» y su sobrino Manolo de la Haba Vargas hasta su retirada el 1 de enero de 1959. Jinete excepcional, cotizado por los matadores más prestigiosos, querido por los públicos y admirado por la afición, fallecióel 10 de febrero de 1977.

Antonio de la Haba Torreras «Zurito».

Sexto hijo de quien ya era conocido como «el Sr. Manuel», nace el 15 de noviembre de 1901. Aunque mata su primera becerra en 1915 (en Córdoba, alternando con «El Melonero» y «Verdades») se presenta de luces un par de años más tarde, con Manuel Martínez «Viruta» y Francisco Bejarano «Torerito», también en Córdoba, en la lidia de reses de Antonio Velasco Zapata. Despega rápidamente, y tras torear con los novilleros más aventajados del escalafón (los hermanos Lalanda, Pedrucho, Ferrazano, El Andaluz, Luis Fuentes…) toma la alternativa en Gandía (Valencia) de manos de Manolo Martínez y el «Litri» con reses de Herederos de Vicente Martínez, el 26 de octubre de 1924, y la confirma el 14 de junio de 1925, alternando con Emilio Méndez y «Nacional II» con reses de Aleas (el toro de la confirmación fue «Corchero»). Tras siete años de alternativa, en que alterna con lo más granado de la tauromaquia («Algabeño», «El Gallo», Lalanda, Villalta…) renuncia al doctorado e inicia de nuevo la etapa de novillero, en 1931, y como subalterno en 1937, debido a que una afección respiratoria le merma de forma irreparable las facultades físicas. En esta época va a las órdenes de grandes maestros (Antonio Cañero, Lalanda, «Morenito de Valencia», «Manolete», Pepe Luis Vázquez…). Se retira en 1944. Casado con Dolores Vargas del Moral, tuvo once hijos. Falleció el 28 de enero de 1965.

Francisco de la Haba Torreras «Zurito Chico».

El menor de los hijos del señor Manuel, casado con Ángela Martínez tuvo cuatro hijos, aunque ninguno siguió los pasos familiares; pero la saga de los «Zurito» tiene su continuidad para gloria de Córdoba

y su «Fiesta», con: Antonio de la Haba Vargas «Zurito». Hijo de Antonio de la Haba Torreras, nace el 28 de junio de 1931. Se inicia tarde, el 13 de septiembre de 1949, en Bujalance (Córdoba) como novillero,

escalafón en el que actúa frecuentemente, hasta que pasa como subalterno con Pepe Quesada y luego con Miguel Montenegro «Chiquilín» y finalmente con su hermano Gabriel. Se despide en Sevilla el 12 de octubre de 1967. Manuel de la Haba Vargas «Zurito». Hermano del anterior, nace el 16 de junio de 1934. Inicia su carrera en serio en 1952 y, como su hermano, elige el escalafón de plata en 1955. «El Cordobés», «Montilla», su propio hermano Gabriel, José Fuentes, «El Puno», «Niño de la Capea», «Parrita» y «El Mangui» lo alinearon en sus filas. Sentido de la colocación, sabiduría y ardor fueron sus

más destacados atributos. Se retira el 7 de octubre de 1978.

Gabriel de la Haba Vargas «Zurito».

El más joven de los hermanos nace el 14 de septiembre de 1945. Con solo trece años se inicia en Málaga formando pareja con otro cordobés «El Puri» («Niños cordobeses») y Juan Jiménez. Toma la alternativa en Valencia el 24 de mayo de 1964, junto a «Litri» y Joselito Huerta, con reses de Manuel Arranz (su toro, «Repollito», negro zaíno) después de haber toreado más de 150 novilladas (llegó a firmar 113 en la temporada de 1963). Confirma el 19 de mayo de 1965, con Joaquín Bernadó y Jaime Ostos de compañeros y reses de Cobaleda (4), El Pizarral (2) y Aleas (1) (Por «Sevillano» respondía el toro de la confirmación). Se retira el 3 de Septiembre de 1970, muy castigado por los toros, pero con la aureola de un gran amor propio, sentido excepcional de la lidia y consumado estoqueador.

Francisco de la Haba Rodríguez «Zurito»

Biznieto del «Sr. Manuel» e hijo de Francisco de la Haba Martínez y Rafaela Rodríguez López, es por el momento el último eslabón torero de esta dinastía. Iniciado el 23 de abril de 1982, trunca su carrera en la temporada del 84, carrera no consolidada por la alternativa.

Texto de Rafael Carvajal Ramos