Efectivamente, han sobresalido segundo y cuarto, aunque también sirvieron tercero y sexto. Realmente es una pena que después de tantos sueños e ilusiones te toque un novillo soñado y deseado por cualquiera que esté en un escalafón, en una plaza como la Maestranza y ante las cámaras de la televisión. Y es que señores, cuando sale no se debe ir, aunque a veces y desgraciadamente para el que le toque, se le vaya la oportunidad de dar un gran salto. Un torero que lleva tanto tiempo en esto, que seguro estará harto de torear en el campo y en todas las ferias importantes no puede permitirse este resbalón. Espero que vuelva a tocarle otro y esa vez no se le escape.

 

Con el primero, definitivamente, Luis Miguel Casares no pudo hacer nada. El novillo no tenía del todo mala condición, pero fue un poco incierto, y por tanto, nada pudimos ver. Mató de certera estocada y fue silenciado. La suerte llegó con el cuarto, un novillo de nombre “Zoletillo”, marcado con el número 8 de la ganadería sevillana de Espartaco. Magnífico ejemplar éste para alcanzar un triunfo sonado y soñado, pero cuando no está para uno, mejor ni pensarlo ni recordárselo. En alguna serie al natural en los comienzos, el novillero aragonés estuvo acoplado con la embestida, dando su distancia y su tiempo, pero después todo se esfumó y perdió toda posibilidad, llevándose la ovación el novillo en el arrastre.

Christian Escribano comenzó la faena a su primero citando de lejos en los medios, haciéndole un pase cambiado por la espalda para después dar alguna serie con la diestra, aunque poco a poco se le fueron agolpando ideas y fue enganchando más y más a un novillo que repetía y que transmitió también en los tendidos. Mató de estocada y salió a recoger una ovación desde el tercio, dando una vuelta al ruedo por su cuenta. En el quinto de la tarde tampoco obtuvo triunfo y los pases que sacó fueron pocos en comparación con el esfuerzo realizado. Perdió mucho tiempo insistiendo sobre algo que no tenía razón ni lógica y le dieron un aviso antes de entrar a matar y otro en el descabello.

Esaú Fernández, el torero local, saludó a la verónica en su primero. Estuvo porfión el camero pero tampoco obtuvo el eco deseado por el torero, al que una pequeña minoría le pidió la oreja. En el sexto de la tarde, fue un punto mansito, pero que también habría dado opciones de esperanza, le sacó un par de series con la mano derecha pero luego se le metió en tablas y sólo supo o pudo meterse en el terreno del novillo. Volvió a ser silenciado.

 

Desde Sevilla, Crónica de Conchita Rodríguez Ortiz      conchita rodriguez ortiz web.jpg