MATILDE CABELLO:

REPRODUCIMOS HOY EL REPORTAJE DEDICADO A LADIS, QUE MATILDE CABELLO, PUBLICÓ EN EL DÍA DE CÓRDOBA, Dentro de su serie CORDOBESES EN LA HISTORIA:

  • Ladislao Rodríguez Galán, ‘Ladis’, nació el día de la muerte en Linares y estudió para maestro; tuvo su primera cámara a los 13 años y ella lo convirtió en el mejor fotógrafo taurino cordobés

…»MANOLETE cruzaba la Península camino de Linares tras su penúltima corrida en Santander un 26 de agosto de 1947. Había compartido cartel con Raúl Ochoa Rovira y Juanito Belmonte, mientras Córdoba aliviaba el verano refrescando los arriates y el enchinado de sus patios. En una de estas casas de vecinos, en la Plaza de Séneca y donde estuvo El Correo Viejo, vivían el perito mercantil y fotógrafo Ladislao Rodríguez Benítez y Antoñita Galán Marín, funcionaria en Sindicatos y huérfana de un veterinario asesinado en Villaharta al iniciarse la guerra del 36

La pareja tendría cuatro hijos: Ladislao, José Antonio, María Teresa y Alejandro. Ella pediría excedencia y él se dedicaría de lleno a la fotografía, compatibilizando la periodística con su mayor afición: el reportaje taurino.

Aquella tarde del 29 de agosto del 47, escrita con divisa negra en la historia de Córdoba, nacían los mellizos de Ladislao y Antoñita. Uno de ellos heredaría, además del nombre del padre, la pasión por los toros y el fotoperiodismo.

Ladislao Rodríguez Galán se decantó desde los primeros años por la compañía del padre en los campos de fútbol, a los combates de boxeo, el flamenco, las recepciones oficiales, las corridas de toros y los espectáculos prohibidos a veces a los menores, como recuerda ahora: «En las ferias, cuando venía Manolita Chen, me dejaban en la puerta del circo hasta que mi padre salía con las fotos». Había pasado ya por su primera escuela, la de la Divina Pastora, en donde estuvo hasta los 8 años, edad en la que se consideraba que los niños debían apartarse de la educación mixta. Así fue como llegó al Cervantes de la Plaza de La Compañía. Con 13 añillos ingresó en la Academia Espinar y tuvo su primera cámara; la que conserva todavía como la mejor herencia recibida. Ahí comenzó a enseñarle al padre las fotos que hacía incesantemente, tal y como había aprendido de él. Desde entonces dice sentirse «desnudo sin ella; es como una prolongación de mí mismo y siempre va conmigo, porque la calle es un muestrario sin fin de posibilidades». 

Ladislao Rodríguez Galán, pregonero de la feria Taurina, 2016

De la Academia Espinar pasó a la Escuela de Magisterio, pero «yo estaba ya envenenado con la fotografía» y durante dos cursos intentó convencer al padre de que lo suyo era seguir sus pasos. A punto de acabar la carrera consiguió que le dejaran ser reportero gráfico antecedido por sus primeras publicaciones, que desde 1960 aparecían en La hoja del Lunes, dirigida en Córdoba por el célebre periodista Quesada Chacón, a cuyas órdenes estaba también Ladis-padre. Siete años después, era ya corresponsal de diarios gráficos nacionales y regionales, de la Agencia CIFRA de Madrid, que acabaría siendo EFE, y posteriormente de Europa Press. Con la misma intensidad se volcó en revistas y publicaciones taurinas de prestigio como DígameEl RuedoEl Burladero o Tendido 13, en donde conjugó fotografía y crítica con su trabajo de funcionario.

Su implicación con todo lo cordobés lo llevó a colaborar asimismo con revistas populares en la línea de Patio Cordobés y otras de corte social y valiente como El Cordobés Tendillas 7, miradas con lupa en los tiempos de pelea del espeleño Manuel Sánchez Blanco contra aquella censura todavía sin tapujos.

En 1978, junto a un grupo de fotógrafos de prensa, fue artífice de la fundación de la Asociación Nacional de Informadores Gráficos en Madrid, asumiendo la delegación de Córdoba, y en enero de 1989 se implicó en la directiva de la Asociación de la Prensa Cordobesa. Sería la década del nacimiento de La Tertulia Taurina La Montera, que cristalizaría en 1998, entre otros, en la revista de referencia en el mundo del toro, dirigida por él, y considerada por muchos como la mejor de Andalucía y una de la más destacada del panorama nacional: La Montera. Allí nace el Trofeo Montera de Plata que premia al matador más destacado en la Feria de Mayo, y el que distingue al novillero sin caballos puntero del Centro de Promoción Taurina Manolete.

Ladislao Rodríguez Galán y Julio Benítez

También 1998 es el año de la fundación del Certamen Nacional de Fotografía Taurina-Memorial Ladislao Rodríguez Benítez Ladis, creado en memoria del padre fallecido un 6 de octubre de ese mismo año y que cumple su decimosegunda edición. Fue promotor igualmente del premio periodístico Marcelo Moreno Tarik de Imperio, en honor del fundador de la primera revista taurina cordobesa que bajo el título de El Califa apareció en los años 70.

Ladislao Rodríguez Galán y José Luis Cuevas, haciendo su trabajo

Ladis-hijo vivió y plasmó junto al padre los momentos esculpidos con más hondura en el recuerdo de los últimos 60 años; tragedias, festividades, accidentes y noticias que son un documento historiográfico de primer orden. Hoy atesora, además de los años vividos a pie de calle, por plazas de primera y ruedos portátiles, reconocimientos locales y nacionales. Veedor incansable de momentos únicos, reconoció por la calle Gondomar al Rovira que compartió tarde con Manolete en Santander mientras él venía al mundo y le arrancó imágenes y palabras únicas. El mundo taurino fue el mismo que le acercó a Ana, su mujer, a quien descubrió tras el objetivo de una cámara en un tendido. El hijo de ambos, Rafael, hereda el nombre de Lagartijo; el más grande para este hombre, que siempre encuentra méritos en todos y cada uno de los toreros. Con ellos ha ido creando una impresionante galería de gestos y momentos que sólo Ladis sabe captar, dentro y fuera de esta Córdoba que, en sus palabras, «no está muerta; está dormida».»

TEXTOS: MATILDE CABELLO

MONTAJE Y FOTOGRAFIAS, 

JOSÉ LUÍS CUEVAS

Ladis y David Encinas Fernández «El Punti»

Ladis, Elena Landauro, Federico Roca, José María Portillo Fabra y José Luis Prieto

Ladislao Rodríguez Galán, como siempre lo vemos por esos callejones, pendiente que no se escape una buena foto