FLAMENCOS Y TOREROS

                                                                      

Muchos artistas del flamenco han sido fuente de inspiración para Raúl. De Enrique Morente por ejemplo, le cautivó la voz, el cante y sus aportaciones innovadoras al flamenco. En el baile admira a Antonio “El Bailarín”  Ruiz Soler. Antonio Esteve Rodenas, “Antonio Gades” le representó un icono y un ejemplo a seguir, le admiraba el estilo y soñaba con llegar a España y conocerlo. Y también admira a Antonio Canales. En el cante su favorito es Camarón y en segundo lugar José Mercé. Y para Raúl, quien ha marcado época y ha sido un parteaguas en la historia del flamenco es Paco de Lucía.

 

En el toreo admira a Rodolfo Gaona “el califa de León”, admira el estilo de Manolo Martínez, el carisma de Eloy Cavazos, la profundidad de Curro Rivera, la limpieza y el toreo templado de Paco Camino, El Capea y Paquirri. De los de hoy le gusta Castella, el Juli, Ponce y Zotoluco, pero alguien que lo cautiva es Morante de la Puebla.

 

Raúl tiene un rincón peculiar en su casa en donde comparten muro fotografías de personajes de flamenco, posters de puestas en escena, pinturas de sus hermanos cuando eran novilleros y música que va del paso doble al flamenco. Pero lo que más le gusta es una imagen de Ponciano Díaz, quien fuera el primer torero que actuó en Estados Unidos y que era familiar de Porfirio Díaz, dictador en la historia de México.

 

Y también tiene una escuela y dirige espectáculos flamencos en donde cuenta fragmentos de la historia de nuestro país.

 

Y como en el muro de la casa de Raúl, el bailaor-torero, es innegable que también en México  tauromaquia y flamenco han existido en comunión, que son parte de nuestra cultura, muestra de hispanidad y expresiones del arte. Y es innegable también que la tauromaquia y el flamenco nos han dejado un legado que hay que preservar y difundir, en el ruedo y en el tablado, con honestidad y con verdad, como se merecen.