El primero, el de la nueva alcaldesa de París, señora Hidalgo, nacida en Cádiz, que en sus primeras declaraciones públicas ha confesado que odia a los toros. Bueno ¿y qué? ¿No odia nada más? ¡Albricias! Con no ir a las corridas, asunto solucionado. No quiero ni recordarle que en 1900 hubo toros en París y que allá fue el zaragozano Ramón Laborda “Chato” como banderillero en la cuadrilla de Félix Robert y un elemento de la Sociedad Protectora de Animales hizo varios disparos contra el coche de la cuadrilla e hirió al subalterno levemente. Alberto Casañal Shakery publicó un romance de la vida y milagros de “Chato” y precisó que el anarquista sueco Ivón  Aquelli le apuntó en  la nariz y solo le produjo leves rasguños en el brazo y costado izquierdos. Sí querría aclararle a la señora Hidalgo lo que considero máximo argumento para la defensa del toro: hace cuatro o más siglos que en Europa había toros bravos de Grecia a Polonia y que desaparecieron de todos esos territorios menos de España, Portugal y Francia gracias a que en esos países todavía se dan  espectáculos taurinos. Ecologistas, verdes y demás yerbas y colores deberían defender nuestra fiesta para que no se extinga como los linces o las golondrinas de don Gustavo Adolfo. A mí lo que me gustaría es que desaparecieran las palomas  pese a ser símbolo del Espíritu Santo y la Paz picassiana.

Marc Lavie, en su documentada “Semana Grande”, publica la lista de los ministros franceses aficionados a la fiesta de los toros, con el catalán Manuel Valls a la cabeza, paradójico, Lionel Jospin, Alan Juppé, Dominique de Villepin, Jean-Pierre Raffarin y Francois Allon. Señora Hidalgo, ¿era necesaria semejante declaración de sentimientos?

Mi segundo contraste es sobre las declaraciones del hijo de Victorino Martín, que confiesa que su padre le tiene “pajarraca” a Julián López “El Juli” porque no sé que le hizo en Ávila. ¿No recuerda lo que le hicieron Camino y “El Viti” en Madrid? Los toros por los suelos. ¿No recuerda lo que nos hizo en Zaragoza cuando los toros “asesinaditos”? ¿O a los aficionados españoles cuando, con la disculpa de sus diferencias con el veterinario de Madrid, lidió toda su camada en Francia? ¿No fue más bien que se equivocó y esa camada no tenía el trapío suficiente para las plazas españolas? A Victorino le motejaban de “paleto de Galapagar”, pero resulta que los más listos de España son de pueblo. Con los “de las patas blancas” ya no fue tan listo. En estos días hay gente que cuenta su propia biografía y hasta se la cree.

El tercer contraste que me ha sorprendido últimamente es la protesta porque Morante y “El Juli” no acudieron a recoger unos galardones que les concedieron en Sevilla y pusieron pueriles disculpas. Comprendan, señores, que no será de su gusto el encontrarse con los señores Canorea y Valencia aunque fuera en un  acto festivo y reconocedor de sus méritos. Recuerdo que hace años le concedieron a Curro Romero un premio que se le iba a entregar en el restaurante “Río Grande”, frente a la Torre del Oro, al otro lado del Guadalquivir, donde empieza el barrio de Los Remedios. Resultó que también le concedían una distinción al ganadero Miura y el de Camas se tenía que sentar a su lado. Se fue. A su apoderado, Domingo Dominguín, le respondió contundente: ¿Miuras? Ni “resien nasidos”. Sin embargo, Pepe Luis Vázquez, era el favorito de Zaheriche. Por cierto que  este Viernes de Dolores y en la Tertulia Taurina “El Castoreño” de Córdoba, le han dedicado al arcángel de san Bernardo “un toque de Gloria” sus hijos Pepe Luis y Manuel (“Lolo), su nieto aspirante al título de “Pepe Luis III”, el matador de toros Montilla y el  ganadero Ramón Sánchez, el de Arranz, todos bajo la presidencia de José María Portillo, al que agradezco el regalo de un montaje fotográfico con unas cuantas docenas de fotos, la mayoría de Cano. Larga vida, Paquito.

Morante, “El Juli”, Manzanares, Perera y Talavante, los G-5 del plante a la empresa sevillana. Ya he opinado que estas posturas no son nuevas porque la pela es la pela y, en ocasiones, no coinciden los intereses crematísticos o sentimentales de unos y otros. Pero no es eso lo que me mueve ahora a recordar la postura de estos toreros. Pienso que lo que perjudica al brillo de los carteles de la Feria de Abril que se celebra en mayo favorece al resto de las plazas. De momento lo han disfrutado en Valencia y Castellón y lo saborearán en Madrid. Los “ausentes” de las orillas del Guadalquivir ponen más de su parte para paliar el deterioro de sus imágenes al no estar presentes en ese ciclo fundamental. Y, por otro lado, benefician a los que están a la espera de esa oportunidad soñada. ¡Que la aprovechen!  Otros beneficiados somos los de Zaragoza, cuya plaza cumple este año los 250 años y a la que ha venido a vigorizar, señora Hidalgo, el francés Simón Casas, con talante y talento, imaginación y fuerza suficientes para llevar a buen término este empeño. Pero, con Sevilla en el horizonte, ¿hubiera conseguido Simón traer al coso de Pignatelli a Morante de la Puebla en un mano a mano con “Finito de Córdoba? Lo dudo. Morante ya había dado la lista de su treintena de objetivos de esta temporada y, entre ellos, no estaba Zaragoza el día de San Jorge, 23 de abril, que, no sé los motivos, es el patrón de Aragón. Al sábado siguiente, corrida-concurso de ganaderías en la que participaran Ferrera, en su punto álgido y con apoderado aragonés, Raúl Gracia, Javier Castaño, al de la cuadrilla refulgente, y Luis Antonio Gaspar “Paulita”, capaz para lidiar, pero más propenso a la sutil demostración de sus íntimos sentimientos. Y confío en que “don Francisco el de los toros”, pese a tanto despropósito, haya vuelto al lugar para el que fue creado por el escultor Manuel Arcón. No creo que la nueva empresa se niegue a pagar su abono del tendido 4 o 5. En el Aula de Tauromaquia del CEU, bajo la dirección de Rafael Cabrera, el arquitecto Guillermo Ferrari ha hablado de las plazas de toros neo-mudéjares. La de Zaragoza está entre ellas y con una alta calificación en lo que a belleza se refiere. Invita a visitarla. Bien venidos, señores del otro lado de los Pirineos, navarros y los esquilmados vecinos de Cataluña y Donostia.  

       

 
 
 
Artículo de Benjamin Bentura Remacha
Periodista
Fundador de la Revista “Fiesta Española”
Escalera del Éxito 85