Crónica de José Mª Moreno Bermejo. Escalera del Éxito 123. 

Corrida de Jandilla para:

Padilla, Castella y Roca Rey

El público de Las Ventas demostró su señorío obligando a saludar a Juan José Padilla al terminar el paseíllo. Era su última corrida en este coso y se olvidaron viejos agravios en aras a que el torero de Jerez guardara buen recuerdo de su despedida.

Los de Jandilla no dieron el juego que se esperaba de ellos tras el buen encierro que se lidió en esta plaza el pasado año. Flojos, descastados y alguno rajado, aburrieron a toreros y asistentes. Sólo el 5º hizo honor a la buena casta que mantiene este prestigioso hierro.

Padilla estuvo voluntarioso, tenaz y entregado, pero nada pasó en las lidias de sus oponentes que sea digno de recordar. En la suerte suprema ante su primer oponente partió el acero, y en el 2º intento dejó una buena estocada:

Castella soportó impavido las críticas que sus enemigos hacen a su toreo, las dificultades que presentaba su flojo oponente, que fue mal picado y peor banderilleado, y la tristeza de una tarde que se presentaba gris, gris. Entró a matar con total entrega y enterró el acero en los bajos. En el buen 5º cortó una oreja solicitada por mucho público que respondía así, con sus pañuelos, a las exacerbadas críticas de los exigentes aficionados del “7” y aledaños. Oreja, a mi entender, justita.

Roca Rey fue recibido como primera figura, lo que supone que en Las Ventas un cierto número de aficionados lo traten con severidad y máxima exigencia. Hoy es el torero más taquillero del escalafón y ello conlleva pagar un peaje al que debe habituarse. Su primer enemigo no valía un duro; su 2º se rajó a las primeras de cambio allá por los terrenos del 4/5, a los que lo llevo con acierto para “por si acaso”. Estuvo todo lo entregado que cabía esperar de un torero tan honrado y comprometido como él. Pero tampoco pasó nada.

En banderillas constatamos lo perjudicial que es un par mal puesto como el que dejó Viotti en su primer encuentro. Juan José Domínguez estuvo, como casi siempre, bien toda la tarde y dejó un gran 2º par al 3º.

Ahí cayeron las banderillas de Viotti

En varas vemos cómo “Alventus” cita tangente a la raya, con la dificultad que ello conlleva a la hora de acertar en la colocación de la puya.

“Alventus”, mal colocado, picó muy trasero

“Josele” picó también muy trasero al 2º. No deben saber que ahí la puya no ahorma y sí lesiona la anatomía del cornúpeto, a veces de forma decisiva para una imposible lidia. Aunque esta tarde, dado el nulo poder que exhibieron los pupilos de Borja Domecq, ningún piconero apretó lo más mínimo

José Manuel Quinta también pico trasero. 1ª vara.

2º puyazo de Quinta. ¡Ahí no se pica, señores!

Justo Jaén fue derribado.

José Doblado puso una vara trasera a un toro que perdió las manos antes de recibirla. Lo hizo tan mal todo que el respetable le espetó en tres ocasiones lo de: “Qué malo eres”.

Y Sergio Molina puso un puyazo tan caído como pueden ver en la foto. Gracias a Dios que el caballo blanco, digo tordo (gracias Manuel Sanz), no volvió a la enfermería después de que fuera curado de su cogida de hace 2 días.

Tarde gris, de toros tristes y de público expectante. Nuestros caballeros no acertaron en su importante labor y los toros no ayudaron a ennoblecer el festejo. Decía Heredia “Hache”, en su Doctrinal de principios del siglo XX, que es tan importante la labor del picador que los matadores deberían de elegir los mejores para sus cuadrillas ya que con ello se facilitarían sus triunfos.

En una conferencia organizada por la Federación de Asociaciones Taurinas de Valladolid, un gran torero, Santiago Castro “Luguillano” le recordaba a Rafael Agudo que a sus picadores les mandaba picar en el morrillo porque había comprobado que los toros ahí picados eran mucho más bonancibles en la muleta. Y añadía: “Y a aquellos que no lo hacían así, tras la corrida les mandaba a su casa”. El gran “Luguillano”, que no el “grande”, apelativo que ostentaba su hermano mayor, Clemente”, había salido 3 veces por la Puerta de Madrid de matador y 2 más de novillero, en una carrera que acortó una mala cogida.

O sea: que picar en el morrillo y picar con sapiencia y mesura debería ser algo habitual por imprescindible y adecuado. Tras ver el reportaje fotográfico de esta tarde podemos deducir que no hubo nada así…